En la vida, tal como en las empresas, es necesario conocer los principios aplicables y cumplirlos con dedicación.
Ser un observante estricto de las reglas, sin que por ello quede mutilado el pensamiento creativo y la sana flexibilidad.
Ser escrupuloso no significa estar petrificado e imposibilitado de cambio y adecuación.
Mantener la lealtad a los valores fundamentales requiere atención con los detalles pero sin descuidar el espíritu general.
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