No sé mucho de otras culturas, pero pienso y me esfuerzo por recordar, y no encuentro ninguna cultura, doctrina o religión que tenga fechas marcadas en sus calendarios para recordar sus días amargos.
Por ejemplo, un día del «Lo hicimos mal».
La fecha de «Metimos la pata».
La recordación del «Ay, qué lío que armamos».
Fechas especiales para recordar y reflexionar acerca de las conductas y actitudes propias que llevaron a algún desastre nacional y/o colectivo.
(No hablo de días de recordación de los muertos, o de los caídos en alguna batalla, porque ahí la «culpa» la tienen otros, esos malos extranjeros que nos ganan guerras, o esa fea Parca que se divierte llevándonos…)
¿Tienen ustedes registros de algo así?
Pero, en el judaísmo existen los tales días.
Tenemos los ayunos a causa de acciones de nuestros antepasados que derivaron en tragedias, el más famoso de los cuales es Tishá beAv, el 9 del mes de Av, que será en tres semanas más (si D. permite, ya hablaremos de él en otro momento).
En ocasiones la negatividad espiritual de la fecha atrae opresiones y tormentos a manos de ajenos, y con respeto recordamos a los mártires que cayeron por su fidelidad al Eterno; pero, no podemos soslayar los otros acontecimientos nefastos, aquellos que sí fueron a raíz de acciones propias del pueblo.
Mañana, 17 de Tammuz, estaremos ayunando toda la jornada, como mecanismo para reflexionar acerca del pasado oscuro de nuestra nación, para de esa enmendar nuestras propias vidas y atraer un poco de Luz de redención al mundo.
Cosas graves y serias pasaron el 17 de Tammuz a la nación judía, en diferentes años, en diversas épocas, con otros actores, pero todos ellos con una nota en común: el sufrimiento que sobreviene como consecuencia de las acciones desequilibradas, apartadas del camino de la Torá y los preceptos.
Recordemos solamente la primera de las tragedias de este día: la erección del Becerro Dorado en el desierto, su adoración y la consiguiente y posterior ruptura de las primeras dos Tablas de la Alianza.
Cuando descubrimos aquello que es de nuestra responsabilidad que nos está dañando, tenemos la capacidad para enmendarlo y de esa manera reponer el equilibrio trastocado, traer sanación y luz a la oscuridad.
Cuando ya no se puede arreglar el efecto dañoso, tenemos la oportunidad de aprender y enseñar, para rectificar el mundo a través de nuestro ejemplo.
Nosotros no podemos borrar el triste episodio del Becerro, pero podemos comprender los motivos que llevaron a eso, para no repetirlo en nuestras vidas.
Esa es la manera de hacer un tikún -enmienda- a los actos de nuestros antepasados, a nuestros propios actos del pasado que ya no pueden ser materialmente modificados.
Aprovechemos estas horas de recordación y reflexión para crecer, no solamente para abstenernos de algunos placeres materiales.
Hagamos del penumbroso día del ayuno un trampolín para ascender bien en lo alto de la trascendencia, y alumbrar con renovada energía.
(Publicado originalmente en Julio 2007)
genial yehuda,gracias por recordar al mundo sobre el ayuno.
hay autoridades jasidicas q’ no son estrictos en los ayunos menores’,como este con mujeres con hijos,o stam jovencitas porq’ dicen q’ las generaciones son mas debiles ahora y hay q’ guardar la fuerza p/ 9 de av..(es q’ aca termina a mas tardar de las 9.00)
los litvak’ son mas estrictos..