Egipto fue muy importante en la identidad israelita del comienzo del pueblo, pero era necesario extirpar lo nocivo (impuro) que de allí provenía para permitir que fuera la LUZ la que resplandeciera.
Así el Eterno ordenó abstenernos de JAMETZ durante los días de PESAJ. Festejamos, celebramos, recordamos, revivimos, nos comprometemos, pero hay un algo que no podemos. Eso que es tan peculiar a la cultura egipcia de aquella época, el JAMETZ.
Pasan unos cuantos días y llega la primera culminación de PESAJ, con la festividad de SHAVUOT, en la cual se nos entregó la TORÁ. Y entonces, de acuerdo a la costumbre no dormimos en su noche. Así pues, festejamos, nos alegramos, estamos dichosos, nos sentimos extasiados con este gran regalo de espiritualidad pero hay una necesidad física, que es también un placer, que por un tiempito queda por fuera de nuestro deleite.
Luego son unos meses los que pasan, hasta la siguiente festividad “bíblica”, la de ROSH HASHANÁ. Es un momento de elevación, de reflexión, de sabiduría, de TESHUVÁ, pero también para deleitarnos con alimentos y la compañía de familia y amigos. Pero, tampoco ahora la felicidad es completa, porque es también el día del JUICIO, en el cual las acciones de todas las criaturas son escrutadas y sopesadas por el JUEZ. Cuando somos conscientes de esto, nos entra un poco de temblor, de pavura quizás, porque no somos perfectos y no sabemos el alcance de nuestros actos que pudieran haber causado daños que ni siquiera imaginamos. Por ello, estamos entre serenos y dubitativos, festivos pero ceremoniosos.
Unos poquitos días después, otra fiesta ordenada por la TORÁ para los JUDÍOS, IOM KIPUR. Es tanto el esplendor de esta jornada sagrada que no comemos ni bebemos, no mantenemos relaciones sexuales, no nos lavamos, no usamos maquillaje, perfume y otros placeres corporales. Es un día dedicado al espíritu, tal y como si fuéramos ángeles. Por supuesto que está la alegría presente, porque presentimos la misericordia del PADRE, estamos trabajando en TEFILÁ, TESHUVÁ y dedicamos energías para la TZEDAKÁ. Alegría rumbo a la plenitud, pero al dejar de lado lo corporal, nos falta algo.
Entonces al final llega la fiesta que es el tiempo de nuestra alegría, SUCOT. ¿Será ahora el tiempo para celebrar sin restricciones extras?
Pues… no. Ya que se nos pide salir de nuestras casas de siempre para pasar a residir en chocitas endebles. Sí, es solo una semana. Sí, es una bella MITZVÁ. Sí, tiene sus placeres la SUCÁ, pero, estamos ahí, no en el living de casa.
Hasta que por fin, alcanzamos la última fiesta ordenada por la TORÁ, la de SHMINÍ ATZERET, que en Israel también corresponde en ese mismo día a SIMJAT TORÁ.
Es una fiesta sin motivo histórico, simplemente Dios nos quiso regalar un día para la licencia, para la celebración y festejo sin estrés.
Podemos comer jametz, dormir, estar complacidos, dentro de casita, darnos tiempo para disfrutar solos y con otros.
Y a esto le sumó la tradición judía el bailar con la TORÁ.
A diferencia de otros días, en los cuales se insta a abrir la TORÁ y profundizar en su lectura y estudio, en SIMJAT TORÁ se lee como parte del ritual, pero no es lo central (según la costumbre popular), ya que lo principal es (a ojos del pueblo) estar danzando en rondas con los rollos de la Torá, felices, cantando, brillando, disfrutando como un novio con su novia en el día de la boda.
Un día de completa alegría.
Quiera el Eterno que podamos salir de nuestros Egiptos, liberar la LUZ de nuestra NESHAMÁ, pasarla bien en todas y cada una de las festividades.
Que tengamos SHALOM, y lo construyamos.
Que seamos benditos, y de bendición.
Me parece genial, nosotros vivimos «de fiesta en fiesta» & nuestras fiestas son muy alegres & llenas de alegría. Me gusta este enlace porque muchas personas dicen que yo soy aburrido simplemente porque no celebro fiestas paganas e idólatras como la navidad entre otras. Vivimos de Fiesta en fiesta & nuestras fiestas son las mejores.