Imitatio Dei: actuar como Dios

En más de una oportunidad los hombres de Dios señalaban lo siguiente:

«Los ídolos de ellos son de plata y oro, obra de manos de hombres.
Tienen boca, pero no hablan; tienen ojos, pero no ven;
tienen orejas, pero no oyen; tienen nariz, pero no huelen;
tienen manos, pero no palpan; tienen pies, pero no andan; no emiten sonido con sus gargantas.
Como ellos, son los que los hacen y todos los que en ellos confían.»
(Tehilim / Salmos 115:4-8)

(Ver también, en traducción de judíos respetuosos de los mandamientos, Salmos 135:18; Isaías 44:9-20; Jeremías 10:8; Jonás 2:8; Habacuc 2:18-19).

Podemos sintetizas brevemente la idea central con un par de frases para recordar toda la vida:

Así como los hombres, sus dioses.
Así como Dios, Sus leales.

¿Así como Dios Sus leales?
Pero… ¿eso es posible?
Si Dios es completamente diferente a todo lo creado, si Él es inalcanzable e incomprensible… ¿ser como Dios?

Exactamente eso, ser como Dios, lo cual es un mandamiento para los judíos (mitzvá 434), en tanto es un ideal bonito para los noájidas que son conscientes y activos de su santa identidad espiritual.
Lo que se conoce como “imitatio Dei”, “imitación de Dios”.
Tal como el mismo Dios ha expresado:

«Lalejet bejol derajav uledovka bo – Andar por todos Sus caminos y apegarse a Él»
(Devarim/Deuteronomio 11:22)

Y:

Ajarei Hashem Elokeijem teleju – En pos del Eterno, su Elokim, andarán”
(Devarim/Deuteronomio 13:5)

Y:

«Vehalajta bidrajav – Andarás en Sus caminos»
(Devarim/Deuteronomio 28:9)

En palabras del Talmud:

“Hacer como hace el Eterno.
Así como Él viste a los que no tienen ropa, uno debe vestir a los que no tienen ropa…
Así como Él visita a los enfermos, uno debe visitar a los enfermos…
Así como Él consuela al que está de luto, uno debe consolar al que está de luto…
Así como Él entierra a los muertos, uno debe enterrar a los muertos…
El comienzo de la Torá es actos de bondad desinteresada y su finalidad son los actos de bondad desinteresada…”
(Sota 14a).

Notarás que los ejemplos que pone el Talmud no son del ámbito “religioso”, no implican ser como “dioses”, ni ser ritualistas, ni vestir de tal o cual manera.
Explícitamente se trae a colación acciones concretas que Dios hace en favor de personas.
Tal como Dios favorece a los necesitados, así debes vivir tú.
Lo que pide Dios es lealtad, por supuesto, pero una vida de ética, de constante construcción de Shalom.
Así como Dios, Sus leales.

En esta línea de conducta ética, de valoración de la relación entre los individuos, es que determinó Maimónides en su Mishné Torá, Hiljot Matnot Aniim, capítulo 1, ley 9.
Atiende, por favor.

“No se rechaza al idólatra que viene a buscar de la caridad, sino que vienen a recibirla junto a los de Israel, y reciben porque actuamos de modo pacificador”

Y, en Mishné Torá, Hiljot Matnot Aniim, capítulo 7, ley 7:

“Se les da sustento y abrigo a los idólatras pobres junto a los pobres de Israel, porque actuamos de modo pacificador”

Y, en Mishné Torá, Hiljot Ebel, capítulo 14, ley 12:

“Se entierra a los idólatras, y se consuela a sus deudos, y se visita a los enfermos idólatras, porque actuamos de modo pacificador”

Y podríamos seguir citando al gran maestro al respecto, pero creo que ya es más que evidente la dirección de la ética requerida del judío, y que es oportuna asumir por el noájida.
Tomar en consideración al necesitado, respetar al prójimo, aunque detestemos y aborrezcamos su conducta y sus podridas creencias.
Es nuestro deber eliminar la idolatría, hasta sus rastros más pálidos, para lo cual podemos destruir, burlarnos, y otras cosas más, porque a la idolatría se la debe despreciar, cero respeto hacia ella. Pero al idólatra, a ese que está perdido, no tenemos más que considerarlo un hermano perdido, al cual es menester ayudar. Sea que lo consideremos pecador o no.
No así con el incitador, aquel que adrede, con todo conocimiento, con rebeldía contra Dios, difunde y promueve el ilícito, la ilegalidad, la inmoralidad, la rebelión, la idolatría, el odio. A esta clase de gente, se la ha de condenar sin pausa, no concederle paz, todo dentro de la ley. Porque no se puede ser misericordioso con aquel que se debe ser estricto, porque al final terminan sufriendo los inocentes injustamente.
Por tanto, a la inmensa mayoría de gente atrapada en la idolatría debemos ayudarla, cuidarla, respetarla, en lo posible orientarla hacia la Luz, la libertad, para que despierten su conciencia y rompan sus cadenas religiosas. Con amor y paciencia. Pero al misionero, al que voluntariamente se disfraza para promover el mal, la idolatría, a ese hay que negarle la ayuda, procurar que sea detenido dentro de lo que marque la ley (mitzvot 517, 518 y 519 para los judíos).
En palabras de la sagrada Torá:

«Pero el profeta que se atreva a hablar en Mi nombre una palabra que Yo no le haya mandado hablar, o que hable en nombre de dioses ajenos, ese profeta morirá.»
(Devarim / Deuteronomio 18:20)»

Y con más detalle, que se percibe con claridad un boceto de las acciones y métodos del misionero, el falso judío, el noajuda, en estas líneas:

«Tendréis cuidado de hacer todo lo que Yo os mando; no añadiréis a ello, ni quitaréis de ello.
‘Cuando se levantará en medio de ti profeta o soñador de sueños, y te dé una señal o un prodigio,
y se cumple la señal o el prodigio que él te predijo al decirte: ‘Vayamos en pos de dioses ajenos’ -que tú no conociste- ‘y sirvámoslos’,
no escuches las palabras de tal profeta ni de tal soñador de sueños; porque el Eterno vuestro Elokim os estará probando, para saber si amáis al Eterno vuestro Elokim con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma.
En pos del Eterno vuestro Elokim andaréis, y a Él temeréis. Guardaréis Sus mandamientos y escucharéis Su voz. A Él serviréis y a Él os adheriréis.
Pero tal profeta o tal soñador de sueños ha de ser muerto, porque predicó la rebelión contra el Eterno vuestro Elokim que te sacó de la tierra de Egipto y te rescató de la casa de esclavitud. Él trató de desviarte del camino por el que el Eterno tu Elokim te mandó andar. Así eliminarás el mal de en medio de ti.

‘Si te incita tu hermano, hijo de tu madre, o tu hijo, o tu hija, o tu amada mujer, o tu íntimo amigo, diciendo en secreto: ‘Vayamos y sirvamos a dioses ajenos’ -que tú no conociste, ni tus padres,
dioses de los pueblos que están en vuestros alrededores, cerca de ti o lejos de ti, como está un extremo de la tierra del otro extremo de la tierra-,
no le consientas ni le escuches. Tu ojo no le tendrá lástima, ni tendrás compasión de él, ni lo encubrirás.
Más bien, lo matarás irremisiblemente; tu mano será la primera sobre él para matarle, y después la mano de todo el pueblo.
Lo apedrearás, y morirá, por cuanto procuró apartarte del Eterno tu Elokim que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud.
Y todo Israel lo oirá y temerá, y no volverá a hacer semejante maldad en medio de ti.»
(Devarim / Deuteronomio 13:1-12)

Son mandamientos duros, para los judíos, que sirven como referencia para los noájidas.
Realmente duros, Dios no quiere el mal de las personas, ni siquiera de las perversas, particularmente cuando son miembros de la casa de Israel –como los casos descritos en estos dos párrafos anteriores-. Pero, cuando las personas son un cáncer mortal, que corroen y corrompen, cuando adrede van por la vida destruyendo vidas, cortando el camino de la espiritualidad, perturbando el orden cósmico, adulterando la espiritualidad con religión, y todo esto de forma consciente y malévola, Dios no puede admitir misericordia, porque Sus hijos son los que están en grave riesgo.

(Toma en cuenta que estos mandamientos no se aplican con pena de muerte en la actualidad, y que deben ser sometidos al escrutinio de la ley, no del mero deseo o parecer personal. No actúes apresuradamente al condenar, no seas como los fieles a dioses de mentira, que insultan, amedrentan, amenazan, condenan al infierno, hacen terrorismo, asesinan en nombre de sus deidades).

Como dijera el inspirado salmista:

«¿Acaso no aborrezco, oh Eterno, a los que Te aborrecen y contiendo contra los que se levantan contra Ti?
Los aborrezco por completo; los tengo por enemigos.»
(Tehilim / Salmos 139:21-22)

Sin embargo, el salmista también dijo:

«Sean exterminados de la tierra los pecados, y que los impíos dejen de serlo.»
(Tehilim / Salmos 104:35)

Porque la guerra del siervo del Eterno no es contra hombres, contra gente ingenua, torpe, cómoda, petulante, que se dejan corromper y son siervos del EGO.
La guerra es contra el mal, por tanto, contra aquellos que a sabiendas y conscientes son rebeldes contra Dios e impulsan lo negativo. Adoran al EGO y desean imponer el imperio del mal sobre la tierra.

Como compruebas, hasta a los idólatras se les debe respetar en su condición humana, darles caridad, ayudarles, porque son creados a imagen y semejanza del Eterno. Si bien ellos con sus creencias, pero especialmente con sus conductas se ponen en la senda incorrecta, no por ello dejan de ser hermanos, gente necesitado, y a causa de la construcción del Shalom también deben ser atendidos en sus necesidades básicas.
Porque esa es la idea, como te repito lo ya citado de Sota 14a:

“El comienzo de la Torá es actos de bondad desinteresada y su finalidad son los actos de bondad desinteresada…”

Entonces…

¿Juzgar severamente a alguien que tiene un comportamiento ético, que es bueno y justo, pero no cree en Dios, es lo que Dios hace y nos comanda hacer?
¿Dios es un energúmeno impotente que maldice a quienes no Le conocen, porque carecen de educación o capacidad emocional, o la oportunidad como para conocerLo?
¿Tan pequeño hacemos a Dios?
¿Tan vanidoso y torpe, que condena a la nada a los que no tienen el grado de creencia sincera en Él?

¿Acaso Él dejará desvalido al que nació y fue criado en un hogar de gente no respetuosa de Dios?
¿Tan malvado es Dios?
¿Tan oscuro en nuestro deseo?
¿Así somos, que así imaginamos a nuestros dioses?

Yo por mi parte, confieso: ¡Ese NO ES mi Dios!
Tampoco es, según hemos visto en las citas más arriba mencionadas, el Dios de la Torá (judía), ni el Dios del noajismo, sino que parece más bien una caricatura de hombre asediado por la inseguridad, por la baja autoestima, por el anhelo de ser vitoreado o sufrir el anonimato.

Es más, mira lo que el Talmud Ierushalmi expresa:

“Dice Dios: que me dejen a Mí pero que no abandonen el cumplimiento de los mandamientos, porque de cumplir con ellos sin creer en Mí, eventualmente terminarán también por creer en Mí… (lamed Torá shelo lishmá shemitoj shelo lishma at ba y etc.)”
(T.I. Jaguigá perek 1 halajá 7)

(El texto que se abre al hacer clic aquí más que recomendable es fundamental de leer, conocer y aprender.)

Impresionante, ¿no?
Seguramente que el que se ha criado en un hogar “religioso” (y por tanto muy pobre en espiritualidad), renegará de tal afirmación divina.
¿Cómo Dios prefiere que la gente no sea creyente en Él, siempre y cuando se comporten con la ética adecuada tal cual Él la expresó?
Para el “religioso” esto es algo incomprensible.
Pero para el que ha bebido del manantial de la espiritualidad es claro.
Dios no es un enano rencoroso, pendiente del aplauso ajeno, inexistente si no hay una cohorte de zánganos bailoteando alrededor.

Dice el profeta de la Verdad:

«porque soy Elokim, y no hombre»
(Hoshea / Oseas 11:9)

Tal cual.
Es Dios, no un patético mortal.
No hijo de mujer.
No alguien que nace, sufre y muere.
Es Dios, aunque no nos entre en la cabeza (y está bien que así sea).
Es incomparable. Por ello los místicos le han denominado “ein sof – sin fin”, “el infinito”. Pero se han atrevido a decirLe “ain” – “nada”, porque es absolutamente incomprensible Su esencia, no tenemos herramientas para penetrar siquiera un poco el carácter de Su existencia.
No es hombre… ¿oyeron creyentes en colgados?
Pero tampoco es hombre, para decirle a los que lo reducen a ser como uno más, a pensar como nosotros, a necesitar como un hijo de mujer, a disfrazarse como otro “religioso”.

Ya lo advirtió el profeta:

«¿Quién es sabio para entender estas cosas, y prudente para que las conozca?
Ciertamente los caminos del Eterno son rectos, y los justos andarán por ellos.
Pero los rebeldes tropezarán en ellos.»
(Hoshea / Oseas 14:10)

Esos “religiosos” que en realidad son pobres espiritualmente, que son rebeldes en contra de Él, porque carecen de ética, tropiezan a cada rato en los mandamientos del Eterno.
Para que no nos demos cuenta andan por la vida prohibiendo lo permitido, encerrando la alegría, inventando excusas, usurpando vidas, negando el potencial de cada ser.
Pero los que confían en verdad en el Eterno, andan por los caminos correctos, aunque parezcan menos “santos” que los “religiosos”, su conducta es impecable, su corazón limpio, sus manos abiertas para saciar al necesitado para compartir con el maestro.

Confiar en Dios, más que “creer” en Él, es un mandamiento para el judío, no así para el noájida.
Y sin embargo, a Dios no le da inconveniente decir que Lo dejemos a un lado, junto con todos las reglas que incumbe a esto, siempre y cuando no dejemos de ser éticos, de construir Shalom, de ser buenas personas con el prójimo.
Claro que esto no es el ideal.
El ideal es ser leal con el cumplimiento y poseer una fuerte confianza en Él.
Saber que Él existe, opera, supervisa, recompensa, etc. Por supuesto que es importantísimo, pero a la hora de la hora, Dios está por encima de nuestra mediocridad y aplaude a quien es ético mucho más que aquel que vive como un salvaje pero plagado de religiosidad.

A Dios no Le cambia ni un milímetro si crees en Él o no.
Pero si le cambia a tu prójimo si actúas con bondad y justicia, como constructor de Shalom o no.
Por supuesto que confiar en Dios es mucho mejor, no lo niego ni un poquito, pero a la hora de la hora, ¿es eso lo que Dios valora como principal?

Si leemos el capítulo primero del profeta Isaías comprobamos que Dios detesta a los “religiosos”, gente que tiene la palabra “dios” en sus bocas, saltan en alabanzas, hacen rituales, sacrifican animales, se pasean por templos, se visten con ropas de “religiosos”, son convidados en todos los festivales, pero carecen de ética, destratan al prójimo, se mofan de los mandamientos entre el hombre y el prójimo, y por eso son “religiosos”, descarados, que representan todo el show, con restricciones insoportables (jumrot) incluidas, pero a la hora de la verdad son vacíos.
Dios no quiere religiosos, no le hace mella si crees en Él o no, aunque para los judíos es un mandamiento saber que Él existe.
Eso no es lo principal, en el razonamiento de Dios, no en el de este modesto maestro.
Atiende:

«Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras acciones de delante de Mis ojos. Dejad de hacer el mal.
Aprended a hacer el bien, buscad el derecho, reprended al opresor, defended al huérfano, amparad a la viuda.»
(Ieshaiá / Isaías 1:16-17)

No dice que usen cabeza cubierta, ni que vistan “gracioso”, ni que bailoteen, ni den plata al líder religioso, ni digan “amén”, a cada rato, ni que sean “creyentes”.
Tampoco que se congreguen en fiestas sabáticas, ni se hagan pasar por sabios de Torá, ni comercien con “Kabbalah”.
Nada de eso.
¿Qué es lo que pide?

Pide ética, respeto por el prójimo, amor por el prójimo, vivir una vida de construcción de Shalom.

Reitero, amar a Dios, saber de Su existencia, claro que es estupendo, son mandamientos para los judíos.
Pero de poco valen cuando se maltrata al prójimo, se condena al inocente, se oprime al necesitado, se actúa con maldad.

Cumplir con los mandamientos, aunque no se crea en Dios… suena paradójico, pero es lo que se expresa en estos textos sagrados.
Y si esto es así para los judíos, a los que Dios ha escogido y sometido a un peso de 613 mandamientos, y demanda que sepan que Él existe, y demanda que Le amen, y demanda tantas otras cosas… ¿acaso no será así para los noájidas, a los cuales Dios no mandó saber acerca de Él, ni de amarLe, ni de atenderLo constantemente, ni ningún otro mandamiento por el estilo?

Así:

«¡Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno!
¿Qué requiere de ti el Eterno?
Solamente hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente con tu Elokim.»
(Mijá / Miqueas 6:8)

Esa es TODA la ciencia del espíritu: ser justo, ser bueno desinteresadamente y actuar con humildad ante Dios.
Si alguno no cree en Él pero es bueno, es justo y no blasfema ni adora deidades… ¿acaso está por la senda incorrecta o va en el rumbo correcto?

Gracias a Dios, Él no juzga con la severidad y pocas luces con que hacemos los humanos.
Porque Él escudriña los rincones del corazón, conoce hasta los pensamientos que nosotros desconocemos de nosotros mismos, evalúa con pleno saber, no anda precisando que le suban el ánimo, no es esclavo de Su ego… por ello no es rencoroso, ni vengativo… aunque las mentes estrechas lo vean así.
Porque es Dios, y no un invento nuestro.
Porque es nuestro hacedor, y no un reflejo de nuestra mediocre oscuridad.

«reconoce al Elokim de tu padre y sírveLe con un corazón íntegro y con ánimo voluntario; porque el Eterno escudriña todos los corazones y entiende toda la intención de los pensamientos. Si tú le buscas, Él se dejará hallar; pero si Le abandonas, Él te desechará para siempre.»
(1 Divrei Haiamim / I Crónicas 28:9)

Aquel que se dedica a cumplir con los mandamientos que le competen y busca a Dios, eventualmente encontrará esa paz interior que le confirma su conexión eterna con Él.
Aquel que se rebela en Su contra, que Lo abandona, que se opone a Su autoridad, a ese es a quien Dios deja de lado. Porque Dios devuelve lo que Le dan, medida contra medida (TB Sanhedrin 90a). Si voluntariamente, a sabiendas, uno detesta a Dios, Dios le regresa lo que recibe…

Atiende:

«El Eterno se dio a conocer por el juicio que hizo; los impíos fueron atrapados en la obra de sus propias manos. »
(Tehilim / Salmos 9:17)

Cada cual cosecha lo que siembra.
Pero la misericordia de Dios puede mitigar el dolor de la cosecha escasa y aumentar el regocijo del que Él considera merecedor de bondad.

Pero, sabemos que Él es misericordioso y si alguno es ateo o agnóstico o hasta “religioso” pero cumple cabalmente con los Siete Mandamientos (si es gentil), y con lo que puede de los 613 (si es judío), ¿acaso lo dejará desvalido?

Él sabe como es el hombre y por eso es misericordioso y no anda cancelando “entradas al paraíso” porque la persona se equivoca o no ha sido educada en el camino del bien.

Ah… ¿pero Maimónides no dice que el gentil solamente tiene parte del paraíso si cumple sus mandamientos sabiendo que son divinos?
Realmente no dice eso con exactitud. Veamos:

“Todo gentil que se compromete a cumplir con los Siete Preceptos Universales, se lo denomina un gentil piadoso y tiene su porción del Mundo Venidero [derivado de Sanhedrin 90a]; en tanto reconoce que estos mandamientos le fueron ordenados por el Eterno y reconfirmadas a través de Moisés en la entrega de la Torá, acerca de que los descendientes de Noé habían sido ordenados para cumplirlos desde tiempo antiguos.
Sin embargo, aquel que los hace porque les parece racionales, no se lo considera un “extranjero residente”, y no es uno de los piadosos de las naciones del mundo, sino de los ilustrados de las naciones.”
(Hiljot Melajim 8:11)

Sin embargo, en el Talmud (Sanhedrin 56a hasta 57b), que es la fuente de Torá Oral de la cual abreva Maimónides nada menciona acerca de creer en Dios, ni de admitir la divinidad de los preceptos como condición única para ingresar el gentil de conducta ética al mundo venidero.
Ni una palabra de ello.
Aunque se detiene en detalles sobre reglamentos, penas, ocasiones y otros, pero en modo alguno siquiera alude a la creencia en Dios como condición, ni a su obligatoriedad, ni a su carácter de único ticket de entrada al paraíso.

Por más datos, en la Tosefta Sanhedrin 13:2-3, y en el Talmud Rosh HaShaná 17a se menciona lo que acontece a judíos y gentiles en el mundo venidero a causa de sus acciones y méritos y no en su creencia en Dios. Y específicamente se declara que el espíritu de los perversos entre los gentiles “se evapora”, cosa que no ocurre con el espíritu de los gentiles promedio ni los justos.
Interesante, ¿no?

Comprobemos qué dice el Midrash Eliahu Rabbá –Ish Shalom- 14:

“Dijo el Santo bendito Sea a Moshé: ‘Sea judío o gentil, hombre o mujer, esclavo o sierva, si ejecuta alguno de los mandamientos obtiene su recompensa.”

En estas palabras no se expresa la obligatoriedad de creer en Dios, sino de cumplir con los mandamientos, en perfecta concordancia con lo que en la santa Tradición se dice y se repite:

“es la acción lo fundamental y no la teoría”
(Talmud, Abot 1:17)

Más aún, el Talmud (Avoda zará 2b, 3a) indica que la persona recibe su recompensa por los actos positivos que ejecuta, más allá de sus motivaciones.
Es cierto, pareciera que esto contradice a Maimónides, pero es el Talmud quien lo establece, con su autoridad mayor a la del gran Maimónides.
Maimónides es una luz, una cúspide, pero no es LA autoridad única ni última. Hay otros con similar estatura, jerarquía y dignidad que establecen otras leyes en ocasiones, y tal parece que en este punto en el Talmud hay opiniones divergentes. Esto no resta un ápice a la magnitud y valor de Maimónides, sino que lo encuadra dentro del sistema normativo tradicional del judaísmo. No hay “Papa”, ni palabra de un rabino que deba ser asumida como vinculante para todos los judíos. Por supuesto que la valía de Maimónides, el respeto que se ganó, su obra, su enseñanza, es el mérito que le hace ser una de las voces más apreciadas dentro del judaísmo tradicional. Pero cuando en el Talmud se dan otras opciones, éstas no son para descartar con impaciencia y poca sabiduría.

Así pues, Maimónides afirma lo que afirma, y en el Talmud encontramos que no es la única opción al respecto.
Es decir, el gentil que no conoce a Dios pero que sin embargo lleva una vida acorde a los Siete Mandamientos, igualmente es meritorio y obtiene su poción de mundo venidero.

Ante la disyuntiva, es preferible andar por el camino de la misericordia, de la apertura que en nada obtura el acercamiento del lejano así como el fortalecimiento del cercano.
¿Cuál es el valor práctico y trascendental de condenar a la negación de la vida eterna a aquel que actúa acorde a lo que Dios dispuso, pero que no alcanza todavía a reconocerLo como deidad única y que ordenó los mandamientos?
¿Es justo y misericordioso el apurarse a condenar y negar la “salvación” a quien vive según Dios manda, pero que no tiene la capacidad, el conocimiento, la salud emocional, como para “creer” en Dios?
Habiendo diferentes posturas, igualmente válidas, ¿es lo más acertado, es una imitación de las acciones de Dios, el expulsar de la eternidad al que podría algún día reconocer a Dios?

Yo prefiero acercar al que por ignorancia, torpeza, error, comodidad está lejano.
Es mi opción, aunque yerre o “peque”, puesto que prefiero ser denunciado ante el Juez por “amor gratuito” que por “odio gratuito”.
Es mi decisión, es lo que dentro del marco de la ley me está permitido hacer. No le pido a nadie que me siga en esto, es lo que yo escojo, tal como otros muchos más grandes escogieron anteriormente. Como dijera en otra oportunidad: «prefiero ser conocido por pecar por ahavat jinam -amar gratuitamente- y no por sinat jinam -odio en balde-«, citando al venerable Rav Kook.
Precisamente, en imitatio Dei, siguiendo el modo de proceder de Dios para con Sus criaturas.
Por tanto, en lo personal, no me mueve un pelo que se me tilde de “rebelde” o “ignorante” por no jugar al juez sabihondo y condenar a la desaparición eterna a aquel que lleva una vida ética, de construcción de Shalom, en perfecta sintonía con lo que Dios manda, pero que todavía tristemente no puede dar el pasito para aceptar la realidad de Dios.
Prefiero confiar en que cuando Dios dijo que se hiciera lo que Él mandó, aunque no se crea en Él, está bien… aunque no sea lo mejor. Porque al admitir al errado sincero, se está debilitando la oscuridad y amplificando el espacio para la Luz.
Dijo el Rav Kook:

“En verdad, toda oscuridad no es más que la Luz disminuida.”
(Orot Hakodesh 2, p. 455)

Permitamos a la Luz avanzar, abrazando al que no es antagonista, sino un espíritu puro encerrado en las contradicciones del EGO.
En tanto mantenemos a raya a los enemigos del Eterno, a aquellos malvados que adrede se oponen a Él para difundir sus maldades y ejercer su impudicia.

Habiendo expresado esto, igualmente me parece que se puede para aclarar aún mejor la postura expuestas por Maimónides, vemos que el salmista dijo claramente:

«Los impíos serán regresados al Sheol, todas las naciones que se olvidan de Elokim.»
(Tehilim / Salmos 9:18)

Sheol es la tumba, el olvido, la falta de eternidad.
Al olvido van los difuntos perversos.
De la tierra son, a la tierra regresan, sus obras no prosperan.
Además de los impíos están mentados también las naciones que “se olvidan” de Dios.
Es decir, los que habiendo encontrado el camino del noajismo escogen rechazarLo, negarLo, volver a la pudrición de la religión, obviar a Dios para halagar a sus EGOs.
Aquel que nunca tuvo la oportunidad de conocer acerca de Dios, ¡ese no Lo olvido!
(Al respecto es interesante el debate en el Talmud, Sanhedrin 105a, y en Tosefta Sanhedrin 13:2, que no reproduciremos aquí).

Así pues, por supuesto que la cima corresponde al hombre ético y que reconoce la existencia de Dios.
Sin embargo, nadie niega el valor en este mundo y en el venidero del que no habiendo podido tener conocimiento de Dios igualmente se comporta de modo ético, acorde a los Siete Mandamientos Fundamentales.

Una cosa es aquel que Lo conoció pero escogió olvidarLo.
Otra cosa es aquel que nunca tuvo la oportunidad de ser enseñado y liberado de las redes de la ignorancia y/o el error de sus mayores.

Pero cuando la persona actúa falta de ética, cuando adrede hace el mal, eso es diferente, está en desbalance interno y provoca el desequilibrio en el medio.
Cuando la persona quiebra las reglas más elementales de la convivencia, entonces ya no es cuestión de opiniones.
Algo no está bien.
Para que se comprenda, el hombre nace provisto de una Luz interna, de su esencia, de su espíritu, que es la línea directa y constante con Dios.
En ese seno se afincan los Siete Mandamientos de forma natural, sin necesidad de haber sido ordenados, sin tener que estudiarlos.
De hecho, cuando los estudiamos, cuando los aprendemos, en realidad los estamos recordando, repasando una lección antigua que quedó en lo más profundo del ser.

Por ello, cuando la persona vive de un modo carente de la más elemental ética, actuando en total y completo servilismo a su EGO, deseando y quebrando el orden sin tapujos, es un síntoma de que algo está groseramente alterado en su ser.
Es tanta la escoria alrededor de su espíritu, tanta cáscara dura y ruda impidiendo el gozo de su esplendor, que pareciera como si realmente no tuviese conexión con Dios.
Algo como lo que se puede observar en los promotores conscientes y activos de la idolatría, o en los jefes nazis, o en los miserables terroristas que no se guardan de asesinar hasta a sus propios hijos en busca de saciar sus más sanguinarios y oscuros deseos.
Este tipo de gente es la que no tiene mérito para gozar de los bienes del mundo venidero, porque de hecho niegan la vida aquí y en la eternidad.

Pero el que no ha aprendido acerca del Eterno, el que ha sido engañado y lleva una vida de ateísmo, religión, falsas doctrinas, sin ser consciente de la gravedad de esto… ¿qué alma inmisericorde es capaz de acusarlo y prometerle infiernos y dolores eternos?

En definitiva, loable quien cumple con su parte y además confía en Dios. Ese es el ideal.
Encaminado anda por la senda de Dios, aquel que aún no sabe que está haciendo lo que Dios le mandó. Eventualmente alcanzará también a confiar en Dios. Tal es el deseo, que lo real alcance lo ideal sin quebrantos.
Todos recibimos nuestra justa recompensa, que no es de nosotros saber cual es, porque no somos Dios ni evaluamos de acuerdo a los pensamientos y parámetros de Él.

Procuremos, por tanto, desplegar una vida de construcción de Shalom.
Acerquemos al lejano, abracemos al cercano.
Seamos semejantes a Dios en la medida de nuestras posibilidades, al actuar como Dios actúa.
Dejemos de lado las condenas, amenazas, presiones, burlas inmerecidas, parloteos poco saludables.

Y el que piensa diferente, en tanto no transgreda revoltosamente ningún mandamiento, ¡bienvenido sea!

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Kareem Orozco Fuentes

Shalom shavua tov que enseñanza mas hermoza. Mi pregunta es la siguiente ; en el aspecto a los cristianos. Yo he sido lastimado por ellos haciendome culpable de pecador porque siempre me dicen una fracesita desalentadora «por obras no se conoce al hombre» es una cita del mentado ieshu, que de verdad aveces siento atacada mi moral con eso

Kareem Orozco Fuentes

Toda rabah Me encanto tambn Fullvida es un buen alimento espiritual. Aunque siento algo de nostalgia el ser el unico judio converso en una familia que tenia por sus dos padres siendo judios verdaderamente y que por esos malditos y contumaces cristianos lograron convertirlos y poes con el paso de los años les han lavado bn el cerebro pero muchas gracias ati y principalmente a Elohim por permitirme leer sus enseñanzas Lic. Moré

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