Por estas semanas las historias que nos trae la Torá nos muestran dos formas por las cuales las personas son esclavizadas:
1- repentina, a causa de un secuestro, donde la víctima es arrancada de su medio natural y llevada en calidad de prisionero/esclavo, sin mediar proceso alguno.
El ejemplo es la abducción de Iosef y su inmediata venta como esclavo en Egipto.
2- paulatina, gradual, en un proceso que va deteriorando las libertad personales y sometiendo a la persona a una impotencia cada vez mayor hasta terminar en una posterior subyugación. Van dándose pasos que alejan a la víctima de sus derechos, los pierde o renuncia a ellos, tal vez sin percatarse de que se encuentra en un camino de opresión. Muchas veces las agresiones o limitaciones están en el plano emocional, a veces en el mental, mucho antes incluso de que se revelen acciones en el plano físico.
El ejemplo es la sujeción de los hebreos a la servidumbre en Egipto.
Por supuesto que ambas formas siguen existiendo en la actualidad, desgraciadamente parece que en algunos aspectos la humanidad no avanza.
Aunque menos frecuente que en el pasado, la esclavitud a la vieja usanza sigue teniendo vigencia.
Pero no pensemos solamente en personas en remotas regiones de África o del Oriente, también existe tristemente la trata de personas, tanto de mujeres como de hombres. Son aberraciones que habría que resolver, tomando medidas drásticas y sin más dilaciones.
Por su parte la otra forma opera de manera más extendida, pero no por ello siempre visible.
La podemos encontrar en lugares de trabajo, en relaciones de pareja, dentro de la familia, en múltiples relaciones humanas.
Hay un victimario que se apodera lentamente de la vida de otra u otras personas, quitándoles sus derechos, cercenando sus libertades. Puede entrar en juego la manipulación emocional, las amenazas, las coacciones, o lo que el agresor cuente a mano como estrategia de dominación carente de ética. Por el lado de la víctima podemos encontrar aquellos que colaboran, conscientemente o no, en lograr o preservar ese estado de cosas ruines. Como también los que se avienen a no quitarse el yugo, por miedo, por alguna ventaja secundaria. Y están los que no toman conciencia de su estado calamitoso.
Es necesario también que las sociedades traban en la erradicación de estas formas subrepticias de subyugación y violencia.
Luego, podemos contemplar formas intermedias, o quizás que combinan ambas formas. Pienso en el proceso de decadencia de los derechos de los venezolanos en su patria, o el sometimiento que vive el pueblo cubano, o la dominación emocional/mental que logran las religiones en sus víctimas, así como en la pobre condición de los árabes que se hacen llamar Palestinos que están esclavizados por sus líderes y los secuaces del imperialismo árabe-musulmán a los cuales les conviene tener a esas personas con la fantasía de ser un pueblo llamado palestino y con derechos a la tierra propiedad irrenunciable del pueblo judío.
Hay muchos otros que están es esta situación de esclavitud combinada, Corea, Irán, China, tú dime si conoces de otros países, poblaciones, regiones o relaciones en las cuales hay esclavos y amos.
De todo lo expresado, ¿qué opinas tú?
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