Hemos aprendido que, la energía –Or– proveniente del En-Sof -Infinito-, sigue una línea descendente que confluye finalmente en la sefirá -esfera, facultad- denominada Maljut -Dominio.
Estudiamos también cómo esta sefirá está íntimamente vinculada con la boca de la persona. De lo que pudimos aprender el cuidado que debemos poner en el habla, y los riesgos que conlleva el uso indebido de la energía que contamos a nuestra disposición.
Por lo antedicho, y si nos apresuráramos ingenuamente, podríamos llegar a la conclusión que lo que importa es lo que sale de la boca, y no lo que entra por ella; ya que lo que sale, el poder de crear o destruir, es manifestación del or a través nuestro, pero no a la inversa.
Y esto, es un error.
También lo que entra por nuestra boca es influyente y poderoso.
Debemos saber que los canales que trasmiten la energía de una sefirá a otra, lo hacen en ambos sentidos, es decir, no solamente descendente o ascendente, sino ambas.
Esto significa que Maljut no es una terminal de la energía, sino que también es punto de inicio de una transmisión energética (el Or jozer -energía retornante-), en dirección ascendente.
¿De dónde proviene esta energía que asciende?
Por un lado del remanente no canalizado en acciones.
Y por otro, del alimento.
¿Cómo explicar esto?
Así como nosotros portamos chispa divina, pues sin ella no tendríamos existencia, todos los seres creados también tienen su porción de chispa divina, su carga de energía espiritual. Tal como está escrito, en lo referido a los animales: «Pero no comeréis carne con su vida, es decir, su sangre.» (Bereshit / Génesis 9:4) De los vegetales lo deducimos de: «…cuya semilla esté en él…» (Bereshit / Génesis 1:11)
Por esto, al comer, estamos absorbiendo la energía espiritual remanente en nuestro alimento.
A partir de este conocimiento se clarifica la necesidad de dos tipos de mitzvot -preceptos- relativos a la boca, a la alimentación:
- Los dietéticos –cashrut-;
- La bendición previa y posterior a comer.
Las leyes dietéticas, de lo que es apto o no para ser consumido, preservan al organismo de ser afectado por cargas energéticas nocivas, o de baja absorción espiritual.
Es decir, no comer carne con leche, o carne de animal no apto, o cualquiera de los otros preceptos alimentarios, no tienen como finalidad principal preservarnos de enfermedades corporales, sino de mantener y proteger el funcionamiento de nuestro espíritu. Proveernos de la energía útil para el crecimiento y el desarrollo en armonía interna y con el entorno.
Para comprenderlo mejor, pensemos en lo que la ciencia médica nos dice actualmente acerca de las grasas negativas, y de como afectan el rendimiento (a corto o largo plazo) del organismo en general.
No en vano la Torá menciona a las especies animales permitidas y prohibidas como «puras» e «impuras» respectivamente (Vaikrá / Levítico 20:25) Y aprendimos que pureza e impureza refieren a características de la energía espiritual, en su cariz positivo y destructivo, respectivamente.
Actuando conforme a los reglamentos dietéticos del cashrut podemos aproximarnos al ideal de kedushá -santidad-, tal como está escrito en lo relativo a este tema: «Porque tú (Israel) eres un pueblo santo para el Eterno tu Elokim» (Devarim / Deuteronomio 14:21)
Por su parte, la bendición por las comidas, visto desde la perspectiva de la Cterapia, sirve como instrumento para hacer brotar la chispa divina del alimento, y de ese modo permitir que el espíritu la refine, transformando su carga densa -poco estructurada, poco desarrollada- en una carga con más intensidad y provecho.
Como ejemplo, podemos pensar en la sal sobre el alimento, que hace surgir del mismo jugos que la hacen más apetecible, y sabrosa.
Al bendecir por el alimento, no sólo extremos del mismo los nutrientes biológicos, sino los espirituales.
Así contribuimos al tikún -corrección- del Mundo, en tanto de la nuestra.
De la propia, lo comprendemos por lo que venimos diciendo.
Del Mundo, porque empleamos las energías circulantes en el Cosmos con la finalidad de hacerlas trascender, de refinarlas. ¿Cómo? Utilizándolas para la construcción, y no desperdiciándolas inútilmente.
Estas realidades no son tan ocultas como pueden parecer.
Hay más de un dicho popular que afirma que «somos lo que comemos».
Y se ponen como ejemplos que aquel que come mucha carne, es violento. El vegetariano es pacífico. El desprolijo en su comida, es desarmonioso en su vida, etc.
¿Se comprende ahora porqué?
Un dato más a considerar.
Si la persona no tiene el cuidado suficiente en lo que respecta a su alimentación, está generando un foco de energía negativa en su sistema sefirótico, provocando que en los canales se acumulen obstrucciones, y que las sefirot no procesen la energía del modo más correcto.
Tarde o temprano, esto puede derivar en un bloqueo de una o más de las funciones espirituales, llevando a un colapso del organismo espiritual, con el consiguiente desfasaje de la integridad de la persona.
En conclusión, está a nuestro alcance el cuidar lo que llevamos a la boca no sólo por motivos médicos tradicionales, sino como modo de vida acorde con los requerimientos de la Cterapia para una vida armoniosa.
me gusto mucho el comentario acerca de la dieta pero me gustaria saber especificamente porq de algunos alimententos no se deben comer que daño causa al cuerpo y espiritu, gracias por su gran trabajo bendiciones para los suyos estimado Yahuda.