No ocultar el miedo, reconocerlo, aceptarlo, darle un lugar, describirlo, tomarlo en cuenta, ponerle un nombre.
Es muy importante dejar de correr, no pretender escapar, porque será imposible hacerlo y con ese intento de fuga solamente le damos más poder al miedo.
Importante ponerle un nombre, no tiene porque ser un nombre propio, puede ser una acción, idea, sensación, lo que sea que sirva para sacarlo del anonimato.
Como paso siguiente, darle la bienvenida.
Sí, parece raro, pero vamos a no pelearnos con el miedo, porque lo único que hacemos peleando con él es regalarle nuestro poder y malgastar recursos propios que podríamos mejor emplear en cosas provechosas.
Tercer paso, hablar con el miedo y preguntarle qué nos quiere venir a enseñar.
El miedo nace de una fantasía nuestra, nos imaginamos una impotencia en el futuro.
Por tanto, tenemos que saber qué de nuestra personalidad se siente débil, incapaz, dudosa para enfrentar ese futuro que imagina terrible.
Démosle voz y oportunidad para ser tomado en cuenta.
Porque, no se callará si pretendemos que no existe, sino que al revés, hará mucho más ruido, de diversas formas, para que le prestemos atención.
Recuerda, aquello de lo que se tiene miedo no existe, es la fantasía de una impotencia futura. Es decir, de algo que ahora no tiene presencia. Pero, el sentimiento de impotencia está presente, derrochando tu energía ahora.
Así pues, detén el gasto innecesario y reordena tus recursos para utilizar todo tu poder en sentirte bien y ser exitoso.
Cuando comprendimos el mensaje, es decir, el foco que presiente una debilidad a futuro, es el momento del siguiente paso.
Aquí desnudaremos la realidad del miedo.
Te lo explico: si eso que imaginamos podría concretarse de alguna forma, entonces es tiempo de hacer ahora los cambios que nos ayuden a tener poder, allí donde estamos fantaseando que seremos impotentes.
Por ejemplo, si el miedo es a no tener seguridad al momento de hacer una presentación de negocios y por tanto dar una pésima impresión al cliente: ¿cuál crees que es la respuesta racional, práctica, beneficiosa que puede tomar ahora a partir de haber dialogado con el miedo y encontrado su foco? Es decir, no huimos de nuestra imaginación, ni agigantamos a los enanos que tememos, sino que usamos el razonamiento y el poder mental para equilibrarnos emocionalmente y desde allí encontrar mejores alternativas a reaccionar ciegamente al miedo.
Si no contamos con alternativas para una situación como la imaginada y que provocó el miedo, con este diálogo interno, con esta búsqueda de diferentes caminos, igualmente estamos logrando asumir nuestro poder, porque hemos reconocido la impotencia real y no la imaginaria, y por tanto ya no tenemos necesidad de correr espantados por el miedo, sino de fluir y aceptar. O evitar coherentemente aquello que puede ser evitado y no es necesario padecer. ¿Se entiende?
Ejemplo: si una vez casi nos ahogamos en la piscina y ahora solo de pensar en entrar en una con poquita agua ya nos viene el chucho de miedo. ¿Qué tenemos que hacer?
Reconocer ese recuerdo traumático, charlar con nuestro inconsciente, ver qué podemos hacer para que no vuelva a suceder. Podría ser tomar clases de natación. O hacer terapia sicológica. O sencillamente, atrevernos a entrar a la piscina, aunque sea con flotadores y seamos personas grandes. Buscar la vuelta para no oprimirnos por imaginaciones. Y, si no hallamos respuesta, la respuesta es fluir, aceptar, no reaccionar desde la impotencia sino usarla para ser poderoso.
Habiendo encontrado alternativas para no caer en impotencia, tenemos ahora el paso de encontrar cómo no volver a caer en este miedo en el futuro.
Porque mostramos a nuestro Yo Vivido que sí tenemos recursos y poder, que no es necesario temer.
Dialogamos, curamos nuestro ser interior, nos llevamos a estar en armonía con nuestro Yo Esencial.
Nos reconocemos en nuestro poder, así como en nuestras verdaderas limitaciones.
Porque no nos dejamos atrapar por las falsas limitaciones, que son aquellas que nacen de las quejas del EGO que nos quiere sumir en impotencia.
Por último, dale gracias al miedo y despídelo para que no vuelva.
Te amigaste con él, lo hiciste desvanecerse y desaparecer.
Ahora su energía ha vuelto a donde corresponde, a que la puedas aprovechar en cosas positivas.
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