Alguien debe pararse con firmeza en contra de las manifestaciones del EGO,
porque si no,
¿cómo habremos de desenmascararlo?
Si el EGO obliga a su esclavo
a responder con enojo, evasiones,
es decir, más de lo mismo de siempre,
¿qué podemos hacer?
¿Replegarnos y disculparnos por atrevernos a tratar de ser libres y ayudar a ser libres?
¿Resentirnos y responder con enojo al enojo?
¿Permitir que nuestro EGO sea el que finalmente tome las decisiones?
La firmeza no tiene porqué quitar a la dulzura,
la dureza puede estar acompañada por suavidad,
la determinación clara debe estar libre de agresión negativa,
pero a veces es necesario un fuerte despertador para arrancar al dormido de su siesta sin fin.