En la víspera…

Comienza nuestra parashá con un censo de los levitas, familia por familia:

"El Eterno habló a Moshé [Moisés] diciendo:
Haz también un censo de los hijos de Guershón, según sus casas paternas y sus clanes…
Éste será el trabajo de los clanes de Guershón…
"
(Bemidbar / Números 4:21-24)

Tal como nos informa la Mishná (Tamid 7:4), una de las actividades sacras de los levitas era cantar durante los servicios rituales en el santo Templo.
El coro de Guershónidas (miembros de uno de los clanes levíticos) cada día de la semana entonaba un capítulo diferente de Tehilim/Salmos.
Estos párrafos los pronunciamos nosotros cada mañana en nuestros rezos prescritos, hacia el final del servicio de Shajarit (matinal), en la sección que se llama el "Shir Shel Iom" (el cántico del día).

En Shabbat su canto era el "Mizmor shir leiom haShabbat" – "Cántico para el día Shabbat" (Tehilim/Salmos 92).

Éste inspirado cántico no solamente se vincula al semanal día consagrado del Eterno, sino también nos brinda una conexión al Mundo Venidero y a la Era Mesiánica, la Era en la cual la espiritualidad permanentemente será la del Shabbat.
Cuando vivimos el Shabbat como se nos ha ordenado a los judíos, hacemos surgir su placer espiritual distintivo en nuestras vidas.
En ese momento estamos paladeando un poco de la existencia centrada en la espiritualidad pura, que es de plenitud, con consciencia constante del bien y placer que está a nuestra disposición1.

Es así que en nuestra Tradición denominamos al Shabbat como "מעין עולם הבא", ("meein olam haba" – "a semejanza del Mundo Venidero")2.
El Shabbat es una semejanza de ese estado espiritual que denominamos "Mundo Venidero", el cual no podemos describir con precisión, pues implica conceptos espirituales que no se pueden imaginar ni percibir en las cosas de Este Mundo, pero que se las puede sentir cuando se las está gozando.
Aquel judío que ha respetado de acuerdo a las normas el Shabbat, y no hace del Shabbat un día de reposo físico, sino de encuentro con la espiritualidad, quizás comprende de lo que estoy hablando en este momento. Quizás lo ha sentido en su vida y tampoco encuentra las palabras para describirlo.
Es que, ¿cómo describir aquello que está en una dimensión diferente, plenamente espiritual, con los conceptos plagados de materialismo que usamos en esta dimensión?
En el Mundo Venidero el tiempo no es como nuestro tiempo lineal; el espacio no limita al ser; la Verdad no se oculta del conocimiento; el Bien y el Mal no se confunden; en fin… ¿cómo describir ese plano de existencia que es tan "otra cosa" de lo que nosotros podemos percibir en este plano de existencia?

No tenemos palabras ni imágenes que lo definan. Estamos tal como el feto que no puede captar la diversidad y esplendor que es el mundo fuera, más allá de de su saco fetal.
¿Cómo le explicarías a un feto lo qué es el mundo (éste, en el cual vives), cuando en su propio mundo no hay nada que se asemeje a los colores, movimientos, aromas, sabores, cuerpos, en fin, todo un mundo de diferencias?
Y aunque encontraras palabras, que le recrearan imágenes de cosas conocidas por él, ¿acaso él llegaría a captar éste mundo con toda su inmensa variedad?
¿No chocaría una y otra vez con un obstáculo para su comprensión?
Y recuerda que esto no es porque sea defectuoso, malo, pecador, tonto o insensible; sino porque está sumido en una realidad diferente, alternativa, tan válida como la nuestra, pero incomparable.

Así mismo, ¿cómo podemos nosotros conocer lo que es el Mundo Venidero, cuando es algo disímil a casi todo lo que podemos experimentar en Este Mundo?
Podemos tener una degustación en el gozo de cumplir como corresponde el Shabbat, tal como Dios nos ha ordenado a los judíos que lo cumplamos.

Sin embargo, por esta dificultad conceptual imposible de esquivar, prefiero que pongamos la atención sobre algo que podemos aplicar concretamente en nuestra vida:

"Mi shetaraj beerev Shabbat, ieajel beShabbat; mi shelo taraj, ¿meeijan ieajel beShabbat?"
"Aquel que se esforzó en la víspera del Shabbat, comerá en Shabbat; aquel que no se esforzó, ¿de dónde comerá en Shabbat?"
(TB Avodá Zará 3a)

Creo que es muy claro el mensaje de nuestra Torá Oral: los frutos de gozo que cosechamos en el Mundo Venidero han sido sembrados en Este Mundo.
Por tanto, si nos dedicamos solamente a los asuntos mundanales, sin aplicarnos a lo trascendente, ¿qué comeremos en el Shabbat perpetuo, en el Mundo Venidero?3
En esta víspera al Mundo Venidero es cuando debemos procurar cocinar nuestros manjares que degustaremos cuando pasemos a ese estado de existencia.

¿Cómo se cocina este banquete para que sea placentero y satisfaga?
Por supuesto, siguiendo "la receta" que el Eterno nos ha dado.
Paso a paso cumpliendo las instrucciones, que son los preceptos que cada uno debe cumplir.
Para hacer esto, debemos emplear los ingredientes y procedimientos requeridos, que son los objetos y momentos que se nos indica en "la receta".
De esta manera, gozamos en Este Mundo, hallamos equilibrio y bienestar, y al mismo tiempo estamos sembrando/cocinando los exquisitos frutos que nos acompañarán eternamente en el Mundo Venidero.

¡Te deseo a ti y los tuyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Cuídense y gocen de lo permitido para qué sepamos construir shalom!

Notas:

1- Ver Avot deRabí Natán 1, "keitzad nivrá".

2-Ver Cuzari, 5:10 para profundizar al respecto.

3- ¡Ojo!
Como hemos enseñado en numerosas ocasiones, el judaísmo no favorece el ascetismo como modo de vida; muy por el contrario, alaba a aquel que goza de lo permitido en los tiempos permitidos. Pero también nos enseña a que aceptemos los límites, los parámetros de conducta ética que el Eterno nos ha provisto.
Esto significa, podemos gozar, es bueno gozar, incluso a veces tenemos ordenado que gocemos; sin embargo, nuestra vida no debe estar centrada en el goce a toda costa, en el hedonismo, en la falta de consideración por las normas y por el prójimo.
Es precisamente en nuestra parashá, Nasó, que la Torá ordena que el nazir (alguien que se proscribió voluntariamente el gozo de algún placer permitido) ofrende un sacrificio de expiación, por haberse negado a gozar de aquello que tiene permitido.

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