Guardar silencio para escuchar

«Luego Moshé y los sacerdotes levitas hablaron a todo Israel diciendo: ‘Oh Israel, guarda silencio y escucha: Hoy has venido a ser pueblo del Eterno tu Elohim.»
(Devarim/Deuteronomio 27:9)

La palabra usada para “guardar silencio” es HASKET, y es la única vez que se emplea en todo el TANAJ.
Entre los intérpretes hay varias opciones del real significado, siendo uno de los más firmes el que usamos nosotros, de guardar silencio.

En muchas ocasiones la Torá nos dice que escuchemos, sin embargo ahora nos da una pieza fundamental para que nuestra escucha sea realmente poderosa, pues nos enseña que tenemos que aprender a callarnos para estar capacitados para la escucha.

Callarnos al menos en tres sentidos:
1- hacer silencio para oír las palabras del otro y así poder escucharlas; porque con ruido, charlas que se cruzan, falta de atención, y otras interferencias difícilmente estaremos escuchando.

2- calmar la mente y la emoción para que recibir lo mejor posible el mensaje del otro y no terminar interpretando cualquier cosa, o suponiendo, o asumiendo cosas que el otro no dice; escuchar al otro de verdad, en la máxima capacidad que fuera posible. Llevar nuestra atención a un punto neutro, donde solamente importa en este momento recibir las palabras del otro, sus silencios, sus entonaciones, sus gestos y armar una escucha limpia, a la que se la haya quitado las impurezas de nuestra subjetividad. Por supuesto que es un imposible, pero al menos debemos intentarlo.

3- no escuchar para responder, sino escuchar para comprender. Que la comunicación sea auténtica, y no solamente un monólogo de a dos, o gente que no se conecta sino solamente intercambia palabras.

Esto nos está pidiendo la Torá, que aprendamos el arte del silencio, tan valioso para muchas cosas y en especial para escuchar y comunicarnos.
Cuando logramos llegar a cumplir este sabio mandato, estamos en condiciones de reconocer que “hoy has venido a ser pueblo del Eterno”.
¿Sabes por qué?
Porque con el silencio significativo estamos en condiciones de dejar de buscar lo que nos diferencia para encontrar aquello que nos une.
Guardamos esos momentos de silencio, para calmar la mente y el corazón, para no confrontar con los otros, para no discutir y ver quien tiene razón. Sino para llenarnos de tranquilidad, establecer paz en la mente y con esto estar dispuestos a hacer las paces con el otro.
Darnos cuenta de que somos con el Eterno una unidad y que solamente el mundo material nos divide y hace creernos que estamos en disputa.

Para finalizar, retornemos a la palabra HASKET que está en nuestra parashá.
Cuando la vemos escrita sin puntuación podemos leer perfectamente allí la palabra “HASUKOT”, es decir, las sucot o cabañas como las que tradicionalmente habitamos durante la festividad del mismo nombre.
Por supuesto que no es casualidad.

Una de las enseñanzas de vivir una semana en la Sucá es que tenemos que aprender a crear un mundo interior de armonía, de respeto, de comprensión, de comunicación, de unión, de espiritualidad y con ello darnos poder para salir al mundo y transformarlo en un reinado bajo el mandato del Rey de reyes.
Guardar silencio para escuchar y luego hacer lo que debe ser hecho.

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