La tierra sabe

Un interesante pasaje del Talmud, en Sanhedrín 98a:


Y el rabino Abba dice: «No tienes manifestación más explícita del final de los días que el siguiente fenómeno, como se afirma:

«Pero vosotros, oh montes de Israel, daréis vuestras ramas y produciréis vuestro fruto para mi pueblo Israel, porque ellos están a punto de venir.»
(Iejezkel/Ezequiel 36:8)

Cuando los productos crecerán en abundancia en Eretz Israel, es una indicación de que el Mashiaj vendrá pronto.

Durante casi dos mil años la tierra de Israel parecía muerta.
Es que, sus legales y espirituales habitantes habían sido expulsados y negado su regreso.
Los pocos judíos remanentes, no tenían la fuerza para hacer vibrar las entrañas de esta tierra para que retorne a la vida.

La otrora tierra de la cual manaba leche y miel, lugar pleno y de abundancia, ahora sin sus hijos permanecía estéril, amargada, imposible de florecer.
Durante muchas generaciones de ocupantes extranjeros, de los cuales los así llamados palestinos son ejemplos muy muy muy cercanos en el tiempo, la tierra se negaba a renacer, retenía su riqueza y belleza porque esperaba con fidelidad el regreso de sus hijos, los verdaderos dueños del lugar: los hijos de Israel.

Es que la tierra estaba sufrida por la falta de sus hijos y cumplía con fidelidad la Voluntad del Eterno, quien había declarado a través de su santo profeta:

«La generación futura, vuestros hijos que se levantarán después de vosotros y el extraño que vendrá de tierras lejanas, cuando vean las plagas de aquella tierra y las enfermedades que el Eterno habrá hecho brotar en ella, dirán: ‘Toda su tierra está quemada con azufre y sal. No puede ser sembrada, ni producirá; y en ella no crecerá ninguna planta, como cuando fueron trastornadas Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboím, las cuales el Eterno destruyó en su ira y su furor.’
Y todas las naciones preguntarán: ‘¿Por qué ha hecho así el Eterno a esta tierra? ¿Por qué razón se ha encendido este gran furor?’»
(Devarim/Deuteronomio 29:21-23)

Así estuvo la tierra de Israel angustiada y asfixiada, en espera sufriente hasta que volvieran los hijos exiliados.
Entonces, de pronto, como si fuera un miagro se comenzaron a cumplir las profecías positivas, aquellas que van demostrando el nacimiento de la Era Mesiánica.
La tierra volvía a la vida, dotando de abundancia y bendición a sus verdaderos dueños, los judíos.
Aquellos que con esfuerzo y lealtad estaban retornando a la senda, a la tierra.
Se estaba poniendo en evidencia la verdad de las profecías, la fidelidad del Eterno a Sus promesas.

La tierra de muerte ahora estaba siendo tierra de promisión nuevamente.
Estaba asistiendo al nacimiento del moderno Estado de Israel, del cual celebramos jóvenes y místicos 70 años.

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