Dios recuerda

«Me he acordado de Mi pacto.»
(Shemot/Éxodo 6:5)

En varias oportunidades el Eterno se menciona a Sí Mismo como “aquel que recuerda”.
Es una cuestión bastante evidente, cuando tomamos en consideración que Él es omnisapiente, es decir, que todo lo sabe. Un “Alguien” que todo lo sabe, todo absolutamente todo, pasado, presente y futuro, por supuesto que recuerda también completamente todo.
Entonces, ¿con qué intención el Creador se anuncia como memorioso de Sus pactos?

Vamos a dar algunas posibles respuestas ahora, que no se contradicen sino que se complementan.
La primera.
Dios está anunciando que es ahora el tiempo indicado para que ponga en funcionamiento aquello que acordó en Su pacto; es decir, no está hablando de si tiene memoria o no, sino de que ha llegado el momento que tenía que llegar para que lo pactado sea relevante.
Pongamos un ejemplo simplón. Un papá le dice a su hijo que cuando éste cumpla 18 años, él le dirá un importante secreto familiar.
Cuando llego el decimoctavo cumpleaños del crío, el papá le revela el tal secreto, por tanto cumplió lo prometido, por tanto “recordó el pacto” que había sellado tiempo atrás.
En el caso que nos convoca, el de Dios diciendo que recuerda Su pacto con los israelitas, está indicando que llegó la época del cumplimiento, que ya no se debe esperar más.

La segunda.
Dios declara que Él ahora recuerda para obligar a la persona a que recuerde, a que el humano se ponga al tanto de lo que el Eterno quiere que sepa.
Es como una hábil maestra que estimula positivamente a su alumna, que lo incentiva para que sea el niño quien vaya descubriendo y revelando el conocimiento y que no lo viva como una imposición, una cosa ajena que se le ordena a que tome para sí.
Entonces, el Eterno dice recordar lo que lleva al receptor del mensaje a que tome conciencia de algún punto de interés actual.

La tercera.
El ser humano olvida, ¡gracias a Dios por ello!
Bien sea porque la persona no fue refrescando el recuerdo y por tanto fue perdiendo el registro, o por alguna enfermedad orgánica que causa olvido, o por algún bloqueo emocional, es propio del humano no recordar.
Pero con el Eterno eso no ocurre, Él recuerda sin olvido.
Él tampoco está sometido a esa limitación, por tanto todo queda registrado “en el libro”, el cual es leído a su debido tiempo.
Nos recuerda en este párrafo el Creador otra de las infinitas diferencias entre Él y nosotros.

La cuarta.
Nuestra memoria no es pura y objetiva, es decir, no recordamos realmente hechos, sino que armamos un relato de fragmentos de recuerdo, los cuales a su vez registramos como parte de un relato que nos hicimos (o hicieron) de “la realidad”.
Para la persona el recuerdo es un trabajo de reconstrucción y recreación, más que de reproducción fidedigna de acontecimientos.
No así con el Eterno, para el cual el recuerdo es fiel, sin cambios, sin errores, sin relatos que reinventan lo sucedido.
Él recuerda, y eso es objetivo y en gran medida cuando nos ponemos a pensar en ello… ¡es terrible para nosotros!

La quinta.
Él nos dice que recuerda para que no pretendamos engañarlo con nuestras excusas y mentiras.
Es tan típico del hombre tratar de escapar de su sentimiento de impotencia por medio de la desconexión con la realidad. Nos inventamos realidades alternativas, que no tienen razón ni sentido, pero que de alguna manera nos parece útil para no sentirnos impotentes. Ante Dios todas esas patrañas caen como un velo descosido para dejar paso a la verdad al desnudo.
Por tanto, recordemos que Él recuerda, así nos comportamos más dignamente, acorde a nuestra calidad de hijos del Creador.

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Dios también eso recordará…

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