Resp. 3524 – Fin y recomienzo de la profecía

Shalom,
«¡Bendito el que viene en el nombre del Eterno!» (Tehilim / Salmos 118:26).
Bienvenida y gracias por enviarnos su interesante misiva.

Respuestas en su orden.

1- Le daré tres respuestas a su muy importante pregunta.
   a- No hay por el momento más profecía como antaño, pues no se están dando las condiciones necesarias para que ésta sea percibida. Por ejemplo, es indispensable que la mayoría de los judíos estén residiendo en la Tierra de Santidad; condición que actualmente no está dada.
   b- Porque la guía constante y activa por parte de los profetas del pasado era apropiada para el joven pueblo judío, que no tenía conocimiento ni experiencia en los camino de la Torá y las mitzvot. Era un pueblo recién nacido, ignorante, oscurecido por la enseñanza errónea que habían mamado de fuentes ajenas. En ese momento era indispensable que se sintiera la Presencia del Padre celestial, tal como el bebe precisa de la presencia de su madre para casi todas las cosas de su vida.
Luego el pueblo fue adolescente, y por tanto rebelde. El Padre celestial amonestaba, orientaba, abrazaba, advertía, por medio de Sus profetas benditos, que eran indispensables para encaminar a ese pueblo adolescente.
Pero, cuando el pueblo judío alcanzó su edad adulta, por supuesto que el Padre no lo abandonó, ni le quitó Su amor y apoyo. Pero, el Padre escondió Su Presencia, no desapareció ni rechazó a Su hijito Israel. Escondió Su Presencia, tal como hacen los padres con sus hijos cuando llegan a la madurez, para que el hijo pueda progresar por sí mismo, y no sea avergonzado por vivir cual un niño. Para que los méritos del hijo sean propios, para que el gozo sea fruto de sus acciones, y no el pan de la vergüenza que comen los adultos que viven en dependencia de sus padres.
Así pues, la profecía debió convertirse en un rumor apenas percibido como sombras dentro de los sueños. Imágenes difusas, mezcladas con ideas, sentimientos, deseos, etc. De modo tal de que el Padre sea sentido, pero Su Presencia no congele el libre albedrío de su hijo adulto.
  c- En la nación judía existen personas que se abocan decididamente a cumplir con los preceptos, que indagan en la Torá, que beben con deleite de sus aguas celestiales. Y están las otras que encuentran amargo el dulce aroma de la Torá y el suave gusto de los mandamientos.
Dios les habla constantemente a estos dos grupos de personas, por medio de Su santa Torá.
El «laico» no está acostumbrado a oír al Padre, desatiende Su Palabra, deja caer Su mensaje.
Entonces, ¿para qué habría de hablarle el Padre al «laico»? ¿Para qué enviarle profetas y profecía, si el «laico» posee actualmente la profecía en las palabras de la Torá, y no le presta atención?
Así pues, el «laico» no está preparado para recibir profecía.
Pero, tampoco el observante de los mandamientos.
Pues, si el Eterno enviara profecía solamente a los observantes de los preceptos, ¿acaso el «laico» no se apartaría más del hermoso mundo de la Torá? ¿No diría el «laico» que la Torá, los preceptos y hasta Dios corresponden exclusivamente a los observantes?
Así pues, mientras haya una predominancia de «laicos» dentro de nuestro santo pueblo, el Eterno no enviará Su profecía como en el pasado; ya que no se están dando las condiciones necesarias para que ésta aflore en la conciencia personal y colectiva.

2- En la Era Mesiánica habrá nuevamente profetas y profecía, tal como ha sido anunciado hace milenios por los profetas de la Verdad. Lea el texto que abre haciendo clic aquí.

Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.

Iebarejejá H’ – Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom.

Moré Yehuda Ribco