Quizás te pasa que una y otra vez choca contra una misma pared, te aparecen problemas muy parecidos, casi idénticos.
Puede ser que pasen los años, te hayas mudado, vivas con gente totalmente diferente, y sin embargo ahí están los inconvenientes que se repiten.
O puede ser que sea con la misma, o mismas, personas; en idéntico lugar; volviendo a los mismos dimes y diretes.
El tema que no cambia aquello que te está amargando.
Puede ser con tus vínculos cercanos, con los de tu trabajo, en la manera que encaras la toma de decisiones, con el dinero, en la salud… lo que sea que esté volviendo igual o parecido y te atormenta.
¿Te ves reflejado en alguna de estas palabras?
Por ahí llegaste a darte cuenta de que estos ciclos negativos están sucediendo.
Hasta incluso pediste consejería profesional, atención psicológica o vaya uno a saber que asistencia para aclarar el enigma que te apresa.
Espero que no haya sido nada supersticioso, ni divagues religiosos o místicos que solamente sirven para ahogarte más en conflictos y tormentos, en lugar de abrirte la puerta a la libertad.
Cualquier haya sido el mecanismo, por ahí pudiste darte cuenta de este círculo vicioso que no se aparta de tu vida.
Quizás hasta hiciste algún esfuerzo para comprender qué lo motiva, cómo opera, cuándo se dispara, qué consecuencias tiene y etcéteras que quieras.
Pusiste tu mente a trabajar, a recolectar recuerdos para que solo o con ayuda los pudieras transformar en datos, y luego analizar el panorama.
Te tomaste muy seriamente, espero, la tarea de conocer lo que te afecta, e incluso ver cómo eres responsable en aquello en que lo eres, en lugar de vivir en negación o en el papel de la víctima.
Pero te aviso algo, que quizás no sabías ni te dijeron.
Si hiciste todo el esfuerzo, igualmente con saberlo no alcanza.
Por más detalles intelectuales, racionalizaciones y teorías estuvieran puestas en funcionamiento, no alcanza para darte un respiro de libertad.
Porque lo hay que sanar es la dimensión emocional, transformar la energía negativa en ondas de luz.
Con ello estás más cerca de la tranquilidad dinámica.
Pero igualmente, hace falta también la conciencia espiritual y sincronizar pensamientos, palabras y accionar con lo que eres realmente, que es NESHAMÁ, es decir, espíritu, el Yo Esencial.
Porque, puedes tener el conocimiento de causas y herramientas intelectuales para resolverlo; puedes haber entrenado tu organismo emocional para responder saludablemente; pero, si la conciencia espiritual sigue estando obnubilada, entones todavía no se puede disfrutar de la verdadera paz.
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