Feminismo judío

Si bien es posible encontrar frases que tienen fuerte sonoridad machista, en la tradición clásica judía, la mujer es valorada a la par del hombre. No se deja resquicio de dudas de que somos todos humanos equivalentes, conectados de manera irrevocable con Dios de manera igualitaria. De hecho, entre los místicos incluso se sitúa el rango espiritual de las mujeres, un escalón por encima de los varones, probablemente por ello es que Dios les ha confiado la posibilidad de ser activas socias de Él en traer vidas a este mundo. Por supuesto que no queda confinado a ello el rol de la mujer, pero demuestra que hay un factor divino en su naturaleza, pues Dios es el dador de vida, el sostén de la misma.

La visión de igualdad entre las personas se basa en el hecho de que todos los seres humanos somos creados a imagen y semejanza de Dios, todos descendientes del Adam, el primer ser humano, que debemos saber que no era ni macho ni hembra, sino la pareja original que dio principio a la humanidad.
Al ser todos criaturas divinas, al ser todos parte de la misma familia, es menester que podamos tratarnos con respeto y dignidad, a pesar de las diferencias o gracias a ellas.

Nuestra sabiduría milenaria nos enseña a conectar con la fuente de todo lo que existe, el Creador, para de ese modo ir borrando los conceptos erróneos que nos hacen vivir en separación, en lugar de reconocernos como integrantes de una misma sagrada unidad.
Según la Torá, el Creador no tiene género ni forma, sino que es absolutamente diferente a todo lo que ha creado, pero que actúa en nuestro mundo con infinito amor y otorgamiento, que se manifiesta en todo lo creado.

La sabiduría judía nos revela que las neshamot humanas son iguales ante el Creador, sin importar su sexo o condición. Tienen un origen común y un destino compartido: alcanzar la corrección final y ser conscientes del Creador.

Las diferencias entre hombres y mujeres son solo externas y físicas, que no afectan a la esencia espiritual de cada uno. La Tradición afirma que tanto hombres como mujeres tienen el mismo potencial para avanzar espiritualmente y cumplir su propósito en este mundo.

La Kabbalah, por su parte, nos invita a superar las limitaciones del egoísmo y a construir relaciones basadas en el amor mutuo, el respeto y la cooperación. Solo así podremos generar una sociedad más justa e inclusiva, donde todos podamos desarrollarnos plenamente y contribuir al bienestar común.

La igualdad de género no es solo un derecho humano, sino también una condición necesaria para acercarnos al Creador. Siguiendo los principios de la Kabbalah, podemos transformar nuestra realidad y lograr una armonía entre los géneros que refleje la perfección del Creador. Esta enseñanza reconoce la igualdad de género y la importancia de la relación de pareja como un reflejo del amor divino.

Además, la tradición judía tiene muchas mujeres inspiradoras que han sido líderes y pensadoras. Hace horas celebramos la salvación de todo el pueblo, gracias a la inteligencia, coraje y entrega de la reina Esther.
Tenemos también a la profetisa Miriam, hermana de Moisés, quien fue una líder y una voz profética para su pueblo durante la salida de Egipto. Miriam es recordada en la Torá como una figura importante que lideró la canción y el agradecimiento por la liberación, además de ser la maestra de su generación y la que canalizó el milagro de que hubiera agua acompañando al pueblo judío en el desierto.
Recordemos a la profetisa Jana, que entre otras cuestiones, fue la que enseñó al mundo la posibilidad de la tefilá desde el corazón, lo que se transformó en la médula de la adoración en el judaísmo.
Sin dudas que hay muchas mujeres en la tradición judía que tienen un papel relevante en la comunidad y son faros que alumbran el camino para todos aquellos que quieren recibir inspiración sagrada.

Sin embargo, las muchas diásporas y el involucranos con otras culturas y formas de vida, nos ha ido haciendo incorporar creencias ajenas y prácticas que nos alejan de esa pureza espiritual que alienta la Torá. Por ello, se ha dado que aparecieran actitudes y conductas machistas dentro del judaísmo. No porque fuera parte intrínseca al mismo, sino por los miles de años que hemos estado viviendo en diferentes condiciones y sociedades.

En la actualidad, muchas pensadoras judías contemporáneas han luchado por la igualdad de género en el judaísmo y han defendido la importancia de valorar a las mujeres como seres humanos completos y conectados con Dios. La filósofa judía contemporánea Judith Plaskow ha argumentado que la creencia en la igualdad de género es fundamental para la supervivencia del judaísmo como una tradición significativa. Ella dice: «El judaísmo necesita la igualdad de género para ser ético y para sobrevivir«.

Junto a las enseñanzas antiguas y a pensadoras y activistas contemporáneas judías, podemos retornar a reafirmar la perspectiva de valorarnos desde la óptica espiritual, sin limitarnos por limitaciones externas.
Recodemos que debemos seguir trabajando por la igualdad y la dignidad de todas las personas, pues todos somos criaturas del mismo Creador.

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