“Habló Hashem a Moshé en el desierto de Sinai en la Tienda de Reunión, en el primer día del segundo mes, en el año segundo de su salida de la tierra de Egipto, diciendo: Censad toda la congregación de los hijos de Israel según sus clanes y según sus prosapias, con enumeración de nombres. Todo varón, cabeza por cabeza.”
(Bemidbar/Números 1:1-2)
El hombre (todo ser vivo, en realidad) es limitado.
A pesar de la profundidad filosófica de esta afirmación, no aportamos nada con ella.
Este párrafo con el cual inicia el cuarto libro de la Torá nos habla de al menos tres de las limitaciones más duras que soportamos:
- el espacio,
- el tiempo,
- el ser.
Releemos y encontramos que efectivamente aparece el lugar: desierto, etc.;
el tiempo: primer día del segundo mes, etc.;
ser: Moshé, hijos de Israel, etc.
El hombre vive aquí y ahora, no el pasado, tampoco el futuro; no en otra parte, ni en ningún lugar.
Nuestro único tiempo es AHORA,
nuestro único lugar es AQUÍ,
nuestra única vida es ÉSTA.
Sí, claro, somos pasado también, al igual que futuro.
También somos participantes del ecosistema y de la aldea global.
También sabemos de la vida luego de la muerte.
Y sin embargo, es aquí y ahora, con nuestra presencia actual que debemos vivir.
Es una enorme manera de representar nuestra limitación.
Es, por tanto, un llamado a desarrollar nuestro potencial, para convertir el hipotético mañana en una mejor aquí y ahora.
En gran medida depende de las decisiones que estás tomando en este momento.
Entonces, tendremos oportunidad de reinventar el pasado y modificarlo, por medio de la TESHUVÁ; o de construir un mejor mañana, por el compromiso.
Y así desplegar una mejor versión de nosotros mismos.
¿Qué has comprendido de las ideas que se expresan en este texto?
¿Qué estás dispuesto a hacer?