Como ya explicamos infinidad de veces, la reacción natural ante la impotencia se manifiesta como llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad.
Puede ser una de éstas, más de una, o todas.
Pueden ser en su forma natural, idéntica a la que manifiesta un bebe; o puede ser una conducta derivada de alguna de ellas y que fuera aprendida.
Del llanto pudieran ser las quejas, los lamentos, los suspiros sufridos, cualquier expresión de sufrimiento que secundariamente tiene como destinataria a otra persona.
Del grito, los insultos, las palabrotas, las ironías pasivo-agresivas, las amenazas; lo podemos resumir como violencia verbal, o mejor: comunicativa.
Del pataleo cualquier manifestación de violencia física, con roturas, golpes, lanzamiento de objetos, puñaladas, etc.
De la desconexión de la realidad se tienen mentiras, engaños, adicciones que afectan la conciencia, ciertas depresiones, desmayos, huidas, encerrarse, etc.
Lo que mencionamos muchas veces también es que ante una impotencia imaginaria, es decir que no tiene una existencia real, estas reacciones son inútiles e incluso perjudiciales.
Muchos de los padecimientos que vamos sufriendo a lo largo de nuestra vida se deben a que estamos reaccionando a impotencias imaginarias, por lo que nos llenamos de estrés, de miedo, de conductas faltas de armonía, que provocan todo tipo de percances e inconvenientes.
Si aprendiéramos a mitigar la imaginación de impotencia, llenáramos nuestra mente de pensamiento positivo real, si tuviéramos la capacidad para evaluar objetivamente, entonces estaríamos menos sometidos a la tiranía del EGO y a toda clase de malestares.
Porque es un gran problema cuando la mente se encuentra saturada de creencias e ideas negativas, y el pensamiento es secuestrado por todo tipo de emociones. Entonces la mente pierde el control, dejándose en manos de dimensiones de la persona que no están diseñadas para dirigir, tal como por ejemplo las emociones o los mandatos sociales. Está muy bien adiestrarse para percibir nuestras emociones y sentimientos, distinguirlos, reconocerlos, saber nombrarlos, usarlos como alertas de lo que está sucediendo en nuestra vida. Pero es terrible permitir que sean ellos los que manejan nuestras decisiones.
Según vamos madurando tenemos que ir dejando de lado la acción gestada por la reacción instintiva/emocional para ir dando paso a la respuesta que pudiera resultar más beneficioso, adecuada, efectiva. Tomar en consideración los datos que nos dan las emociones y sentimientos, no bloquearlos, no negarlos, no mentirnos acerca de ellos, sino tenerlos bien presentes como instrumentos e insumos para nuestra respuesta.
Que respondamos y no que reaccionemos.
¿Se comprende lo que estamos planteando?
¿Se entiende la importancia de conseguirlo?
Obviamente que se precisa estudio teórico al respecto, como venimos ofreciendo a raudales en este sitio de forma gratuita.
Pero más se necesita la práctica, el entrenamiento, el ejercitarse para ir logrando el resultado esperado.
Que no nos invadan las emociones, que no saltemos reactivamente ante las impotencias que nos golpean.
Que tengamos paz en la mente de las imaginaciones de impotencia.
Que sepamos tomar decisiones racionales, sin que por ello desconozcamos el valor de lo emocional.
También el lector tiene a disposición encuentros personales (online o en persona) conmigo para conseguir de manera más directa y personalizada el coaching espiritual que termina resultando en beneficios de todo tipo.
Por ello es el ofrecimiento, para que no se pierda la oportunidad de estar mejor consigo mismo, con los que le rodean, con todos.
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