Reseña esencial
Ekev (Devarim 7:12–11:25) continúa el discurso de Moshé prometiendo bendición si se cuidan las mitzvot, advirtiendo sobre el peligro de olvidar a Dios en tiempos de abundancia y recordando que “el ser humano no vive solo de pan”. Reafirma el Shemá, la colocación de tefilín y mezuzá, la destrucción de la idolatría, y relata la segunda entrega de las tablas como llamado a una relación renovada y constante con lo sagrado.
Ekev: “talón” y las mitzvot que solemos pisar
La palabra “Ekev” también significa “talón”: nuestros sabios leen aquí una invitación a cuidar las “mitzvot de talón”, esas pequeñas prácticas cotidianas que, por parecer menores, solemos pasar por alto. En Ekev la promesa de bendición se vincula con esa fidelidad a lo menudo: berajot, buenos modales, tzedaká, participación comunitaria, constancia en el estudio; el rompecabezas de la vida judía se arma, sobre todo, con piezas pequeñas.
Un midrash asociado narra el despertar de Rabí Akiva: vio una piedra horadada por el goteo persistente del agua y entendió que, si la gota perfora la roca, la Torá —con constancia— puede penetrar el corazón. No fue un milagro espectacular, fue la paciencia de lo pequeño lo que transformó su destino.
Psicología de Ekev: el riesgo de la saciedad
La Torá advierte: cuando comas y te sacies, cuando construyas y prosperes, cuídate de que el “yo” se infle y olvides a Quien te sostiene. La tradición propone antídotos concretos: Modé Aní cada mañana para reconocer la vida como don, y Birkat Hamazón para convertir la mesa en altar; son prácticas que desinflan el ego y entrenan la gratitud, recordando que el esfuerzo es nuestro, pero la fuerza para lograrlo también es un regalo.
Como psicólogo te diría: la abundancia no es el problema; el problema es la ilusión de autosuficiencia que nos aísla. La gratitud sostenida regula el sistema nervioso, baja la ansiedad de control y reabre la conexión con sentido y comunidad.
Una lectura cabalística breve
Desde la Kabalá, Ekev (talón) alude a la parte más “baja” y cotidiana del ser, donde se concretan los valores. La lluvia —símbolo de shefá, el influjo de bendición— desciende según el “recipiente” que preparamos: pequeñas acciones alineadas, intención humilde y alegría en el servicio. La grandeza no se manifiesta en arrebatos, sino en la textura espiritual de lo diario.
Prácticas concretas para esta semana
- Micro-mitzvá con nombre y horario: elige una “mitzvá de talón” (por ejemplo, una berajá dicha con calma) y átala a un disparador fijo (al servir el primer té/café). La constancia vence a la intensidad esporádica.
- Ancla de gratitud matinal: al despertar, tres respiraciones conscientes y “Modé Aní” en voz baja; conecta con el cuerpo y el don de estar vivo.
- Mesa como altar: después de comer, Birkat Hamazón sin prisa, aunque sea la versión corta; nombra en una línea algo por lo que agradeces de ese día.
- Dosis de humildad saludable: al cerrar la jornada, escribe una línea que comience “Hice mi parte en…” y otra que diga “Y recibí ayuda en…”. Equilibra agencia y reconocimiento.
- Comunidad como práctica: un acto semanal de tzedaká o voluntariado concreto. No esperes el “gran proyecto”; que el talón dé el paso hoy.
Cierre
Ekev nos susurra que el camino espiritual no se pisa con punta de pie, sino con el talón firme de lo cotidiano. Pregúntate: ¿cuál es la gota que estás dispuesto a dejar caer hoy, una y otra vez, hasta abrir un surco de bendición en tu vida y en tu comunidad?
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