El otro siempre será un otro,
por más fantasías, creencias, ideas, buena voluntad que uno ponga.
Aunque le amemos realmente o estemos sinceramente enamorados,
el otro seguirá siendo otro, aunque nos duela y nos cueste admitirlo.
Por más besos y abrazos, palabras cariñosas y regalitos tiernos,
aunque estemos al borde de la desesperación,
el abismo seguirá abierto entre nosotros.
Pero, hay un punto en el cual somos uno,
en el espíritu, donde no hay separatividad, sino solamente unidad.
En el Amor, en la construcción de SHALOM.
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