1- eso lo enseño Dios orar por los muertos. por su atencion gracias.
2- de acuerdo a la biblia no es mandamiento de Dios,
3- y Dios esta contra las tradiciones y mandamientos de hombres.
espero me pueda responder
Liz Dent Lozano
Shalom,
«¡Bendito el que viene en el nombre del Eterno!» (Tehilim / Salmos 118:26).
Bienvenida y gracias por enviarnos su interesante misiva.
Respuestas en su orden:
1- A lo largo del Tanaj, la compilación sagrada que los enemigos de Dios denominan «Viejo Testamento», encontramos varias veces a dignísimas personas, profetas, reyes, sabios inspirados por el espíritu de profecía, etc. que entonan cantos de lamentación por personas fallecidas.
Le daré tres citas, de decenas posibles:
«David entonó este lamento por Shaúl [Saúl] y por su hijo Iehonatán [Jonatán], y mandó que enseñasen a los hijos de Yehudá [Judá] el Canto del Arco. He aquí que está escrito en el libro de lo Recto»
(2 Shemuel / II Samuel 1:17-18)«Escuchad, oh mujeres, la palabra del Eterno; reciba vuestro oído la palabra de su boca. Enseñad lamentos a vuestras hijas; cantos fúnebres, cada una a su compañera.»
(Irmiá / Jeremías 9:20)«Irmiá [Jeremías] compuso un lamento por Josías, y todos los cantores, hombres y mujeres, mencionan a Josías en sus lamentaciones, hasta el día de hoy, pues lo pusieron como un precepto en Israel. He aquí que está escrito entre las lamentaciones.»
(2 Divrei Haiamim / II Crónicas 35:25)
Entonces… ¿es parte de la Divina Tradición el entonar salmodias, salmos, endechas y otras manifestaciones razonables por causa de un difunto?
Por otra parte, es sabido que cuando entonamos salmos tales como el 23 o el 91, entre otros, en memoria de un difunto, realmente estamos nutriendo espiritualmente nuestro espíritu y añadiendo fortaleza saludable a nuestra emotividad. Basta con leer con conocimiento dichos salmos, para reconocer rápidamente la veracidad de estas palabras.
Este gesto de apego al Eterno a través de la recitación de salmos, que surge como efecto de la influencia positiva que tenemos del difunto, es considerado bondadosamente por el Padre celestial, el cual bonifica al espíritu del fallecido, pues por su causa hemos realizado la buena obra de entonar salmos.
De esta manera se eleva el espíritu del difunto, pues confiamos en que el Eterno no deja obra sin recompensar en su justa medida.
¿O acaso usted no confía en la Bondad y Justicia del Uno y Único?
2- Hay muchas cosas que hacemos que no son un mandamiento de Dios.
Lo importante es no errar el sendero, haciendo cosas que Dios ha decretado como prohibidas.
En tanto sus ideas y acciones no hayan sido prohibidas por el Eterno, o por los Sabios, usted tiene derecho a pensar y hacer lo que quiera.
¿Dónde dice la Ley del Eterno que no se pueden entonar salmos a causa de un difunto?
Muéstreme por favor el versículo, enséñeme la ley, si es que se siente capacitada para hacerlo. Con gusto admitiré su sapiencia, si es que es capaz de demostrarla.
Pero, mientras tanto no tiene usted alguna ley que sustente su queja, entonces simplemente usted está emitiendo su opinión, que es bien suya y de nadie más.
3- Esta afirmación suya es una mentira repetida hasta el cansancio por los falaces cristianos, en todas sus corrientes, sectas y ramas. Y por supuesto, ¡es otra mentira más de las innumerables que el mitológico libro de la religión de Jesús expone!
¡¿Cómo que Dios se opone a las tradiciones y mandamientos de los hombres?!
¿Cómo?
¿Dónde dice eso?
Muéstreme el pasaje de la Torá que afirma tal cosa, indíqueme la ley que lo declara…
De hecho Dios ha ordenado que los Sabios de Israel determinen leyes que DEBEN ser cumplidas rigurosamente, bajo pena de muerte para el que se rehúsa a seguir los preceptos dictados por los Sabios de Israel.
Preste atención:
«Cuando te sea difícil decidir en un juicio en tus tribunales, ya sea en asuntos de homicidio o de derechos o de ofensas físicas o en otros casos legales, entonces te levantarás y subirás al lugar que el Eterno tu Elokim haya escogido.
Irás a los sacerdotes levitas y al juez que haya en aquellos días y consultarás. Ellos te indicarán la sentencia del juicio.
Harás según la sentencia que te indiquen en aquel lugar que el Eterno haya escogido, y tendrás cuidado de hacer según todo lo que te declaren.
Harás según la Torá [la instrucción] con que ellos te instruyan y según el juicio que pronuncien. No te apartarás de la sentencia que te indiquen, ni a la derecha ni a la izquierda.
Quien proceda con soberbia y no obedezca al sacerdote que esté allí para servir delante del Eterno tu Elokim, ni al juez, esa persona morirá. Así eliminarás el mal de Israel.
Todo el pueblo lo oirá y temerá, y ellos no actuarán más con soberbia.»
(Devarim / Deuteronomio 17:8-13)
Ahora que usted lo sabe y ha sido advertida, tiene la obligación de vivir de acuerdo a esta norma dictada por Dios.
Debe acatar los preceptos y normativas que los Sabios de Israel han determinado, lo que el Sanedrín ha enseñado, puesto que son ellos los que han sido seleccionados por Dios para dictar leyes y normas.
La Torá es muy clara al respecto, y nada ni nadie tiene el derecho a contradecir lo que es la expresa Palabra de Dios.
¿O usted siente soberbia como para creerse por encima de la Voluntad de Dios?
Por supuesto que nuestros Sabios jamás decretaron un precepto rabínico como si fuera celestial, pues ellos eran fieles en extremo a Dios y Su perfecta e inmutable Torá. Ellos conocían perfectamente que está terminantemente prohibido añadir o quitar preceptos de la Torá.
Por eso, jamás anularon un mandamiento de manera permanente, ni introdujeron mandamientos a los que hacían pasar por celestiales.
Siempre que decretaron alguna ley o norma dejaban constancia de que era una ley fruto de su derecho a dictar leyes, bajo el amparo de la autoridad que Dios mismo les había concedido, tal como hemos mostrado.
¡Cuán diferentes los verdaderos Sabios, fieles a Dios, de aquellos perversos como Jesús, Pablo y los suyos! Estos pérfidos antagonistas de Dios y de Sus fieles avasallaron la Torá, emitieron juicios trastornados que pretendían abolir los mandamientos perpetuos del Eterno, se quisieron llevar por delante todas las cosas buenas que la Torá había sembrado en la vida de la humanidad.
Pero, gracias a Dios que los Sabios prevalecieron, la Torá sobrevivió a todas las vejaciones que se quisieron acometer en su contra, y en la actualidad contamos con el testimonio fiel, verídico y de santidad de la Torá.
Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.
Iebarejejá H’ – Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom.
Moré Yehuda Ribco
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