Cuando nos vinculamos con otras personas, de cierta forma estamos negociando.
Esto no significa que vayamos a comprar o vender alguna cosa, o que estemos comerciando bienes o servicios; sino que tenemos que llegar a acuerdos para obtener algunos beneficios.
La idea base debiera ser que ninguno salga perjudicado, sino que todos obtengamos alguna ventaja.
Pongamos algunas situaciones como ejemplo:
– El hijo que va a conversar con sus padres porque quiere salir con sus amigos pero aún no ha completado la tarea.
– La pareja que tiene ganas de irse de vacaciones pero a lugares diametralmente diferentes.
– La alumna que siente que el profesor ha sido injusto con la calificación de la prueba semestral.
– Las amigas que están decidiendo qué regalar de forma colectiva a la cumpleañera.
– Qué vamos a comer hoy en casa.
– El empleado que trabaja a media máquina.
Éstas son algunas de las situaciones donde es necesario poner el arte de la negociación en práctica.
Pero en verdad, no se me ocurre una interacción humana en donde no se deba negociar. Lo que ocurre es que muchas veces se pasa por encima del arte y se recurre a técnicas no favorables, tales como manipular, arrasar, humillar, imponer, amedrentar, engañar, entre otras. Probablemente con esas técnicas alguno encuentre una ventaja temporal, o mantenga un beneficio provocando un desequilibrio que afecta el funcionamiento del sistema.
Por lo cual, las conductas abusivas, directas o indirectas, deben ser en un todo evitadas.
Pensemos entonces cómo hacer para negociar.
Hemos publicado otros textos que te pueden dar una mano en la construcción o reafirmación de tus modos negociadores, ¡aprovéchalos!
Aquí uno de ellos: https://serjudio.com/exclusivo/cterapia/mtodo-abrahmico-de-negociacin-con-orientacin-espiritual-creacin-del-mor-lic-yehuda-ribco
Te recuerdo que cuando realmente negociamos, estamos logrando establecer un vínculo más allá de lo estrictamente material, que trasciende las limitaciones de este mundo. Por tanto, estamos poniendo en juego nuestra faceta espiritual, trabajando en lo que es su identidad y meta: la unidad en armonía.
Si te queda clara la idea, compartirás que negociar es un arte con un fuertísimo fundamento espiritual, que tiende a traer paz y bienestar al universo.
Tenlo bien presente y no permitas que te confundan haciéndote creer que la negociación se limita al mercantilismo.
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