Sumario:
- El Eterno indica a Moshé el encendido de la menorá ubicada en el Ohel Moed (la Tienda de la Reunión). Los levitas son alistados para asistir a los cohanim en sus tareas sagradas (8:1-26).
- Festejan el segundo Pesaj, el primero en libertad, realizando el korbán pesaj. A quienes no pudieron, se les da una segunda oportunidad, celebrando así Pesaj shení, el 14 del mes de Iyar (9:1-14).
- Nube y fuego manifiestan la Divina Presencia encima del Tabernáculo. Cuando la nube se eleva del mismo, es señal para que el pueblo se ponga en marcha tras ella, de acuerdo a la organización de las tribus que ya fuera establecida. Se explica la clave de sonidos de los shofarot y trompetas usados como medio masivo de comunicación (9:15-10:36).
- Los israelitas se quejan por la falta de carne para comer, lo cual frustra a Moshé. Dios le dice que seleccione un consejo de sabios, los cuales le secundarán en administrar al pueblo. Luego, Él provee de abundante carne. Más tarde una peste hace estragos en el pueblo (11:1-34).
- Miriam y Aarón hablan acerca de la relación de Moshé con su esposa. También tienen argumentos de la función de ellos como profetas, ya que no solo su hermano lo era. Miriam padece de la enfermedad de tzaraat. Moshé pide por su restablecimiento a Dios. Ella se repone y el pueblo puede continuar su camino (12:1-16).
Si echamos una mirada alrededor, podremos captar odo lo que está al alcance de nuestro sistema sensorial. Tanto aquello que está pasando ahora (acción, fenómeno, etc.), como lo que está fijo en este momento (cartel, casa, pintura, etc.).
Muchas son las variables que pueden distorsionar nuestra observación e incluso impedirla. Desde la variación de luz, hasta la ubicación de nuestros ojos; sin olvidar la distancia, así como los elementos que bloquean la visión. Debemos tomar cuenta de la enorme cantidad de factores orgánicos y psicológicos que terminan por darnos la imagen del mundo que nos rodea y que formamos.
Que nosotros estemos convencidos de algo que estamos viendo, no quiere decir que sea realidad. Aunque otros corroboren que lo estén viendo quizás no es más que una imagen ficticia.
Pasa con las ilusiones ópticas, podríamos jurar que son tal cual creemos, pero no dejan de ser solamente espejismos que de alguna manera parecen verdad.
También al ver las estrellas tenemos la impresión de que están ahí, cuando en realidad hace millones de años su luz fue emitida y no sabemos qué es actualmente de esa estrella. Quizás ya ha dejado de existir, pero por muchísimo tiempo seguirá su luz embelleciendo las noches de los románticos y soñadores, como si aún estuviera viva.
Sin ir más lejos, los rayos del sol nos llegan ocho minutos luego de emitidos, es decir, ese sol que está ahí en el cielo, en verdad estuvo ahí ocho minutos antes. De hecho, tampoco el sol se mueve a nuestro alrededor, sino que somos nosotros los que estamos girando y dando vueltas a una velocidad inmensa por el cosmos, pero tenemos la absoluta impresión de que estamos inmóviles en una tierra plana, en el centro del universo, con todos los demás bailando a nuestro alrededor.
¡De cuánta humildad deberíamos llenarnos cuando nos damos cuenta de esto!
Bajar un poco el orgullo de creer que sabemos y controlamos, cuando nuestros recursos son valiosos (y mucho) pero muy limitados.
Por su parte Moshé, pudo conversar con el Creador «cara a cara», se le abrieron las fuentes del conocimiento, tuvo acceso a información que ningún otro hombre jamás pudo siquiera soñar, contendió con los «amos» del mundo, dirigió una nación, dejó un legado imborrable para toda la humanidad y de él fue declarado en la parashá: «el hombre Moshé era muy humilde, más que cualquiera de los hombres sobre la faz de la tierra.»
(Bemidbar/Números 12:3).
¿Qué podemos aprender?