Una multitud acompañó este mediodía el sepelio de David Fremd, Z”L, HIE”D.
Familia, amigos, conocidos y seguramente que también extraños que se convocaron motivados por una cercanía espiritual. Judíos y gentiles, uruguayos y extranjeros, todos respetuosamente presentes, manteniendo vivo el recuerdo pero también la esperanza de un mundo mejor.
David, desapareció de la vista, pero no del alma de nosotros.
Su espíritu ya está unido a la Fuente de todas las Vidas, en reposo, en gozo, en paz, en esplendor.
Y aquí, en este minúsculo mundo, su luz seguirá alumbrando, incluso cuando las oscuridades de sus asesinos se hayan extinguido hace milenios.
Lo sé, porque, nosotros sobrevivimos a imperios mucho más extensos y poderosos que el árabe-musulmán actual, y continuaremos existiendo y trabajando para llevar el mensaje de Vida, aunque los enemigos de Ella lo quieran acallar.
David ya ingresó a la historia del judaísmo, como uno de sus mártires, como una de sus luminarias.
Pero en verdad, aun si no hubiera sido víctima del fanatismo odioso de “la religión de la paz”, el Islam, él igualmente tenía merecido un lugar en esos mismos libros, uno más pacífico, por su loable tarea de promover la vida judía en aquel lejano punto, que es la pequeña ciudad de Paysandú, Uruguay. Por su incansable labor, por su generosidad, por ser una persona de bien, por ser un ejemplo de dignidad y nobleza. Seguramente en cincuenta o cien años hubiera habido una anotación en los anales del judaísmo mencionando a David Fremd, porque lo tenía merecido por su bondadosa contribución al bienestar de la comunidad (humana, no solamente judía y/o sanducera).
Que no quede en el olvido su sacrificio así como nuestro anhelo por justicia hasta su extremo más estricto.
Pero, especialmente que permanezca en el recuerdo activo su ejemplo de vida.
Tal como les expliqué hoy, más temprano, a unos alumnos de la Escuela Integral Hebreo-Uruguaya, donde trabajo.
Les dije que iría junto al Director General, Profesor Eduardo Tornaría, al cementerio de La Paz, para acompañar al amigo y a su familia; porque nos nacía del corazón hacerlo, por cariño hacia ellos, también por responsabilidad hacia el judaísmo, y no solamente para representar a esta importante institución judía uruguaya.
Entre los jóvenes surgió una idea: realizar un paro de actividades durante el sepelio; tal como muchos comerciantes (mayoritariamente judíos) propusieron hacer en ese rato, como una forma de manifestar así su adhesión, su reclamo de justicia, su deseos de erradicar la inmundicia del terrorismo de nuestro hogar.
Les respondí que me parecía una linda propuesta, pero que consideraba que debíamos hacer justamente lo contrario. Debíamos estudiar mucho más, enfocarnos en aprender mucho mejor, usar ese tiempo para redoblar el conocimiento y aprecio por nuestra cultura, valores, tradiciones, etc. Porque así estaríamos haciendo frente a la oscuridad del odio. Porque ellos, los del otro lado, los soldados de la muerte, los fanáticos del mal, quieren apagar nuestra luz; entonces, es nuestro deber y derecho fortalecerla, expandirla, darle aún más brillo y vigor. No debíamos detener nuestras tareas de estudio, sino multiplicarlos y hacerlo con ganas.
Ese es otro legado que nos deja David, a unirnos, a iluminar, a seguir dando por simple bondad, y a comprometernos a no olvidar y a recordar.
A seguir siendo nosotros, y no cambiar a causa de los desviados.
A darle más vida al judaísmo, cuando las circunstancias quieren extinguirlo.
Hoy encendimos una ner zikarón, vela de recuerdo, por David Fremd.
Su luz se refleja en esa luz.
Su luz resplandece en otras luces, en las de vida. Por ello, rogamos que sea Voluntad del Eterno que en nuestras casas y templos se multipliquen las velas, pero no las de recuerdo, como tristemente sumamos algunos más estos días por los mártires causados por el Islam, sino que se llenen de las luminarias de alegrías, las de festejos, las de festividades, las que regocijan: Shabat, jaguim, tefilot, siete candelas, bodas, celebraciones de bar y bat mitzvá y estudio compartido de los buenos valores de la Torá.