Parashat Vaietzé 5780

En su camino hacia la casa de su tío Labán, en la lejana tierra de los arameos, Iaacov sueña con una escalera que conecta la tierra con el cielo, ángeles suben y bajan por ella. En la misma visión, Dios está encima de Iaacov y dice: “Yo soy Dios, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de tu padre Itzjac. Te daré a ti y a tu descendencia la tierra donde duermes. Y tu simiente será como polvo de la tierra y se extenderá en todas las direcciones, y a través de ti serán bendecidas todas las familias en la tierra. Estoy contigo y te protegeré. No te dejaré hasta que haya cumplido lo que prometí.”
Al despertar Iaacov comprende que está en un lugar especial: una puerta a los Cielos. Impresionado por la revelación, hace una promesa unida a una petición al Eterno, porque sabe que su futuro es incierto, habrá muchas aventuras y contar con la ayuda de Dios es un bien insustituible.
Luego sigue viaje hasta Jarán y se dirige al pozo de agua, que era el lugar central de las poblaciones, tanto porque proveía el indispensable líquido como también era el punto de reunión y para socializar, comerciar, etc. De inmediato, como si fuera por casualidad, conoce a su prima Rajel y queda enamorado de ella. Un amor a primera vista, algo no muy frecuente en aquellas épocas donde la cultura imponía ciertos procedimientos para que los futuros novios se conocieran. Pero, pudo más el enamoramiento que la prudencia; ¿o quizás la conexión espiritual que había entre ellos de alguna forma se hizo sentir y por ello el joven actuó como lo hizo?
El hecho es que Rajel lo llevó a su casa, pues Iaacov no tenía dinero para pagar albergue y tampoco conocía a nadie allí. Fue bien recibido por la familia, quienes recordaban el excelente “trato” que habían realizado cuando comprometieron a Rivcá para ser esposa de Itzjac. Iaacov era uno de los dos hijos de aquella pareja, por tanto en la casa de su madre, en el hogar de su tío Labán y su prima Rajel, fue recibido con genuino cariño pero también con verdadero interés (porque suponían que el joven de familia acaudalada pagaría una gran suma para contraer matrimonio con alguna de las hijas de Labán).
Pero, el joven Iaacov no tenía plata, ni posesiones de algún valor. Se tenía a sí mismo, su confianza en poder. Se ofreció a trabajar, con dedicación y sacrificio, por siete años para obtener la autorización de Labán para contraer matrimonio con Rajel.
Cuando los años de duro trabajo terminaron, Iaacov solicitó la mano de su amada. Al poco rato se organizó la boda. Al día siguiente Iaacov descubrió que había sido engañado, pues su joven esposa no era su querida Rajel, sino su hermana mayor, Lea.
Cuando reclamó a Labán por esta trampa, éste le dijo que así era como se acostumbraba en su cultura, primero se casa la mayor. Astutamente le propuso que trabaje otros siete años para adquirir el derecho a casarse con Rajel. Iaacov aceptó y finalmente quedó en matrimonio con ambas hermanas y tiempo más tarde le fueron otorgadas como concubinas dos medio hermanas de las chicas.
El tiempo pasa y Lea va teniendo hijos de Iaacov, sin embargo la esposa más amada, Rajel, era estéril. También las concubinas tuvieron hijos del patriarca.
Finalmente, y tras muchas zozobras personales y familiares, Rajel pudo concebir y tuvo a su primer hijo, Iosef.
Mientras tanto, Iaacov iba enriqueciéndose, pues a pesar de tener que soportar más engaños y maltratos de Labán y sus hijos, Hashem le había bendecido y gracias a su trabajo fue adquiriendo mucho ganado y posesiones.
Entonces llegó el momento de retornar a la tierra de los antepasados y continuar la saga de la familia de Avraham en la tierra que Dios les había prometido.
Para evitar más conflictos y con el consentimiento de sus esposas, Iaacov y familia se fueron llevándose todas sus posesiones, pero sin dar aviso a nadie en la casa de Labán.
Éste al enterarse se sintió defraudado, aunque nada de lo suyo le habían quitado, a excepción de unas estatuas que él adoraba, puesto que Rajel se las había llevado sin su permiso.
Labán sale enfurecido a perseguir a Iaacov y familia, iba acompañado de muchos hombres dispuestos a usar la violencia. Pero Hashem aparece en sueños y le prohíbe que haga cualquier daño al patriarca de los hebreos o a alguno de su familia. Por lo cual, al alcanzarlos refrena su agresividad pero reclama por la devolución de sus ídolos. Iaacov sin saber qué había sucedido se proclama inocente y está tan seguro de la repulsión de su familia por la idolatría que dice que si alguno de ellos en verdad las tomó, sería maldito y su vida acortada. ¡No sabía que su amada Rajel, embarazada de su segundo hijo, se había llevado los ídolos!
Finalmente hacen un pacto de no agresión luego se despiden para no volver más a encontrarse.
Ahora, un nuevo desafío se perfilaba en la vida del tercer patriarca y su familia: el reencuentro con el hermano Esav; pero esto es tema para la siguiente parashá…
¿Cómo sintetizarías en siete palabras el contenido de parashat Vaietzé?

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