La noche antes de encontrarse con su hermano, Iaacov lucha contra un “hombre”.
Varias son las identidades que le han atribuido a esa presencia contenciosa, entre otras con su EGO (Ietzer haRá).
Iaacov esta vez no escapó, ni elaboró excusas, ni evitó con estratagemas, sino que se enfrentó a lo que le aterraba y esclavizaba.
Fue una batalla dura, pero finalmente prevaleció. Una de sus victorias fue adquirir un nuevo nombre, el que lo identificaría como triunfador, ISRAEL.
Sin embargo, la batalla también resultó en una herida que le acompañaría, porque se perjudicó su nervio ciático, en hebreo denominado “guid hanashé”.
Es esa zona que desde entonces los hijos del pueblo judío no deben consumir del animal kasher.
Es muy interesante saber que nashé, como es denominado ese nervio, se asocia directamente con el nombre de uno de los que serían sus nietos y posteriormente una de las tribus de la nación judía: Menashé.
Nombre que significa: “’Elohim me ha hecho olvidar todo mi sufrimiento y toda la casa de mi padre.’” (Bereshit / Génesis 41:51).
Vemos que simbólicamente, o no, el guid hanashé es el órgano del olvido. Allí fue herido Iaacov cuando luchó contra su EGO.
¿Por qué?
O mejor aún, ¿para qué?
Una de las respuestas es para que aprendamos a recordar cuando es meritorio hacerlo y para que no se nos obligue a recordar por las malas.
Mejor tener conciencia antes, sea de las memorias positivas o negativas, y tomarlas como modelo para una conducta constructora de SHALOM; en lugar de permitir que el olvido, la pereza, la desidia, la torpeza nos lleven al error y que se nos despierte la conciencia a través del sufrimiento.
Quedó herido el miembro del olvido, para que lo tengamos presente y no permitamos a la tonta desmemoria conducirnos hacia la oscuridad.
Seamos atentos a las historias de nuestro pasado, colectivo, familiar, personal, para estar sensibles a la hora de felicitar, festejar, agradecer, pagar; también para ser cautelosos, sabios, compasivos, firmes, poderosos, emocionados.
Que no nos obliguen a recordar por las malas.
Que no nos despierten los golpes.
Tengamos memoria y con ella construyamos SHALOM.