Iaacov Abinu se radicó en la tierra conocida en aquel entonces como Canaan. Sus antepasados hebreos habían morado allí, mucha antes que los canaaneos; era también el lugar prometido por Dios como hogar futuro para su familia. Así pues, su elección del lugar no era casualidad, o por conveniencias del momento. Por el contrario, estaba fuertemente vinculado a esa tierra y había armado su proyecto de vida, individual, familiar y tribal, en torno a ella.
Tenía la intención de criar allí a su multitudinaria familia, hacer alianzas con algunos de los residentes del lugar, progresar en todos los aspectos posibles, para de esa manera ir construyendo en la práctica las promesas divinas: mucha descendencia y la tierra como propiedad familiar.
Pero, los problemas no querían dejarlo en paz.
Por ejemplo, entre sus numerosos hijos había rencillas, particularmente diez hermanos con el preferido Iosef. Esto derivó en la desaparición de Iosef, al cual supuso despedazado por una bestia salvaje, cuando realmente había sido llevado en secreto como esclavo a Egipto.
La ausencia de su hijo predilecto sumergió al patriarca en una amargura y desesperanza, que parecían tenerlo prisionero y no permitirle continuar su proyecto tan querido.
Igualmente estaba a cargo de los asuntos colectivos, pero la chispa ya no alumbraba con el ardor de antes.
Mientras tanto, en Egipto Iosef fue comprado por el poderoso ministro Potifar. Tenía mucho en su contra, era joven, inexperto, extranjero, no habituado al rigor de la esclavitud, ¡hebreo!; pero también mucho que lo hacía destacar positivamente de entre el resto de la servidumbre. Poseía una amplia y profunda cultura, había sido educado en diversas artes y ciencias, se desarrolló en virtudes poco accesibles para el esclavo común y era intensamente fiel al Eterno así como a las costumbres de su estirpe. Con estas útiles herramientas y cualidades avanzó hasta un grado de gobierno en la hacienda de su patrón.
Pero la desgracia lo aguardaba nuevamente, cuando la esposa de Potifar lo intentó seducir repetidamente y al ser rechazada, porque la ética así lo exigía; ella se vengó acusándolo de cosas terribles, lo que finalmente lo condujo a ser encarcelado, acusado de crímenes que no había cometido.
En la cárcel también crece en poder e importancia, se convierte en el administrador principal de la misma.
Allí entra en conocimiento de dos presos VIP, el ministro encargado de las bebidas del faraón, así como el ministro de panadería. Ambos sueñan, y Iosef recuerda sus propios sueños de joven, que le auguraban un lugar de prestigio y liderazgo. Ofrece interpretar los sueños, para aliviar la angustia de los importantes señores. Su análisis fue acertado, lo cual le abriría las puertas hacia el palacio del Faraón, y con ello a un destino de grandeza. Cosa que, con ayuda de Dios, continuaremos viendo en siguientes parashiot.