Hay un error muy común que es considerar al Shabat como un día de descanso o reposo.
Tal como si el objetivo fuera abstenerse de tarea física para dedicarse a la pereza, la falta de esfuerzo, el dulce no hacer nada.
Pero en verdad, si bien hay ciertas actividades físicas que no han de realizarse, la finalidad fundamental no es en modo alguno darle descanso al cuerpo; sino más bien darnos la oportunidad semanal de establecer una pausa en la rutina y permitir el ingreso a nuestra cotidianeidad de la dimensión espiritual con mayor presencia.
Muchas personas están confundidas al respecto, incluso entre aquellos que siguen lealmente los preceptos y reglas del Shabat, pero que adolecen de fallas en su conocimiento en lo que respecta a los fundamentos del día consagrado.
Shabat es el día para que el miembro de la Familia Judía detenga el ejercicio voluntario y arbitrario de la voluntad humana por sobre la creación.
Para dejar de hacer lo que se denomina en la Tradición como MELAJÁ, que es aquella asociada con el ingenio del hombre dedicado a sobresalir por sobre las condiciones naturales.
Por tanto, un lapso de tiempo para admitir nuestra limitación y sometimiento a Aquel que realmente domina sobre la creación.
Es decir, nos reconocemos en impotencia pero no por ello nos angustiamos o llenamos de tristeza, ya que en lugar de ello depositamos nuestra confianza en Aquel que es Todopoderoso y que nos instruyó e instituyó a consagrar y guardar y respetar este día.
De esta forma, damos paso a una experiencia diferente, sagrada podría decirse, que nos ubica en nuestra real dimensión en el contexto de lo creado.
Los humanos somos corona de la creación, pero no dejamos de ser parte de ella.
Por lo cual, la perspectiva ecológica se fortalece en Shabat, dejando de lado el afán del resto de los días por hacernos creer que somos sobrenaturales.
Lo paradójico es que, precisamente nuestra faceta sobrenatural (la NESHAMÁ, el espíritu) es la que debiera tomar las riendas en este día, y de esa forma darnos cuenta que somos en este mundo criaturas como el resto.
Tal visión integradora, al mismo tiempo que trascendente, es la pudiera contagiarse al resto de los días, haciendo así que vivamos una existencia más armónica, saludable, de SHALOM.
Pues, cuando es la NESHAMÁ la que marca el camino y establece las normas de conducta, estamos permitiendo que el resto de nuestras dimensiones se dediquen con bienestar a lo que son sus funciones naturales.
En resumen, el Shabat no es el día del reposo, sino más bien el día en el cual permitimos que el espíritu trabaje lo que en el resto de la semana le impedimos.
Tengo la impresión de que este texto es bastante complejo para comprender en una primera, o segunda, lectura.
Por lo que te pido por favor que lo releas y analices.
Es corto adrede, para permitir el estudio con profundidad.