Debajo de la cáscara
El poderoso faraón sueña aquel famoso sueño, en el cual siete vacas espantosamente flacas y enfermizas devoran completamente a siete vacas rollizas y saludables.
Cuando relata lo soñado, el faraón menciona que: "Estas entraron en su interior, pero no parecía que hubiesen entrado en ellas, porque su apariencia seguía siendo tan mala como al comienzo" (Bereshit / Génesis 41:21). Es decir, que a pesar de haberse comido totalmente a las vacas gordas, las vacas flacas continuaban mostrando su horrible semblante.
Muchas han sido las interpretaciones sobre esta pesadilla.
La principal es la que Dios anunció por intermedio de Iosef: "…vendrán siete años de hambre. Toda la abundancia anterior será olvidada en la tierra de Egipto. El hambre consumirá la tierra, y aquella abundancia pasará desapercibida en la tierra" (Bereshit / Génesis 41:30-31). Es decir, que lo malo por venir será tan brutal que incluso borrará el recuerdo de las épocas de bienestar.
Además de esta interpretación válida para su época, y vigente en cada era de crisis, hay otras enseñanzas que podemos extraer de este párrafo. Permítanme exponer brevemente una, referida a la existencia y utilidad del mal.
Debemos saber que nuestra Tradición ilustra que la existencia de la maldad en el mundo es posible sólo porque en su profundidad se encuentra oculta una chispa de santidad. Lo que consideramos malo, en verdad es una vasija que en su muy lejana interioridad esconde una semilla de energía positiva.
Es decir, el mal es una cáscara vacía y sin contenido propio, ya que para lo único que sirve es para contener chispas de bondad.
Esta luminosa chispa suele pasar completamente desapercibida, pues está hondamente envuelta por pesadas capas de desagradable maldad.
La misión de cada persona de Bien es extraer esas chispas positivas de entre las cáscaras de impureza, y así descartar lo que es perverso y negativo.
¿Cómo se logra desechar la cáscara para nutrirse con lo provechoso que está oculto?
Nuestra Tradición nos brinda un método: persistente, constante y diligente estudio de Torá y práctica de acciones buenas (las mitzvot).
¡Shalom iekarim! ¡Les deseo Shabbat Shalom! ¡Jag Urim Sameaj!
Moré Yehuda Ribco
Relato a propósito del comentario
El rabi de Lublín dijo: "Amo al hombre malvado que se sabe malvado más que al virtuoso que se sabe virtuoso.
Pero, respecto al malvado que se considera virtuoso se ha dicho: "No se arrepienten ni siquiera en la puerta de la muerte" (TB Eruvin 19). Porque piensan que los mandan al infierno para mejorar las almas de los otros y no por sus propios pecados."