Un atento lector, que es un noájida de una alta fidelidad a su espiritualidad y un constante apoyo a nuestro trabajo de diversas maneras, al leer el estudio que publicamos ayer (que puedes estudiar haciendo clic aquí) nos hizo una interesante pregunta que te la formulo así:
“Dios pide que sean los judíos santos, porque Él es santo. Usted explica en este post una manera que tienen los judíos para cumplir con ese mandamiento del Todopoderoso. Lo entiendo perfectamente. Ahora, lo que no me queda claro si eso nos excluye a los noájidas de ser santos y de incluirnos qué es lo que tenemos que hacer para poder ser santos”.
Enseguida le respondí con un link de un viejo texto de mi autoría, que también recomiendo que lo leas: https://serjudio.com/personas/conversion/medalla-de-bronce-como-mucho
Además de prometerle que ni bien pudiera le daría una respuesta, que es la que ahora estoy escribiendo y compartiendo contigo.
Para hacer breve el asunto, lo resumiré: cuando el gentil
- conoce sus Siete Mandamientos,
- es consciente de que el autor de ellos es el Eterno,
- los cumple con fidelidad y
- trata de encontrar el rastro del Creador en toda la creación,
sin dudas que también está siendo santo.
Sin dudas, es bastante parecido al requerimiento que Dios ha dado a los miembros del pueblo judío, salvo que con ellos hay un código de 613 mandamientos en lugar de 7, así como otras exigencias que no competen a los gentiles.
Como dijimos más de una vez, la síntesis de la tarea del pueblo judío sería traer el Cielo a la tierra; en tanto que la de cada gentil es acercar la tierra al Cielo.
Si cada uno de nosotros hacemos nuestra parte, con lealtad, con responsabilidad, siendo comprometidos y despiertos espiritualmente, entonces pronto estaremos disfrutando la era mesiánica, donde la tierra volverá a ser un paraíso.
Enseña el eminente genio, el Rav Kook:
“Si lo deseas, ser humano, mira la luz de la Presencia de Dios en todo.
Mire el Edén de la vida espiritual, cómo brilla en cada esquina y grieta de la vida, espiritual y de este mundo, justo ante sus ojos de carne y sus ojos de alma…
Contempla las maravillas de la creación, su vida divina, no como un fenómeno oscuro que se coloca ante tus ojos desde lejos.
Pero conoce la realidad en la que vives.
Conócete a ti mismo y a tu mundo.
Conozca los pensamientos de su corazón y de todos los que hablan y piensan.
Encuentra la fuente de vida dentro de ti, más alto que tú, a tu alrededor. [Encuentra] los hermosos vivos en esta generación en cuyo medio estás inmerso.
El amor dentro de ti: elevalo a su poderosa raíz, a su belleza del Edén.
Envíalo a toda la inundación del alma de la Vida de los mundos, cuya Luz se reduce solo por la incapacidad de la expresión humana.
Mira las luces, lo que contienen.
No dejes que los nombres, frases y letras te traguen el alma.
Te han sido entregados.
No te han entregado a ellos.
Levántate.
Levántate, porque tienes el poder.
Tienes alas del espíritu, alas de águilas poderosas.
No los niegues, o ellos te negarán a ti.
Búscalos y los encontrarás al instante.”
(Orot Hakodesh I, pp. 83-84)
Espero que este estudio te sea de provecho y bendición.
Aprovecho para continuar agradeciendo a a algunas de las dulces almas que han aportado económicamente en los últimos días y con ello contribuyen a que podamos seguir difundiendo los mensajes de LUZ y VERDAD, deseándoles bienestar, salud y prosperidad: Vicente, Manuel, Joao y Eunice. Muchas gracias y que sigan pudiendo hacer el bien con todo lo bueno que reciben de lo Alto.
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