El espíritu de santidad invistió al salmista cuando expresó:
"Los que amáis al Eterno, aborreced el mal. Él guarda la vida de sus fieles; los libra de manos de los impíos.
La luz está sembrada para el justo, la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, oh justos, en el Eterno; celebrad la memoria de su santidad."
(Tehilim / Salmos 97:10-12)
Al respecto, en el Zohar encontramos:
“R. Isaac dijo: La radiación que Dios produjo en el tiempo de la Creación iluminó al mundo de un confín al otro, pero fue retirada para que los pecadores del mundo no la gozaran, y se halla atesorada para el justo, es decir, para el Tzadik, como está escrito: “La luz es sembrada para el Tzadik”; entonces los mundos se hallarán firmemente establecidos y formarán un todo único, pero hasta que emerja el mundo futuro esta luz permanece oculta y almacenada. Esta luz salió de la oscuridad que fue tallada por los golpes del Más Recóndito; y de manera similar, de esa que fue almacenada fue tallada por algún proceso oculto la oscuridad del mundo inferior en la que reside la luz. Esta oscuridad inferior es llamada “noche” en el versículo: “Y a la oscuridad llamó noche””.
(Zohar, Bereshit 56)
La Luz está sembrada para cada uno, pero solamente los justos pueden gozar de ella.
La Luz es nuestra esencia espiritual, nuestra conexión sagrada con el Eterno, nuestra identidad perenne.
Pero está oculta.
Se encuentra debajo de máscaras y cáscaras que nos han ido poniendo o hemos ido asumiendo.
Allí permanece, intacta, eterna, perfecta, irradiando su perfección original, pero no la podemos gozar, puesto que está oculta por nuestras acciones, creencias, pensamientos, palabras, emociones.
Como la Luz no alcanza a alumbrar nuestra vida, es que no contamos con la dicha sincera y pura.
Podemos tener momentos de alegría, pero generalmente pasajera. Nos alegramos con trofeos, algún triunfo material, de esos que manifiestan nuestro poder y nos apartan del temor a la impotencia.
Pero, el gozo verdadero, esa dicha reservada para los rectos de corazón, pareciera como si estuviera lejos.
Es necesario hacer el trabajo de unificar nuestra multidimensionalidad.
Establecer nuestros mundos, nuestras dimensiones, para formar un todo unificado, un atisbo de mundo venidero.
Porque en ese mundo venidero interior está reservada la Luz, el goce de la bendición constante que resplandece sobre nosotros.
Es que, los pecadores, los que se extravían de la ruta prefijada por el Eterno, tienen imposibilitado el gozo esencial.
Todos somos pecadores, no hay uno que sea perfecto y esté libre.
Porque el pecado no es una acción inmoral, no es una falta grave, no es un corte con Dios, no implica un infierno terrible, sino sencillamente el apartarse de nuestra esencia, aferrarnos a fantasías de Yoes Vividos como si fueran la realidad, como si fueran nuestra auténtica identidad.
Por supuesto que no existe un pecado original del que no somos responsables pero se nos echan todas las culpas.
¡No! Eso es parte de un mito que la idolatría usa para someter a la gente.
No estamos hablando de pecados originales, ni de abismos infranqueables, ni de desconexión permanente con Dios.
Estamos hablando de vivir en estado transitorio, como personajes en una obra de teatro, como sombras, en lugar de ser integrados, unificados, constructores de Shalom.
Al encontrar la armonía en nuestro ser, al construir shalom interna, estamos alcanzando la redención, la Era Mesiánica personal, que asemeja a la era universal de Shalom.
Pero, en tanto no armonicemos nuestra multidimensionalidad, permanecemos en noche, en caos, en confusión, en mezclas de sombras y algunos rayos difusos de luz.
Emprendamos el camino de la unificación, de la integración.
Amemos al Eterno, ¿cómo? Cada cual cumpliendo aquellos mandamientos que Él ha dispuesto para cada uno.
Seamos leales a nuestra esencia espiritual, si somos judíos a través del judaísmo, si somos gentiles a través del noajismo.
Seamos buenos, amemos al prójimo sinceramente, generosamente, sin esperar NADA a cambio.
Seamos justos, promoviendo el acercamiento, el orden, los valores éticos.
Tal es lo que aprendemos que expresa el salmista a través de su inspirada meditación, lo que cotejamos en el conocimiento cabalístico del Zohar.
Como una y otra vez venimos pregonando, invariablemente, desde hace años: construir shalom, siendo buenos, justos y leales.
La Luz del Eterno, la Luz de Vida que da nombre a nuestra Fundación y Hogar, es la que está allí, oculta, dentro de ti, en cada uno.
¿Quieres disfrutar de ella o permanecer en las sombras, en la noche?