Dice el sabio proverbista:
«El temor al hombre pone trampas, pero el que confía en el Eterno estará a salvo.»
(Mishlei/Proverbios 29:25)
He visto a más de una persona que confía realmente en el Eterno, y esto porque cumple con solvencia los preceptos que le corresponde (y por si fuera poco, estudia y aplica al perfeccionamiento de sus cualidades el conocimiento sagrado) y que sin embargo está esclavizada a algún miedo.
¡No es para escandalizarse! Ni para andar armando inquisiciones acusando a buena gente de tener poca confianza en el Eterno.
No va por ahí el asunto.
Dejemos a los borregos las borregadas; a los predicadores que predican porque poco y nada saben; y a los otros vacíos de SHALOM, con las acusaciones destempladas.
Mejor, entendamos y aprendamos.
A pesar de lo que parezca, el miedo es parte del ser humano. Porque, estamos bajo el dominio del EGO, hasta que hacemos el trabajo necesario para doblegarlo y dejarlo funcionando en su punto justo.
Como ya hemos estudiado en varias oportunidades, el miedo tiene existencia solo en tu imaginación.
Es la fantasía que anticipa una impotencia, allí en donde nada la manifiesta.
Consume energías del presente, deteriora la situación actual, y suele llevar a lo que tanto se teme.
¡Y ni siquiera tiene existencia real!
Solamente vive en tu imaginación.
Se nutre de tus pensamientos (recuerda que nosotros definimos los sentimientos como formas de pensamiento primitivo).
Nos dibujamos mentalmente una situación de impotencia y nos paralizamos, tratando de no llegar a ella.
En ese acto ya estamos provocando un desequilibrio, un desgaste, un esfuerzo extra.
Estamos trabajando en perjudicarnos y no en beneficiarnos.
Ten en cuenta lo que mostramos mil veces ya, que ante la impotencia real o sentida, se dispara automáticamente el EGO con sus instrumentos básicos y/o sus derivados: llanto, grito, violencia física y desconexión de la realidad.
Por tanto, sea cuando estamos atrapados por el miedo y enredados en su telaraña; o sea que el desgaste y desequilibrio que nos provoca nos lleva a sufrir la situación temida; como sea, ya con ello estamos en situación de impotencia auto-causada.
Recuerda también que ya hemos estudiado las diferencias entre precaución y miedo, no lo volveremos a hacer ahora.
Pero, ¿cómo puede ser que personas dedicadas al Eterno, que cumplen Su servicio, que estudian Sus cosas, estén en las garras del EGO?
¿Acaso cuando ponemos en sincronía el Yo Vivido con el Yo Esencial (NESHAMÁ) no se resuelven todas las cosas?
La respuesta es compleja, trataremos de ser simples y breves, especialmente porque muchas de estas enseñanzas ya las hemos estudiado en otras oportunidades.
Primero, el EGO no depende de nuestras creencias, es una parte de nuestra naturaleza humana. Una zona del sistema nervioso. Nacemos con él, y con suerte morimos junto a él.
Es como pretender que un sabio que confía en el Eterno ya por ello pudiera controlar el funcionamiento de su hígado o los riñones. A voluntad y de acuerdo a su pensamiento consciente.
Quizás algún gurú o yogui del Lejano Orienta pueda realizar tales proezas extraordinarias, pero no es el sentido de la Torá ni de la Sabiduría que lo hagamos.
El EGO está y trabaja, porque es un regalo Divino, cuando está cumpliendo su rol preciso.
Entonces, no tiene nada de extraño o aberrante que un noble personaje tema. Es parte del ser humano.
Segundo, el EGO no se reduce solamente a lo dado genéticamente, ya que se le va sumando registros mnémicos de conductas que se repitieron hasta transformarse en hábitos.
Éstos se convierten en una segunda naturaleza, que responde también automáticamente, involuntariamente.
Por tanto, desde el momento mismo del nacimiento al EGO de base se le fue añadiendo capas y más capas de conductas transformadas en hábitos, en consonancia con las reacciones primarias del EGO base.
Siendo así, en lo más hondo de nuestros recuerdos, en lugares incluso inaccesibles para la palabra y el razonamiento, quedaron inscriptas sensaciones y respuestas que se pueden disparar al accionarse determinados gatillos, que son propios de cada uno.
Por lo cual, hasta el sabio más exigente y exquisito cuenta con partes de su memoria vedadas a su poder mental racional.
¿Qué podemos hacer cuando no se puede hacer nada?
Tercero, aunque se haya aprendido mucha Torá, se conozcan los preceptos, se sepa al dedillo las costumbres, se haya realizado un trabajo fino de ejercitar las midot positivas –buenas cualidades-, somos personas y por tanto limitados, imperfectos.
En tanto estemos en Este Mundo, la perfección es imposible.
Podemos perfeccionar, corregirnos, avanzar un poquito más, pero el infinito siempre seguirá siendo inaccesible para nosotros.
Por lo cual, no hay persona que no tenga alguna falla, aunque sea mínima, infinitesimal.
Siendo así, ¿cómo podríamos objetar que hasta gente como Moshé Rabeinu tuviera miedos o vacilaciones?
Cuarto, dice nuestra Tradición que aquel que está más elevado en su senda espiritual, mayor es su Ietzer haRá (EGO).
Por lo cual, sus luchas consigo mismo son más tremendas que las que desarrollan las personas en niveles más bajos.
¿Qué quiere decir?
Que nadie está libre de sus propias trampas.
Hay otros motivos, pero estos cuatro son suficientes por hoy.
Entonces, ¿qué hacer?
¿Nos entregamos al miedo?
En realidad, respuestas ya hemos dado muchas veces, es cuestión de buscarlas en este sitio (http://serjudio.com), pero brindemos alguna idea ahora.
Justamente el versículo con el cual comenzamos este estudio nos brinda algunas pistas.
Si es el miedo el que pone las trampas, ¿qué no debamos hacer?
¡Pisarlas!
Como sentimos el miedo, ya sabemos a qué estamos temiendo o al menos tenemos una idea.
Entonces, hagamos precisamente lo que el miedo nos quiere imponer a que no hagamos.
(Te repito, el miedo no es lo mismo que la precaución, aprende a diferenciarlos).
Si el miedo te atormenta para no dar ese examen, ¡dalo!
Si te dice que no te subas al avión, ¡sube!
Si te exige quedarte encerrado y no entablar conversación, ¡charla!
Entonces, verás que el miedo realmente era un ente imaginario y sin ningún poder.
Se desvanece al no tener de donde aferrarse.
Tu energía ya no se malgasta en darle vida, sino que ahora podrás dedicarla a actividades que sean de tu beneficio.
¿Y si fracasas?
¿Si acontece lo que tanto temías?
Pues… ¡fluye!
Acepta tu limitación pero no tu inutilidad.
Crece con la experiencia y no te dejes atormentar mucho rato con las burlas del EGO que te quiere en impotencia.
Igualmente, es improbable que caigas en lo que temes, a no ser que sigas temiendo y limitándote allí en donde realmente no estás limitado.
Por último, confía en el Eterno, como dice el proverbista.
¿Qué quiere decir, en este caso?
Pues, que tus acciones sean de construcción de SHALOM, de bondad y justicia, tanto en pensamiento, palabra como actos materiales.
Siguiendo el camino espiritual, incluso allí en donde no hay un mandamiento prescrito.
Pero además ten en cuenta que cualquiera sea el resultado, finalmente todos iremos a parar al mismo lado.
La muerte, la máxima impotencia, nos espera a todos sin excepción.
Cuando estemos en ella, de nada valdrán tus miedos y las cosas que te prohibiste por su causa, siendo que las tenías permitidas y a tu disposición.
Recuerda que nuestra eternidad se construye con nuestras acciones, cada uno arma su propio paraíso.
Por tanto, puede ser uno muy empobrecido, lleno de imágenes fantaseadas de miedos; o uno en el cual hicimos lo que estaba a nuestro alcance dejando al Eterno el resultado final.
Agradezco tus aportes, agradecimientos, comentarios, anécdotas, compartirlo, etc.
No tiene idea la satisfacción que me causa leer este tipo de textos que ayudan a conocernos, a mejorarnos.
Muchas gracias Moré
para eso estamos!
gracias
Si!!!! De acuerdo con las palabras de Jona. Estimado Maestro, desde hace un tiempo que he venido entendiendo estas ideas sobre mis miedos… Es que a veces vienen a uno como si fuese quizá uno, lo único en el mundo. O contra el mundo, es decir, noájidas son tan pocos en mi país, que hasta publicar coas de Serjudio.com me ha dado a miedos… al rechazo, a las críticas, a los chismes, a las habladurías, a comentarios «al aire» o malintencionados, a represalias… en fin. Nada de eso me ha llegado directamente hasta ahora, aunque hace un tiempo un mu… Read more »
gracias por la constancia, comentario y buen deseo.