A cada rato topamos con noticias que demuestran la corrupción, a todo nivel, que se está manifestando en el mundo.
No sé si en el pasado era así, peor o mejor; lo que sí sé es que las novedades son abrumadoras, amargan, enferman.
Se podría echar culpa a los medios, que buscan vender con sensacionalismo. ¿Podría ser?
O quizás fuera un complot encubierto, vaya uno a entender de estas cosas, que hace uso de la prensa y las redes sociales para generar corrientes de opinión, manipular emocionalmente, etc. y entonces obtener de esta forma el poder.
Tal vez no estamos tan mal, solo que ahora nos saturamos de información (mientras abandonamos la formación) y por ello pareciera ser mucho más presente el mal en la vida cotidiana; pero en realidad antes era igual o peor, solo que no teníamos acceso a saberlo.
Por ahí estamos más sensibles, aunque igualmente de poco conscientes, entonces cualquier cosa nos hace estallar, revolvernos con comezón, molestarnos, sufrir… cuando en otros tiempos nos resignábamos, o tal vez confrontábamos los sucesos de una manera más estoica.
O sí, estamos de mal en peor, con todo tipo de catástrofes naturales, corruptela política, maldad religiosa, esclavitud emocional, agresiones a minorías, perversiones apoyadas por los administradores de justicia, enfermedades, violencia por doquier, crímenes, terrorismo, incomprensión, infidelidad, grietas que dividen sin pausa, los antivalores endiosados, generaciones en conflicto, en las cosas grandes como en las pequeñas, en lo público y en lo privado, entre la gente y con nosotros mismos, entre tantas cosas que nos parece estar pasando. EGO y montón de EGO, angostando los resquicios para que se filtre la santa LUZ de la NESHAMÁ.
¿Hay cómo volver a una senda de vida?
¡Por supuesto que sí!
Y no implica un gramo de religión o adoctrinamiento que sojuzga la libertad.
Se llama: construcción de SHALOM.
Pero claro, este camino sagrado seguirá siendo despreciado…