En la palabra del Eterno a través del santo profeta, que hubiéramos leído ayer como haftará de Tzav si no hubiese sido Shabat haGadol:
«Más bien, les mandé esto diciendo: ‘Escuchad Mi voz; y Yo seré vuestro Elohim, y vosotros seréis Mi pueblo. Andad en todo camino que os he mandado, para que os vaya bien.’»
(Irmiá/Jeremías 7:23)
Lo deja muy claro el profeta, en nombre del Señor, que ese camino NO ES:
el del ritual,
ni de la sangra de sacrificios,
ni de la fe vacía,
ni la repetición de lemas,
ni seguir salvadores o iluminados redentores,
ni el reuniones de “fieles”,
ni guerras santas,
ni llenarse de refranes y prohibiciones de todo tipo,
ni vestir curiosamente,
ni de ahogar la sana curiosidad,
ni la de esclavizarse a hombres y doctrinas,
ni la de mentar a Dios cada dos palabras,
ni… ¡NADA de la vida religiosa!, si quisiéramos resumirlo.
El Señor se ha encargado con manifiesta claridad de declarar que Él quiere y espera de nosotros que andemos por los caminos que Él nos ha mandado,
esto es,
el de los Siete Mandamientos Universales para cada uno de los hijos de las naciones del mundo,
y lo que corresponde a cada judío de los 613 mandamientos que Él decreto para esta nación en la Torá de Israel.
Con ello,El Creador afirma y no miente: “no irá bien”.
¿Quién se atreve a contradecirlo?
Seguramente que el esclavo del EGO,
aquel que hace de cualquier religión su pan diario,
incluso los que transforman la pureza sagrada del noajismo y judaísmo en cuestiones religiosas.
Porque recordemos que, ni noajismo ni judaísmo son religiones,
aunque un millón de personas las vivan como tales.
El sentido y esencia de noajismo y judaísmo es absolutamente diferente a la religión,
porque no está para esclavizar a nadie, sino para que la persona descubra su propia identidad espiritual y viva acorde a ella.
Ya que, ninguna persona está por completo desconectada del Eterno, por tanto, nadie precisa religarse a Él.
Pero sí precisamos con urgencia y fuerza la TESHUVÁ, que es el retorno.
Volver a ser quien realmente somos, esto es, que nuestro Yo Vivido esté en sintonía con nuestro Yo Esencial.
Que la personalidad “mundana” reverbere con la frecuencia de la NESHAMÁ.
Que todos nuestros actos, pensamientos y palabras sean a la luz de la ética, y no de la moral o sencillamente de las reacciones del EGO.
Que podemos descubrir la plenitud que está en nuestro interior, para así disfrutar de la conexión con el prójimo, con el ambiente, con el Creador.
¡Qué lejos, infinitamente apartado, es el camino espiritual del de la religión!
Precisamente eso es lo que está reclamando Dios en todo el párrafo de esta haftará tomada del santo profeta,
que los líderes y pueblo dejen sus disfraces de superioridad religiosa
para que se vistan con las sencillas y verdaderas prendas que alumbran la existencia,
por ejemplo cuando dice:
«Pero no escucharon ni inclinaron su oído, sino que caminaron en la dureza de su malvado corazón, según sus propios planes. Caminaron hacia atrás y no hacia adelante.»
(Irmiá/Jeremías 7:24)
Sin embargo, el camino ético/espiritual que el Señor nos marca no se ha perdido,
sigue claro y esperando que lo transitemos,
y queda resumido con el firme compromiso de construir SHALOM,
por medio de acciones de bondad y justicia,
en pensamientos, palabras y actos.
Tal como el mismo Eterno resaltar en el clamor del profeta:
«Así ha dicho el Eterno: ‘No se alabe el sabio en su sabiduría, ni se alabe el valiente en su valentía, ni se alabe el rico en sus riquezas.
Más bien, alábese en esto el que se alabe: en entenderme y conocerme que Yo soy el Eterno: quien hace bondad, juicio y justicia en la tierra.
Porque estas cosas Me agradan, dice el Eterno.»
(Irmiá/Jeremías 9:22-23)
A hacer lo que Dios manda en verdad,
y no lo que tu EGO te impone como gran anhelo y esperanza.