Parashat Vaikrá 5767

Shabbat: Nisán 5, 5767; 24/3/07

 

Un comentario de la Parashá Vaikrá (Vaikrá 1:1 – 5:26)
Se disipa como nube… 

Casi al final de la Haftará que corresponde a nuestra Parashá, el profeta Ieshaiá anuncia la Palabra eterna y refrescante del Eterno:

«He borrado como niebla tus rebeliones, y como nube tus pecados.
Vuelve a Mí, porque Yo te he redimido.»

(Ieshaiá / Isaías 44:22)

Es clarísimo y sin dudas el sentido de estas palabras proféticas, indelebles y siempre ciertas.
Ningún pecador está desamparado, ya que siempre está el Padre celestial esperando para que el pecador «vuelva a Dios», es decir, se arrepienta sinceramente.
Cuando ese arrepentimiento total y sincero se produce, todas las perversiones, pecados y errores del pasado son borrados, son evaporados, tal como se disipa la nube de la tormenta cuando el poderoso viento actúa.
Aquellos actos negativos de los que uno se arrepiente de verdad, quedan en el olvido, en el pasado muerto.
La perfecta memoria celestial los quita, para que no interfieran más, para que no sigan dañando y perjudicando.
Tal es el poder maravilloso de la «teshuvá», del arrepentimiento sincero.
Nosotros no podemos llegar a comprender como se produce este misericordioso proceso, ya que solamente el Altísimo tiene el conocimiento de ese secreto trascendental (Ieshaiá / Isaías 55:8). Pero, nosotros tenemos confianza en que esto ocurre, ya que el Eterno no es hombre que mienta, ni mortal para olvidar Sus promesas (Bemidbar / Números 23:19).
La palabra del Eterno es eterna, es certera, no defrauda, tal como dijo el profeta:

«la palabra de nuestro Elokim permanece para siempre.»
(Ieshaiá / Isaías 40:8)

Por tanto, si el Padre celestial ha declarado numerosas veces que el arrepentimiento sincero es el cauce para limpirse del pecado, no existe otra alternativa, no hay otro dogma o creencia que lo pueda contrariar. Dejar la mala senda, aprender el camino que Dios ha dispuesto en Su Torá inmutable y hacer lo que Él nos ordena. Tal es la vía del arrepentimiento, del retorno, de la vida eterna.
Prestemos atención a una de esas decenas de veces en las cuales el Tanaj nos anuncia el poder profundo del arrepentimiento sincero:

«Enseñaré a los perversos Tus caminos, y los pecadores retornarán a Ti.»
(Tehilim / Salmos 51:15)

Así pues es el camino de acceso al abrazo con el Eterno. Sin necesidad de sacrificios de seres vivos, sin derramamiento de sangre, sin dolores mortales, sin fe en tal o cual intercesor, sin rituales vacíos de espiritualidad, sino solamente con la corrección de la propia conducta, el apartarse de lo malo para hacer lo que Dios ha declarado como bueno (Tehilim / Salmos 34:15). Para vivir de acuerdo a lo que la Torá dictamina y los Sabios verdaderos de Israel han instrumentado como «halajá», es decir, la normativa de vida (Devarim / Deuteronomio 17:10).
Tal es el camino de la Vida, en Este Mundo y en el Venidero, el camino del conocimiento de la Torá, de la observancia y aplicación de los mandamientos que el Eterno nos ha ordenado que cumplamos, y que están reglamentados en el código que denominamos «halajá» (Devarim / Deuteronomio 30:15-16). Y, cuando hemos errado la senda, o nos confundimos, o se nos ha antojado hacer algo equivocado, entonces, tenemos la senda del arrepentimiento sincero, de la humildad para reconocer nuestra falta y de nuestra valentía para asumir un cambio de actitud y accionar (Devarim / Deuteronomio 30:2). Ese es el camino que Dios ha indicado de la «salvación» espiritual, del crecimiento como personas, del «Tikún Olam» (perfeccionamiento de lo creado).

En el pasado, y tal como encontramos en nuestra parashá, existía el sistema de sacrificios rituales en el Templo. Estos sacrificios tenían la finalidad de que la persona comprendiera la magnitud de su lejanía espiritual de la senda correcta, para de ese modo rectificar su conducta, comprometerse para actuar bien, hacerse responsable de los actos de su vida.
Los sacrificios de animales se han interrumpido por el momento, ya que no tenemos Templo.
Pero, en la próxima Era Mesiánica se retomarán, tal como ha sido profetizado.

Sin embargo, en esa futura Era de belleza e integridad espiritual (Ieshaiá / Isaías 54:13) ya no habrá necesidad de sacrificios para expiar culpas, puesto que nadie cometerá adrede pecados, las rebeliones habrán desaparecido, el mal habrá sido quitado (Ieshaiá / Isaías 54:17).
Pero, quedarán los sacrificios de agradecimiento, y aquellos que celebran ocasiones, y los que vienen a corregir errores involuntarios (Iejezkel / Ezequiel 45:17).

Y estará, firmemente cimentada y vivificada la relación con el Eterno, pues el conocimiento de Su existencia será universal (Zejariá / Zacarías 14:9)

Mientras tanto, mientras anhelamos la Era Mesiánica y la vamos construyendo de a poquito, tenemos a nuestro alcance la poderosa herramienta de la «teshuvá», el arrepentimiento sincero.
¿Seremos capaces de emplearla para rectificarnos y por lo tanto ir rectificando nuestro mundo?

¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Qué sepamos construir shalom!

Moré Yehuda Ribco

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