Al leer y analizar el último texto que publiqué en SERJUDIO.com, un atento e inteligente amigo me dijo/comentó/preguntó: “y la frase final de los tiempos la entiendo como apocalipsis”.
No me pondré a analizar el concepto de apocalipsis, ya que el mismo es por completo ajeno al judaísmo y que en nada se relaciona en verdad con la visión de los profetas de la Verdad.
Es decir, no me compete hablar del tema aquí y lo más importante, ni tiene un punto de sintonía con la Era Mesiánica, que es la referida por lo general como “fin de los tiempos”.
Cuando nos ponemos a pensar desde el conocimiento de la Inteligencia Espiritual, nos damos cuenta de que relacionar “final de los tiempos” o “final de los días” (que es lo mismo), con el llamado Apocalipsis es evidencia de haber estado sometido a la influencia doctrinaria del cristianismo, en mayor o menor medida y por consiguiente haber internalizado sus dogmas, ideología, cosmovisiones, etc. al propio Sistema de Creencias.
Esto es, el cristianismo habla dentro de nuestra cabeza, desde ese cúmulo caótico e irracional que es el Sistema de Creencias.
Sea que seamos cristianos o no.
Sea que estemos vacunados en contra de sus doctrinas, como es mi caso en particular, o sea que uno se afilie a las mismas y las viva con dedicación.
Porque el cristianismo está inserto en todas partes en nuestras sociedades, hasta en las más laicas, para bien o para mal.
Eso no quiere decir que estemos de acuerdo con el cristianismo, pero que moléculas (o galaxias) del mismo están en nuestros Sistema de Creencias, es un hecho. Ejemplo, vivimos el tiempo marcado por el imperialismo cristiano (calendario gregoriano), estemos a favor de ello o no, no tenemos más remedio que hacerlo o nos quedamos por fuera del “mundo”. Hasta en Israel es imprescindible usar dicho calendario, que no deja de ser un canal de difusión de la idolatría. Otro ejemplo, ha cundido la idea, hasta entre gente culta y cumplidora de preceptos, que el judaísmo es una religión, cosa que no es así en lo más mínimo, pero igualmente la creencia persiste y se afianza. Podemos seguir enumerando varios ejemplos de intromisión del cristianismo en nuestros Sistema de Creencias, pero espero que estos dos hayan servido de muestra.
Algo parecido sucede con el asunto este del Apocalipsis, aunque el que emplee el término sea agnóstico, ateo, conocedor de Torá, o quien fuera, ahí está el bichito carcomiendo desde la entraña cerebral con sus falsos postulados y aseveraciones mil veces repetidas que terminan por formar una apariencia de verdad.
¿Se entendió el punto?
Ahora, vamos a lo nuestro, el fin de los tiempos o AJARIT HAIAMIM.
Como dijimos, es una de las maneras clásicas con la que se puede denominar a la Era Mesiánica, aunque de acuerdo al contexto pudiera indicar otra cuestión.
NO trata de la salvación personal, ni de visiones sobrenaturales, ni de vidas en mundos inmateriales; sino, del verdadero reino del Eterno en la tierra. En esta tierra, con las condiciones macadas por las leyes naturales, con los altibajos propios de la vida finita y material. Sin olvidar las circunstancias netamente humanas, como la persistencia de conflictos, errores, ambiciones, intereses que parecieran interferir la expansión del código espiritual en el mundo.
Es la época en la que prima la redención NACIONAL, en primera instancia de la nación judía; lo que conllevará la redención paulatina del resto de las naciones del mundo (los goim o gentiles).
Esto permitirá alcanzar mejores niveles de desarrollo multidimensional, lo que dará como resultado una mayor sintonía con el mundo espiritual, lo que traerá sin dudas también “la salvación personal” (que evidentemente, NO tiene mucho que ver con el concepto cristiano).
La Era Mesiánica representa el cambio de la era anterior, el final de una manera de comprender y vivir.
Con el despertar de la conciencia y el trabajo por vivir en sincronía con la NESHAMÁ, lo que marcará el ritmo será la ética/espiritualidad, que no debe confundirse con la moral.
Al estar pensando, hablando, actuando espiritualmente necesariamente estaremos construyendo SHALOM, en todo momento con bondad y justicia.
La corrupción provocada por el EGO del hombre será contenida y delimitada, lo que abre incontables fuentes de recursos para ser manejados solidariamente, efectivamente, proactivamente, provechosamente.
Porque el EGO estará cumpliendo su función y no estará más en el lugar del que domina nuestras existencias.
Será la NESHAMÁ nuestra capitana y quien instruya al intelecto depurado las directivas que servirán para alcanzar buenos puertos.
Entonces, será evidente que Dios es el Uno y Único.
Nadie andará predicando religiones, porque todos habrán captado la falsedad de todas ellas.
Pero tampoco nadie andará predicando la Torá y los preceptos, porque cada uno tendrá bien en claro cuál es el código espiritual que le corresponde y estará haciendo lo posible para vivir de acuerdo al mismo.
Los noájidas sabrán los Siete Mandamientos Universales, los verán en todo su maravilloso esplendor y no lo sentirán como un pobre despojo en comparación con la Torá judía. Se deleitarán con sus mandamientos, sin andar buscando ni en religiones ni en el judaísmo, porque están saciados y felices con su excelente porción, la cual es el noajismo.
Los judíos tendrán conciencia del código espiritual que está estampado en la Torá, sin necesidad de que vengan a enseñarles ni andarán detrás de los falsarios que venden religión como si fueran santidad y verdad.
Sin dudas será una gran Era, en donde todos afirmarán con sinceridad que el Eterno es el Dios de toda la tierra, Uno Él y Uno Su Nombre.
Tal cual afirman los profetas de la verdad, y no los mercaderes de la fe ni los estafadores religiosos.
El Uno y Único reinará por siempre, porque en la vida de cada uno estará reinando la NESHAMÁ, que es “Su Presencia” en cada ser humano.
Al percibir esa unidad, no habrá lugar al odio, ni rencor, ni venganza, ni burla, ni opresión, ni engaño, ni todas las cosas malas que vienen producto de la separatividad ilusoria en la que vivimos.
Sabernos y sentirnos unidad estimulará, sin dudas, la construcción permanente de SHALOM. Esto tampoco será necesario predicarlo, pues actuará de manera natural desde la raíz de cada uno.
Entonces, los miles de textos que tengo publicados sobre el asunto servirán para enseñar la triste historia de esta era, la del amanecer de la Era Mesiánica (y las anteriores), en las cuales había que batallar todos los días para dar a conocer la identidad espiritual noájica y judía, la existencia del código espiritual para cada uno, la imperiosa tarea de construir SHALOM, no caer presos del EGO… todo ello será solo pasado, historias viejas para gente saludable, con una salud imposible de imaginar para nosotros.
Es un hecho que está ya ocurriendo, pues nos hemos introducido en el final de los tiempos.
Los 70 años del Estado laico de Israel es una manifestación contundente de esta realidad.
El Creador está operando para que suceda, nosotros somos Sus socios.
Por tanto, podemos ser parte activa y coherente de la Obra, o ser movidos a contribuir a nuestro pesar.
Pues, hay dos maneras de encontrar la senda de la elevación: por medio de la virtud o por medio del sufrimiento.
Por la virtud, aprendemos a construir SHALOM y lo realizamos. Aunque cueste, aunque todo se nos oponga, al final se impone la virtud.
O por la destrucción, en donde el EGO es molido muy a nuestro pesar, entonces se materializa la Era Mesiánica.
Como último detalle, no habremos de ver grandes cataclismos, revoluciones, milagros públicos. Sino que lo que tomamos como natural o casual estará a la vista, siendo ello el mejor milagro posible.
No dejemos de hacer activa y coherentemente nuestra parte.
simplemente fascinante!! este articulo