En esta ocasión, quiero hablarles sobre un valor fundamental en el judaísmo: la misericordia. Pero no cualquier tipo de misericordia, sino la auténtica, aquella que no nulifica ni manipula al receptor del bien, sino que realmente lo empodera para convertirlo en gestor de su libertad.
La verdadera bondad no se trata de dar limosnas o condescender con los menos afortunados. Se trata de comprender las necesidades del otro y brindarle las herramientas para que pueda salir adelante por sí mismo.
¿Cómo podemos practicar la verdadera misericordia?
- Identificando las necesidades reales de nuestra comunidad. No podemos ayudar si no sabemos qué necesitan.
- Ofreciendo ayuda de forma desinteresada y sin esperar nada a cambio. La verdadera misericordia no busca reconocimiento ni recompensa.
- Empoderando a las personas para que puedan tomar las riendas de su propia vida. No se trata de darles pescado, sino de enseñarles a pescar.
- Desaprender todos los falsos valores que se nos han inculcado, para vivir con una perspectiva consciente y espiritual, listos para aprender del camino de la virtud.
- Quejándonos menos y echando menos culpas, para estar con más energías para hacer más y mejor.
Un ejemplo de la verdadera misericordia en la Torá
En la parashá de esta semana, Mishpatim, encontramos un ejemplo de la verdadera misericordia. La Torá ordena que si un animal se cae en un pozo, debemos ayudarlo a salir, incluso si no es nuestro.
¿Por qué?
Porque la vida de cualquier criatura tiene valor. Pero más que eso, porque ayudar a un animal que se encuentra en dificultades es un acto de compasión que nos eleva como seres humanos.
Te propongo entonces, un llamado a la acción
Hermanos y hermanas, hagamos de la genuina acción solidaria un pilar de nuestra comunidad. Trabajemos juntos para empoderar a las personas y construir un mundo más justo y equitativo.
Comencemos hoy mismo.
¡Shavua Tov!
https://youtube.com/yehudaribco