El Eterno nos cuenta que Él creó el universo y todo lo que en él había en su inicio en siete días.
Días que son realmente períodos de tiempo indeterminado, pero indudablemente no corresponden a 24 horas terrestres, aunque hay sabios que dicen que así fuera.
Él escogió qué contarnos de aquel proceso extraño e incomprensible para nuestra mente y lo hizo de manera sintética, sin dar detalles ni pretender dictar verdades científicas.
Luego florecieron las interpretaciones, algunas válidas y otras meros disparates de gente descaminada.
Vamos a entrar a una de las beneficiosas:
1º Luz, cielos y tierra | 4º Astros |
2º Aguas |
5º Seres marinos y aves |
3º Tierra | 6º Animales terrestres, casi al final el ser humano |
7º Shabat, el Creador cesó de crear. |
Como ves, se pueden dividir en cuatro fases que no son consecutivas.
En la primera parte de las tres primeras fases se origina un hábitat, en la segunda parte de cada una de esas fases se puebla.
Es decir, tenemos la preparación y disposición del medio físico para luego ubicar en él los seres vivos correspondientes.
Como sabemos, la relación de componentes físicos y seres vivos es lo que modernamente se denomina “ecosistema”.
Es decir, la Torá nos presenta la creación de manera que del caos adviene el orden, y con él la mayor organización y perfeccionamiento de lo creado.
Veamos:
Fase 1: Creación de la energía y la materia con la expansión del espacio/tiempo – Aparición de los cuerpos celestes que lo pueblan (existen tradiciones que los consideran como seres vivos, no abundaremos ahora en el tema).
Fase 2: Las aguas se diferencian de la materia previamente creada – La vida que pulula en este medio físico y luego aquel que evoluciona a partir de ellos.
Fase 3: El suelo brota – La vida terrestre surge y termina produciendo al ser humano. El Hombre aparece como “corona de la Creación”, como el príncipe que es el hijo predilecto del Rey.
Luego entramos a la cuarta fase, que es en esencia diferente a las anteriores. No se subdivide.
Fase 4: El Creador al cesar de crear deja espacio a que se desarrollara Su creación, dando al ser humano un rol protagónico, precisamente por ser el príncipe a cargo del palacio del Padre.
Todo este ecosistema universal está regido por las leyes naturales, que son una creación también de Aquel que creó.
Asimismo impuso leyes espirituales, que son los códigos que cada NESHAMÁ requiere para cumplir su propósito específico al encarnar como persona en este mundo. Esas leyes espirituales dan sentido a la existencia, materializan la Presencia que se ocultó desde el inicio del Séptimo Período. Esas leyes ponen en contexto a las leyes naturales y posibilitan que hagamos un uso responsable y beneficioso de la creación completa.
El mundo natural obstaculiza la toma de conciencia de la NESHAMÁ y por tanto el conocer y respetar las leyes espirituales, por tanto el Eterno entrego el código espiritual de manera explícita para ser tenido en cuenta y cumplido.
Para la gran mayoría de la humanidad ese código es la Torá Noájica, con sus Siete Mandamientos Universales. Es la expresión del código que cada gentil porta en su NESHAMÁ desde antes de ser concebido y hasta después de haber partido de este mundo.
Para los judíos el código es más espeso y amplio, requiere mucho más estudio, esfuerzo, dedicación, compromiso, trabajo y se encuentra en la Torá Judía y sus reglas son los 613 mandamientos para el pueblo judío.
Cuando conocemos los mandamientos que nos corresponde, según seamos judíos o gentiles, y los cumplimos, entonces estamos llevando nuestra vida terrena a estar en sintonía con nuestra personalidad etérea y universal.
Es la única manera que definió el Creador para que actuemos como socios en este ecosistema cósmico y pongamos orden a nuestra vida y entorno.
Por supuesto que el código explícito también puede estar olvidado, o nunca haber sido aprendido. Pero igualmente, en nuestra fibra más sagrada el código está vivo y hablándonos para que lo cumplamos. Sea que lo sepamos o no, lo creamos o no, lo queramos o no.
El código de la NESHAMÁ gentil es los Siete Mandamientos, desde el profundo ser se le dice a cada gentil que los cumpla, aunque ni siquiera tenga idea de que es lo que está haciendo.
Así como para los judíos esa vocecita de la NESHAMÁ clama para que cada uno se haga cargo de lo que le toca de los 613 mandamientos.
Mientras estemos en la cuarta fase, en el Séptimo Período, estaremos en confusión, porque el Eterno nos dejó a cargo y dependemos de nuestra voluntad para actuar como hijos de Él o no.
Al llegar el octavo día de la Creación, el comienzo de la nueva semana universal, habrá una conciencia diferente al punto que parecerá una nueva Creación, aunque sea la misma pero experimentada desde un punto de vista diferente.
Ese próximo día ya ha amanecido, se llama Era Mesiánica, una de cuyas señales es el renacimiento de un Estado de Israel, junto a otras profecías verdaderas de la Era Mesiánica que se vienen realizando.