La prisa repentina

En la parashá de la semana, Bo, nos encontramos con los últimos preparativos para que el pueblo de Israel salga de Egipto así como el relato de su salida.
Es interesante notar que tras muchas décadas de esclavitud, y tras largos meses de plagas sobre los egipcios para provocar su liberación, ésta se dio de forma sumamente veloz.
La propia Torá lo dice así:

«Pues con prisa saliste de la tierra de Egipto.»
(Devarim/Deuteronomio 16:3)

Mucho podríamos aprender de esta prisa libertadora, también podríamos asociarla con otras ocasiones en que también el momento de la redención fue intempestivo, como por ejemplo la salida de Iosef de la cárcel, o con la repentina salvación de los judíos de la masacre pergeñada por Amán el perverso. Darte cuenta de que el proceso de tu liberación probablemente está aconteciendo, pero es invisible, imperceptible. Los pasos se están dando pero nadie los oye, ni se nota el avance. Hasta que de repente, cuando nadie lo espera, brota la salvación y de manera veloz las cosas cambian para bien. Siempre y cuando uno haya procedido de la manera correcta previamente. Es un tema interesante, pero no el que ahondaremos ahora. En esta ocasión quiero que nos detengamos un ratito en pensar en el símbolo principal de Pesaj y cómo se vincula con la prisa.

La matzá se compone básicamente de harina de trigo y agua, son mezclados y la masa debe quedar horneada antes de que pasen 18 minutos. Si pasa ese lapso de tiempo, entonces ya no es matzá sino jametz, es decir, alimento leudado de granos y por tanto absolutamente prohibido en Pesaj.
Démonos cuenta de los ingredientes: harina, agua, cocción y prisa.
¿No te suena parecido al tema de este estudio?

Te lo detallo.
Harina, es polvo, lo que se ha molido del trigo (en este caso). Aquello que ha sido fragmentado, partido, reducido, transformado en partículas volátiles y desunidas.
Agua, que sirve como elemento aglutinante, de unificación.
El fuego, que participa combinando los dos ingredientes anteriores, transformando su realidad en una diferente, que es muy diferente que la suma de sus partes.
El tiempo, que debe ser breve, el indispensable para que esa nueva realidad sea creada y no le sea introducida la modificación que produce el leudado.

Tal como ocurrió con los hebreos a la hora de ser liberados.
Te lo detallo.
Eran polvo, mortificados, molidos a palos, rotos, dispersos, desunidos.
El agua, que es la Torá, el estilo de vida espiritual que serviría para darles unidad, para darles sentido, para darles propósito y contenido.
El fuego, la dura experiencia en Egipto, la travesía por el desierto durante los primeros siete días.
El tiempo, que fue veloz, sin dejar que se llevaran nada que los contaminara de la cultura de Egipto.

¿Entiendes ahora la razón para comer matzá en Pesaj, cosa que fue ordenada mucho antes de que los hebreos salieran de Egipto y no les diera el tiempo para que leudara su masa?
¿Entiendes porqué debieron partir raudos y sin detenerse, para poder extirpar en este nacimiento como nación los elementos coagulantes que provenían de Egipto?
¿Comprendes como esta enseñanza se aplica a tus propias angustias y oportunidades para redimirte?

Atiendo a tus comentarios.
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