Pasaron ya trece meses desde que Dios sacara al pueblo de Israel de Egipto.
En el medio tuvimos alguna que otra rebelión, guerras contra enemigos perversos, la Revelación en Sinaí, el comienzo de la entrega de la Torá, el pecado del becerro de oro, la orden para edificar el santuario… tantas cosas han pasado.
Recién ahora el Eterno ordena a Moshé y a Aarón para que censen a los varones en edad de ejército en el pueblo. Serán tomados en cuenta aquellos entre los veinte y hasta los sesenta años de edad pertenecientes a todas las tribus, con excepción de los hijos de Leví, pues ellos serían contados en un censo aparte, debido el carácter sagrado de sus funciones principales relacionadas al santuario.
Cada uno de estos varones dio medio shekel, los cuales fueron contados al final, dando un total de 600.550.
Es por esta cifra que en la Tradición se menciona al pueblo judío como compuesto por “shishim ribó”, es decir “seiscientos mil”. Sin embargo, hemos de sumar a los mayores y menores, a los levitas, a los extranjeros que se convirtieron y no formaban parte de ninguna tribu y por supuesto a todas las mujeres. Considerando todas estas personas, tradicionalmente se habla de que el pueblo judío a la salida de Egipto estaba compuesto por unos tres millones de integrantes.
Hay académicos contemporáneos, así como otras personas menos letradas, que no admiten ni siquiera remotamente la posibilidad de que tal fuera la cantidad de integrantes de la nación de Israel. Sin embargo, los que siguen las pautas de la Tradición tienen por brújula a la misma, aunque a veces pudiera parecer difícil aceptar sus planteos. Ya ha pasado en otras ocasiones, sea con aspectos de la historia judía o de otras naciones antiguas, que los eruditos rechazaban el conocimiento clásico mantenido en el folclore o en las tradiciones, y finalmente se descubrió que el saber tradicional estaba en lo correcto. Sin ir más lejos, durante siglos los académicos negaban la realidad de la ciudad de Troya, hasta que un buen día un aficionado con mucha dedicación halló su paradero y la trajo a la luz.
No hace mucho se encontraron restos de carros y ornamentos de caballos pertenecientes a altos rangos egipcios sumergidos en las profundidades del Mar Rojo, lo cual para muchos es una evidencia material indudable que confirma el relato de la Torá de que el faraón y sus soldados de élite perecieron al cerrarse el mar sobre ellos cuando perseguían a los judíos por el camino seco abierto por Dios. Éste es uno de los tantos descubrimientos que permiten ser relacionados con historias tradicionales que muchas veces no son creídas por algunos estudiosos, y otros menos instruidos.
Es bastante habitual que los arqueólogos vayan revelando hallazgos que demuestran la veracidad de los relatos del Tanaj.
Como sea, la cifra de los israelitas salidos de Egipto difícilmente pueda ser corroborada por la arqueología, nos queda ceñirnos al texto de la Torá y confiar en él.
Ya que hablamos de números, precisamente éste es el nombre que en español recibe el libro de Bemidbar, el cual iniciamos ahora.
La más directa traducción sería “En el desierto”, pero los traductores cristianos prefirieron nombrar los libros cuando los pasaron del hebreo tomando en consideración el tema central del libro, o su temática más frecuente. En el caso de este cuarto folio de la Torá estuvieron acertados, porque es cierto que se presentan muchos censos y conteos a lo largo de todo el libro. De hecho, otro nombre con el cual se conoce este libro en hebreo es “sefer hapekudim”, que significa “libro de las cuentas”.
Para finalizar, recordemos que al finalizar este shabat de inmediato comienza la festividad de SHAVUOT, que cierra el ciclo comenzado en Pesaj. Según nuestra Tradición Pesaj es la fecha de la libertad física, en tanto que Shavuot es el de la libertad emocional/mental. Porque, con la primera de las fiestas solamente salimos del país que nos oprimía, ya no teníamos que soportar el maltrato de los tiranos. Pero emocional y mentalmente seguíamos prisioneros de todas las costumbres adquiridas por décadas de esclavitud, además de manejarnos básicamente con los parámetros de la sociedad egipcia. Llegados a la fecha de la Revelación de Dios en Sinaí, con el comienzo de la entrega de la Torá, Dios nos fue dando herramientas para alcanzar mayor plenitud, completitud, una más amplia libertad.
¿Puedes señalar vínculos muy intensos entre esta parashá y la festividad?
¡SHABAT SHALOM! ¡JAG SAMEAJ!