Me comentaba el otro día un conocido que su mente se ve frecuentemente invadida por imaginaciones acerca del futuro.
Por lo general son oscuras y tenebrosas.
Entonces, el terror le recorre por su organismo, lo siente reptar por todo su ser.
La duda por lo que vendrá le agobia, le asfixia, le inunda de visiones de fracaso que ya las percibe como reales.
Esa condición de no saber corroe las fibras del alma y lleva a un estado de estrés malo, que realmente enferma y evidencia nuestra debilidad.
Eso ya es espantoso, pero más terrible es pretender dominar ese vacío llenándolo de ignorancia, es decir, falsas creencias, fantasías, ideaciones sin fundamento, imaginación fatalista, repetición de consignas equivocadas, superstición, fe…
Mucho antes de que la invasión del Covid-19 se apoderará de la humanidad, atacando el cuerpo y la mente de individuos y poblaciones, este conocido ya padecía de esos terrores provocados por la incertidumbre.
Ahora quizás estés tú sintiendo algo parecido.
Porque, no solamente el contagio del virus anda por el ambiente, sino las visiones de catástrofe de incalculable costo para individuos y sociedades.
Es un hecho que la economía global ya se ha resentido por las medidas tomadas a causa del Corona, y no tenemos cómo pronosticar dónde acabará.
Casi como en una mala película de invasiones zombies, o de ataques de alienígenas, nos vemos convertidos en una especie de copia de la Edad Media.
Recluidos, atrapados, angustiados, aferrándonos a creencias incorrectas, sin instrumentos para resolver la situación, sin saber que será de nosotros ahora y mucho menos que será mañana.
Exactamente eso, la impotencia en varios frentes y toda al mismo tiempo.
Como si ayer hubiéramos sabido un poco más, o podido un poco más.
El hecho es que el humano es un puntito en el universo, que sabe muy poco, que puede muy poco.
Es cierto que como colectivo somos extraordinarios y los avances en ciencia y tecnología son maravillosos.
Pero seguimos siendo insignificantes, no solamente en relación a la eternidad o al inabarcable cosmos, sino ante elementos de la naturaleza.
¡Si hasta un ridículamente pequeñito y falto de todo poder virus tiene postrada a la humanidad!
No hablemos de las tormentas, cambios climáticos por factores naturales, volcanes, tsunamis y etcéteras.
Nos creemos primos de Superman, pero no llegamos muy lejos en nuestra pretensión de poder.
Repito, es cierto que los avances en ciertos terrenos son casi milagrosos, lo cual demuestra nuestro poder.
Pero ese poder es chiquitito antes nuestro no-poder.
Es así que seguimos esclavos del EGO, que está concebido naturalmente para salvarnos de la impotencia.
Pero, al mismo tiempo nos obliga a estar sometidos a la impotencia de forma frecuente.
Nos ilusionamos con que controlamos nuestra vida, que podemos planear y estar seguros.
Nos esmeramos por dominar y lograr sentirnos seguros.
Hasta que viene una brisa y nos derrumba.
Entonces, no es tan raro que nos consuma la incertidumbre y las mentiras que nos contamos para quitarnos el miedo del corazón.
Entre las ganancias que nos deja el ataque del Covid-19 estará que por un tiempo nos daremos cuenta de lo impotente que somos y no defraudaremos a nadie pretendiendo ser más de lo que somos.
Supongo que ese efecto durará poco, pero al menos sirve por el momento.
Estamos sumergidos en un océano de impotencia, y por más que sigamos dominando amplios y profundos terrenos gracias a la ciencia y tecnología, nunca llegaremos al límite que nos transforma en realmente poderosos.
Mejor dejar la fantasía de seguridad de lado y tomar conciencia de nuestra real dimensión.
Confiemos en el Todopoderoso, pero sin convertir nuestra confianza (emuná) en la tontería idolátrica de la fe.
Apoyémonos en el Creador, pero sin esperar que Él nos haga los mandados, porque nosotros somos Sus siervos y Él es el Rey de reyes.
Hagamos todo lo que está a nuestro alcance, con confianza, pero con extremada humildad (que es sinónimo de correcta autoestima, o sea, evaluarnos adecuadamente).
Recemos, pero sin creer que es un acto mágico.
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Y ayúdanos con tu dinero, también en estos tiempos difíciles para todos, porque el pan espiritual es tan necesario como el material, o más, porque te da vida en la eternidad: https://serjudio.com/apoyo