Parashat Miketz 5762

La opción

Está escrito en la parashá: "En una misma noche él y yo tuvimos un sueño, y cada sueño tenía su propia interpretación. Y estaba allí con nosotros un joven hebreo, esclavo del capitán de la guardia. Se lo contamos, y él interpretó nuestros sueños; a cada uno le interpretó su propio sueño. Y aconteció que tal como él nos lo interpretó, así sucedió…"
(Bereshit / Génesis 41:11-13)

Berl mañana a la tarde iría a conocer a su prometida, y hoy estaba sumamente nervioso.
El shadjen -casamentero- había elogiado la belleza, nobleza y fortuna de la muchacha hasta el cansancio, por lo que el novio estaba preocupado, pues su apariencia era la que correspondía a un pobre cuarentón que se dedicaba a zapatero remendón, un tanto obeso, con poca gracia y en general descuidado en su aspecto.
Dada la situación, pidió de un amigo un saco prolijo. De otro una camisa blanca, con los remiendos ocultos bajo el pantalón. Y a otro le tomó prestada una pomada para lustrar sus barbas y cabellos.
Llegado el momento, se presentó en la confitería, donde se produciría el anhelado encuentro con la mujer que colmaría sus días de dicha.
Los nervios lo hacían palidecer y temblar, pero ya estaba en la empresa, y sería lo que Dios quisiera.
Muchas personas se encontraban en el salón disfrutando de su té, pero sólo dos damas solitarias, en mesas contiguas.
Vio a una con la figura de una doncella, ropas de princesa, modales de palacio.
Y la otra, modestamente vestida, sorbiendo un tímido té que hacía durar jugueteando con el terrón de azúcar entre sus labios, y el ojo de viejo zapatero no lo engañó al percibir toscos remiendos en sus zapatos.
Tenía que decidir a cuál se aproximaría primero, pues si a la que se acercaba no era su prometida quedaría en ridículo, e indudablemente la otra sería testigo de su torpeza, y de la humillación sabía que perdería la oportunidad.
Y se puso a pensar que sí era la princesa, ¿qué vida llevaría? El no podría darle los lujos a los que ella de seguro estaba acostumbrada. Y vivirían en continua disputa. Sus hijos crecerían en un hogar sin paz, y odiando al padre por su baja categoría y su escasa inteligencia.
Y si era la humilde, ¿no lo había engañado el shadjen? ¿No se merecía él, Berl, una esposa que lo alimentara, que lo cuidara, que le diera hijos, que lo cobijara, que mantuviera su casa en orden? Claro que lo merecía, y aquella mujer que se conformaba con unos zapatos remendados y un terroncito de azúcar no parecía un buen partido.
¿Qué haría?
¿A cuál encararía primero?
Y, en verdad -se dijo- cualquiera que fuese, sería una pérdida para mí…
Dudó unos instantes más, se alisó las mangas del saco, sacudió una mota de caspa de sus hombros, y dando media vuelta se fue de la confitería.
Mientras, los ojos de la vestida como princesa se clavaban en sus espaldas, y pensaba: "Qué lástima que no fuera aquel prominente Berl que el Shadjen me dijo que esperara, le hubieran agradado las ropas que conseguí prestadas de mi patrona…"

Shabbat Shalom les desea Yehuda Ribco

Destellos de la parashá

Sidrá 10ª de la Torá y 10ª del sefer Bereshit / Génesis
Entre los versos 41:1 y 44:17.
Haftará corresponde a I Melajim 3:15: – 4:21 (Pero es Rosh Jodesh y sexto día de Januca).
Dijimos que Dios oye al que Le implora…
Pero Él edifica junto al que pone manos a la obra.
Iosef esperó en Dios.
Rezó.
Pero hizo todo lo que estaba a su alcance por vencer los obstáculos en su camino a la trascendencia… ¿no es ese el ejemplo de Januca… para todos los días?

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