Parashat Tazría 5767

Shabbat: Iyar 3, 5767; 21/4/07

 

 

Un comentario de la Parashá Tazría (Vaikrá 12:1 – 13:59)
*Un pacto de admisión y crecimiento*

 

¡Bienvenidos amigos queridos!
Les propongo que disfrutemos juntos de un breve estudio de Torá a partir de nuestra parashá semanal.
Quiera el Eterno que nos sea de gran iluminación y edificación.
Esta semana debemos leer dos parashot consecutivas, Tazría y Metzorá, pero nos concentraremos en dar ahora un breve comentario que emana de la primera de las dos.

Está escrito en la parashá Tazría:

«Al octavo día será circuncidado el prepucio de su hijo»
(Vaikrá / Levítico 12:3)

Muchas son las interrogantes que surgen del precepto de la circuncisión.
¿Por qué hacerlo?
¿Por qué justamente en ese miembro?
¿Por qué a los ocho días?
¿Cuál es el fundamento de esto?
¿Qué pasa si no lo quiero hacer?
Infinidad de preguntas y dudas muy válidas muchas de ellas.
Ciertamente que el tema es complejo y misterioso puesto que el precepto de milá se incluye en la categoría de jok, es decir, mandamiento que supera nuestra capacidad humana de raciocinio y por tanto, queda solamente en el Eterno el conocimiento de sus motivos.

Podemos devanarnos los sesos para encontrar razones, justificaciones, beneficios, etc., pero ciertamente que «el» motivo, nos queda oculto.
Entonces, es correcto que se obtiene ventaja sanitaria merced a la circuncisión, tanto para el hombre circuncidado como para su esposa.
Es cierto que sirve como marca (casi) indeleble de pertenencia a la Familia judía.
Tantas ideas e hipótesis se han tejido, pero ninguna resuelve el perpetuo enigma.

Nuestros Sabios nos han dejado varias enseñanzas respecto a la circuncisión, de las cuales quiero compartir hoy una con ustedes.
El acto de circuncidar al hijo, entre otras cosas, sirve para admitir nuestra limitada existencia humana, nuestra inferioridad respecto al Todopoderoso.
Si bien somos la corona de la Creación, y debemos considerar que el mundo ha sido creado por cada uno de nosotros (TB Sanhedrin 37a), esto no es excusa para la vanagloria o la soberbia desmedida.
Por el contrario, con el acto de la circuncisión estamos reconociendo que nacemos imperfectos, carentes de ciertas cosas y excedidos en otras, y que es nuestra tarea compensar tanto las faltas como las sobras, de manera tal de encontrar el equilibrio justo, aquel que nos permite desarrollarnos hasta alcanzar la máxima plenitud posible (Midrash Tanjuma Tazría 5).
Tal como el trigo es bueno, pero solamente después de un largo proceso se convierte en pan que alimenta y agrada, así también un ser humano nace con un gran potencial, con enorme posibilidad de hacer lo bueno, pero solamente es realmente bueno merced a un trabajo constante, al estudio de Torá, al perfeccionamiento de las midot -cualidades personales-, al cabal cumplimiento de los preceptos, a la aceptación de las limitaciones equilibradas que asoman en nuestra Tradición.
Cada persona de acuerdo a sus capacidades, a su nivel espiritual, pero con la imperiosa necesidad de quitar esos prepucios emocionales y mentales que nos impiden alcanzar más nobles y notables escalones de existencia.

Así pues, el niñito de madre judía ha nacido.
Es por tanto, un niñito judío, un bello espíritu enraizado en la Casa de Israel.
Este espíritu durante su estancia terrenal estará adherido a un cuerpo, que nace con mayores o menores dificultades, puesto que todo lo material es sujeto a corrupción, cambios, deterioros y mejoras.
Y es esto lo que se le debe comenzar a instruir al niño, desde su cunita.
Que lo material se corrompe, que se extingue, que es limitado.
Pero, que lo espiritual perdura y da vida.
Que debe hacer esfuerzos, sacrificios, labores para mejorar lo imperfecto, y que lo material debe estar supeditado a lo espiritual, para de esa forma encontrar «el camino a casa».
Sin negar al cuerpo y sus necesidades, sin vedarse placeres permitidos, sin encerrarse en una prisión de supuesta espiritualidad que rechaza lo corporal, pero tampoco estar aprisionado en la cárcel que solamente contempla el cuerpo.
Tal es una de las enseñanzas profundas que surge de la milá.

Para finalizar, recordemos que éste es un precepto que el Eterno ha dado a los hijos de Israel y que no debe ser asumido indiscriminadamente por varones gentiles.
Los gentiles no deben realizar la circuncisión, al menos no de la manera que deben hacerla los judíos, puesto que es un mandamiento exclusivo que Dios ha dado a los judíos y que sirve como señal del Pacto entre Él e Israel.
El gentil que se circuncida, no por razones sanitarias sino por supuestos motivos espirituales, ciertamente no ha entendido la primera lección que subyace al mandamiento de la circuncisión: obediencia a Dios. Puesto que Dios lo ha decretado para los judíos, y no para los gentiles, ¿quién debe ser circuncidado?

 

¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Qué sepamos construir shalom!

 

Moré Yehuda Ribco

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Otros comentarios de la parashá, resumen del texto, juegos y más información haciendo clic aquí.

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