Miren lo que alaba el salmista inspirado:
«Tú oyes la oración; a Ti acudirá todo ser.»
«שֹׁמֵ֥עַ תְּפִלָּ֑ה עָ֝דֶ֗יךָ כָּל־בָּשָׂ֥ר יָבֹֽאוּ»
(Tehilim/Salmos 65:3)
Y unos poquitos renglones más adelante se explaya con descripción de manifestaciones del poder infinito del Creador.
Un poder que supera sin límites cualquier otro poder, y ni que decir, cualquier impotencia.
Aún así, el Eterno enfoca su ilimitada Presencia para oír la plegaria de aquellos que Le dirigen sus palabras.
Si nos ponemos a reflexionar en esto, resulta absolutamente incomprensible. El Poder de poderes, el Señor de señores, el Rey de reyes, Aquel cuya realidad es absolutamente diferente a todo lo que existe y para Quien el universo es del mismo tamaño que un átomo; para Él nosotros somos importantes, al punto de prestarnos atención y respondernos. Siempre lo hace, aunque muchas veces la respuesta sea “no”, o “más tarde”, o “no es lo mejor para ti/otro”, o lo que sea. No tiene porque satisfacer nuestro capricho, así como tampoco nuestra verdadera necesidad.
Él es el amo, infinitamente poderoso.
Nosotros solamente los minúsculos siervos.
Pero, también somos hijos.
Somos NEHSAMÁ, chispas de esa LUZ.
La conexión es constante.
Somos nosotros quienes debemos vivir para manifestar esa LUZ con nuestros actos.
Poner en coordinación al Yo Vivido para que sea fiel reflejo del Yo Esencial.
¿La manera?
Construir SHALOM, con acciones de bondad y justicia.
Tanto en pensamiento, palabra como en actos.
Porque entonces, aunque no tengamos idea consciente del mandamiento que corresponde, igualmente estamos poniendo las cosas en el orden Divino.
Eleva tu oración, pero que no sea solamente de palabras.
Que sea con el pensamiento y con los actos.
Que cada conducta tuya sea una plegaria.
Entonces, lo que expresamos estará siendo acorde a Su Voluntad.
La creencia popular, así como la individual, sobre la oración fue la que se formó por el hábito ritual ( manos juntas, posición corporal, ojos cerrados, etc), y con el fin de pedir (cosas, cumplimiento de deseos, auxilio, etc).
La oración Parece ser más una actitud que un hábito hecho creencia.
Una actitud que es, me atrevo a decir, incluso inconsciente.
La oración es nuestro canal de comunicación con El Eterno.
Debe ser dirigida con total reverencia, respeto y sinceridad.
Dichosos aquellos a quien El escucha.