Como en (casi) toda conducta negativa, también en los acosadores u hostigadores encontramos al EGO en la base de su acción perversa.
Esta gente típicamente está movida por su necesidad de reasegurarse ante sus propias inseguridades, de amurallarse para no sentir sus miedos, de hacer de cuenta que son fuertes y competentes cuando en verdad se sienten sumergidos en impotencia e incapacidad.
La senda saludable para dejar de lado estos terrores sería desarmar las trampas del EGO, hacer luz sobre los puntos oscuros, salir de la celdita emocional en la que está encerrada la mente, hacerse cargo de su vida, todo lo que sea oportuno para ser pleno en la multidimensionalidad.
Pero, desde lo más primitivo se opta por la senda enferma, la que encadena, la que empobrece, la que maltrata, la que se aprovecha de los objetivos vulnerables, la que victimiza, la que violenta, la que da excusas, la que miente, la que fantasea, la que es religiosa aunque destrata a la imagen de Dios que hay en cada persona, actúa de todas estas maneras para crear una imagen falsa de superioridad, una irrealidad de poder que sirve para compensar los verdaderos sentimientos del acosador.
Su conducta maliciosa expone las debilidades, reales o inventadas, de otro, para de esa forma escapar a tomar contacto con sus propias carencias.
Ignorando su ser, centrándose en maltratar a otro, es como no se hace frente a sus verdaderas dificultades, ni emprende acciones valederas para superarlas.
Así, conducido por el EGO, el acosador es atraído por individuos que parecen emocionalmente inseguros, o que no han desarrollado lazos sociales robustos.
Al enfocarse en aterrorizar a esta clase de víctimas, se sigue en la ignorancia de su propia debilidad, se rechaza cualquier posibilidad de sanar y ser mejor.
Entonces, no es de extrañar la saña con la que actúan los acosadores, su constancia en la maldad, la crueldad con la que operan, la insensibilidad, el indisimulado regocijo con el dolor sufrido por sus víctimas. Tampoco resulta extraña la mentira, la falsedad, el aplomo para negar lo evidente.
Es un gran acto de tortura que emana de la propia impotencia, se aprovecha de la debilidad ajena, y ahonda en la propia impotencia pero con disfraz de poder y dominio sobre la víctima.
Ciertamente alguien equilibrado, que tiene al EGO sometido y no es esclavo del mismo, difícilmente adoptaría un estilo de vida de hostigamiento.
Se resolverían los conflictos de otra manera, se buscaría la construcción de Shalom y no la destrucción del que se presenta como indefenso o carente.
Tengamos esto presente, puesto que el bullying está siendo una plaga actual, en todos los estratos sociales, doquiera que fijemos la atención.
Está generalizada y bastante emparentada con la tremenda ola de violencia, inseguridad, crímenes, marginalidad, decaimiento que se ha apoderado de la humanidad.
Advertimos que un acosador raramente apunta su artillería en contra de un niño (en realidad persona de cualquier edad) que es genuino, armonioso, confiado, con una autoestima saludable.
Es que los acosadores en el fondo (y ni tanto) están intimidados por la onda positiva que emana desde el centro de la personalidad de un individuo saludable.
El hostigador rehúye confrontar con alguien que se planta firme en su identidad, que se conoce, que se valora, que no se inventa disfraces para huir de quien es.
El hostigador le teme al que está confiado y seguro y que desprende un aura de poder.
Porque el EGO del acosador sintoniza con el EGO de las víctimas, para someter impotencia con impotencia.
Entonces, cuando queremos vencer a un hostigador, quizás no debemos centrarnos en aprender llaves de artes marciales, o sacar mucho músculo, o adquirir habilidades de esgrima verbal, o salir corriendo a esconderse detrás de la autoridad. Todo esto podría llegar a ser útil y necesario, pero no es lo esencial.
El poder es lo esencial.
Quitar el dominio del EGO sobre nuestra vida.
Reconocer las cáscaras y las máscaras que recubren nuestro Yo Auténtico, para no confundirnos y pensar que somos eso.
Descubrir la potencia infinita de nuestro Yo Esencial.
Desarrollar a pleno nuestra multidimensionalidad.
Aprender a conocernos, para querernos y cuidarnos.
Dejar al EGO como un siervo y no más como el tirano que está gobernando nuestra existencia.
No es tarea sencilla, nunca lo es.
Pero tampoco es imposible.
Hemos ido brindando diferentes técnicas y herramientas, te aportamos de conocimiento y teoría, todo ello está a tu disposición para que construyas Shalom de dentro hacia fuera.
También es bueno que ayudes a tus hijos a desarrollar el sentido de su valor, que aprendan a confiar, que estén preparados para comunicar y no para ocultar, que sepan que son bellos aunque imperfectos, que entiendan que caer es normal y que levantarse es lo que realmente cuenta.
Dales cariño, márcales los límites necesarios y saludables, delimita lo que es bueno de lo que no lo es.
Aprende y enseña a que confíen, a que hagan, a que enfrenten con determinación, a que expresen a través de la Comunicación Auténtica.
Cuando la persona está en armonía, ha construido una base sólida de Shalom en su interior, no se altera por las ofensas… ¡es que ni siquiera las siente como ofensivas!
Sabe promover la justicia, porque dar la otra mejilla a veces es apropiado, pero siempre es de sometidos al EGO.
Sabe responder con silencio, frialdad o acertada puntería a las agresiones, de acuerdo a lo que fuera provechoso en la ocasión.
No se desestabiliza por los ataques, porque se sabe sólido como una roca, flexible como agua, veloz como viento, acertado como pulso de cirujano.
Una persona así no es movida por las agresiones del acosador, quien no se mete con él, quien escapa ante su presencia que irradia autoridad.
Enseña a tus hijos a valorarse, no solamente con palabras, sino a través de tu conducta.
No los debilites metiendo el dedo una y otra vez en sus llagas de impotencia.
No te asocies, o subordines a su EGO, para no dejarlo en estado de inoperancia a tu hijo.
Recuerda que todos, todos, somos hijos de Dios, no importa lo que se haga o se crea.
Por tanto, hasta el acosador es uno, un hermano.
Pero, está encarcelado a su EGO.
Si bien los problemas los genera el acosador, no es a él a quien tienes como real enemigo, sino al EGO.
El acosador está haciendo daño, y debe ser detenido sin más. Aunque sabemos que en el fondo es un desgraciadito, un pobrecito, un lisiado emocional. Esto no es excusa para dejarle operar con su acostumbrada perversión, pero sí es una herramienta más para no caer en las trampas del EGO.
Me encantaría saber tú opinión, anécdotas, ideas, etc.
Hasta luego.