PARASHÁ: EKEV
Parashá: Devarim / Deuteronomio 7:2 – 1:25
Haftará: Ieshaiá / 49:14 – 51:3
Seleccionamos de la parashá
1. Nuestras acciones conllevan reacciones. Lo que consideramos un “castigo” de Dios suele ser la necesaria conclusión a lo que hicimos o dejamos de hacer.
2. Es sumamente meritorio agradecer por lo que se obtiene, incluso aunque uno se crea merecedor o que le corresponde.
3. La idolatría está absolutamente prohibida. Son muchas las causas, entre otras porque es engaño, es abrir la puerta a las malas acciones, es justificar el mal, es negar la Autoridad de Dios.
4. Es bueno rezar al Eterno.
5. Israel es la buena tierra que Dios ha dispuesto para que sea hogar del pueblo judío.
6. ¿Cómo se debe evaluar el “éxito”?
Dice la parashá: “No sea que digas en tu corazón: ‘Mi fuerza y el poder de mi mano me han traído esta prosperidad.’ Al contrario, acuérdate del Eterno tu Elokim. Él es el que te da poder para hacer riquezas ” (Devarim / Deuteronomio 8:17-18)
El Ben Ish Jai (Jajam Iosef Jaim de Bagdad, 1832-1909) solía enseñar que: “La gente acostumbra ir en la dirección equivocada. Cuando una persona está valorando sus aspectos materiales, generalmente se compara con otro y piensa ‘esa persona está mejor que yo’, cuando en realidad debería evaluarse en relación con alguien en un peldaño inferior y decir ‘estoy mejor que él, tengo suficiente’.
Cuando está valorando su dimensión espiritual, generalmente busca a uno menos activo y dice ‘yo voy a rezar con minián más a menudo, estudio más Torá, doy más tzedaká, etc.’, cuando deberíamos estar buscando a alguien que esté en algún grado superior, para tomarlo como ejemplo y tratar de imitar a esa persona en sus buenas cualidades”.
No se trata de competir con otros, ni de una carrera en la cual se demuestre que uno es mejor que nadie. Sino en tomar el modelo del que ha encontrado un sistema para perfeccionarse, adoptar ese método, adaptarlo para acondicionarlo a las cualidades propias y usarlo para mejorar. Es una relación en la cual no hay perdedores, pero sí ganadores.
Es bueno verse en otros para aprender a verse a uno mismo, saber dónde está ubicado y proponerse una meta posible para alcanzar.
Relato: El cuento
Como cada noche la niña compartía con su papá la lectura de algún cuentito antes de ir a dormir.
Ella sabía el dibujito de alguna letra, de a poco las iba reconociendo, quizás si se lo proponía hasta podría leerse algún cuento. Pero ella quería esos minutos únicos en toda la jornada. Era el placer de oír a su papá relatando, de las entonaciones que usaba, ver esos gestos, el sentir la risa compartida, ese momento era mágico. Antes de dormir encontraba lo que en todo el día no tenía. Entonces, dormía feliz, satisfecha, abrazada a su osito, llena de cariño, segura, confiada.
Pero, los grandes no siempre viven al ritmo de los niños.
Tiene cosas “más importantes” (acentuar estas palabras cuando se leen en voz alta), quizás un trabajo que terminar ante la computadora, un programa que ver en la tele, un partido de fútbol por el cual angustiarse durante un rato, charlas de negocios, preocuparse por “cosas de adultos”, en fin, cosas de grandes, que siempre son “más importantes” y que no pueden desperdiciarse en cuentitos para niños…
Entonces el padre compró unos cuentos ilustrados que ya venían con su lujoso CD en el cual artistas de renombre narraban las historias para niños.
Tenían efectos especiales de sonido, eran perfectos desde el punto técnico, llenos de arte y calidad (y así habían costado).
Puse la radio con lector de CD encima de la mesita de luz de su hija, le enseñó que botón presionar, cómo escuchar nuevamente, ir a otro cuento, todo lo necesario.
Le dio el besito de buenas noches sobre la frente, para estar en menos de un minuto nuevamente enfrascado en su “más importante” ocupación.
No pasaron ni tres minutos cuando la niñita se apareció junto a él, el libro en la mano y una carita de ángel pedigüeño, para decir: “¿Me lo lees, por favor?”
“Hija, tengo que hacer esto y aquello, usa el CD, ya sabes cómo” – dijo él, mientras la quitaba de delante de la pantalla, porque ella parecía no darse cuenta de que estaba tapando la película.
“Sí, pero quiero compartirlo contigo” –dijo ella casi en un suspiro.
Preguntas para repasar y reflexionar
1. ¿Cómo crees que sigue este cuento?
2. ¿Cuál es la moraleja?
3. ¿Cómo relacionas este relato con el contenido de la parashá?
4. ¿Te parece que esta enseñanza tiene alguna relevancia para la vida cotidiana?
5. ¿Conoces algún otro relato o anécdota que tenga similar contenido?
¡Te deseo Shabbat Shalom UMevoraj! Moré Yehuda Ribco