Rosh HaShaná es el año nuevo universal, pero en su esencia es el Día del Juicio universal.
Todas las personas nos vemos sometidas a un exacto y estricto juicio por parte del Divino Juez, que nos sentencia de acuerdo a Su cualidad de Justicia.
Prevalece la seriedad y severidad que mide con precisión las conductas y efectúa un balance detallado y sin menoscabos de nuestra vida.
El Juez universal está juzgando, ¿cómo no temer?
Se ponen en la balanza todas nuestras obras, las constructivas y las negativas, y se encuentra el resultado de ambas. Gran pesar si lo negativo abarca más en nuestras vidas, puesto que el juicio estricto es acorde a la negatividad. Sean errores o pecados, pequeños o grandes, voluntarios o no, a sabiendas o por ignorancia, todo es sometido a juicio. Nada pasa desapercibido al escrutinio de Quien sabe todo, conoce todo, entiende todo. Todo es pesado y medido y obtiene su justa sentencia.
Justicia en su exponente más definido.
Al décimo día del mismo mes, vivimos la jornada más intensamente santificada del año, cual es Iom HaKipurim, el Día de la Expiación, también denominado Día del Perdón.
Este es el momento designado para el arrepentimiento y perdón, para tocar a las Puertas Celestiales con nuestros ruegos sinceros y humildes, para implorar expiación y limpieza de nuestras almas, para rogar por alcanzar un año de vida y tranquilidad.
Este día, que a primera vista pudiera presentarse como de rigor y severidad, de hecho es una manifestación de la Misericordia Divina.
A través de disminuir nuestras pretensiones y los anhelos de control, alcanzamos un grado de mayor dominio real y de plenitud espiritual.
En la simplificación se encuentra el crecimiento.
En la revelación de nuestra dimensión finita, encontramos el balance, la autoestima, la humildad.
¿No debiera ser Kipur antes de Rosh HaShaná?
¿No sería mejor que previamente se suavizara nuestro juicio a través de la expiación?
El hecho de que el Eterno no lo haya definido así, significa que ésta es la mejor manera.
La Justicia de Rosh HaShaná debe estar antes de la Misericordia de Kipur.
Pero, ¿por qué?
Si pudiéramos recibir un suave veredicto, sería más fácil de sobrellevar nuestra vida, tendríamos más dulzuras en lugar de obstáculos.
Pero, he aquí la verdad.
La dulzura que viene gratuitamente, termina por ser avergonzante, apena, arruina; en tanto que el gozo adquirido por mérito propio, es el único que perdura y se sostiene.
La Misericordia de Kipur vivifica, porque se enraiza en el Juicio de Rosh HaShaná.
Si fuera meramente una bondad celestial, sin mediar esfuerzo de nuestra parte, ni arrepentimiento, ni compromiso para cambiar, entonces sería una dádiva apreciada en el momento, pero hiriente a largo plazo.
Incluso cuando actúa con severidad, el Eterno Su Amor hacia nosotros, Sus fieles.
Sus rigores son para elevarnos en vez de humillarnos. Su vara es para encaminarnos y corregirnos, no meramente para hacernos padecer el castigo.
Como nos indica el sabios e inspirado proverbista:
«Porque el Eterno disciplina al que ama, como el padre al hijo a quien quiere.«
(Mishlei / Proverbios 3:12)
No es Su furor lo que se expresa en estos días severos, sino Su Amor.
Durante el mes de Elul preparamos el terreno, quitamos malezas, limpiamos, ordenamos.
Al llegar Rosh HaShaná sembramos.
En Iom HaKipurim nutrimos las semillas con alimento que fortifica y nutre.
Depende de nosotros, está en nuestras manos hacer aquello que el Eterno nos ha encomendado para darle verdadero sentido a estas fechas.
Que no sean solamente días de comilonas, tarjetas de felicitaciones, visitas a familiares, encuentros en la sinagoga, recuentos del año con el conocido que volvimos a ver, algunas de éstas son muy interesantes e importantes, pero no hacen al sentido de Rosh HaShaná.
Que Iom Kipur no sea solamente para pensar cuánto falta para comer nuevamente, ni otros asuntos aceptables pero insignificantes, sino de asumir responsabilidades y compromisos con el desarrollo personal.
B’SD
no puedo creer lo rapido q’ paso el anho,baruj Hashem
q’ todos tengan shana tova umetuka!un anho bueno y dulce