Shabbat: Jeshvan 8, 5768; 20/10/07
Un comentario de la Parashá Lej Lejá (Bereshit 12:1 – 17:27)
*Salir del piloto automática*
Continuamos nuestros estudios de Torá, en la oportunidad con la tercera parashá de la Torá. El personaje central es nuestro patriarca, Avraham.
Precisamente a él le ordena el Eterno:
«Vete de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.«
(Bereshit / Génesis 12:1)
Avraham debía dejar no solamente la tierra en la que vivía, el plano físico conocido y transitado infinidad de veces.
También se le ordena que debía aprender a despojarse de la cultura, de lo que ingirió de la sociedad que lo había circundado durante sus años de formación.
Por si fuera poco, tenía la obligación de entrenarse para limpiar aquellas cualidades negativas que le podían haber inculcado en su hogar, sus padres y allegados más cercanos.
No es fácil modificar hábitos que se han adquirido a causa de la profusa repetición de idénticos gestos, actos, pensamientos, estilos de respuestas.
Estas reiteraciones van solidificando patrones de conducta, creando estructuras mentales inconscientes que producen movimientos automatizados en la persona.
Por ejemplo, como el que ocurre en el que se entrena al teclado del piano, que al comienzo debe estar concentrado y prestando suma atención a cada movimiento de sus dedos, pero cuando ensaya los gestos, realiza las acciones, inadvertidamente va adquiriendo una capacidad nueva, automática, que lo libera de prestar atención, que le posibilita hacer otra cosa al tiempo que digita al piano.
Similar cuando se aprende a conducir el auto, y luego uno lo hace de manera inadvertida.
Este es un mecanismo extraordinario, que nos libera de enfocarnos constantemente en ciertas cosas en tanto ejecutamos con destreza determinadas acciones.
Lo peligroso de esto es que el hábito también se produce cuando se ejercitan acciones perjudiciales, o con pensamientos oscuros, o sentimientos negativos.
Como ejemplo, si la mamá le dice tonto al niño una vez, y otra y otra; y el papá le dice loco; y la abuela lo llama inútil; y los hermanos se burlan del niño; ¿cuál crees que será el sentimiento, pensamiento y acción típica de este niño? ¿Está siendo entrenado para ser un triunfador?
Medita en esto por favor.
El Eterno le ordena a Avraham que haga profundos cambios en su plano físico, en su plano emocional y en su plano social.
Su plano intelectual estaba fortalecido por una constante labor de perfeccionamiento.
Su plano espiritual estaba radiante, gracias a su confianza en el Eterno y a su permanente búsqueda de formas correctas de servir al Eterno y ayudar generosamente al prójimo.
El Eterno quiere que Avraham desconecte el piloto automático que aún lo retiene, que le pesa, que le sirve de pesada ancla, que lo hace derivar hacia caminos no tan gloriosos.
Por eso el Eterno le exige que salga de aquello que está enlentenciendo el crecimiento integral de nuestro patriarca, y le muestra una meta, un buen puerto, un sentido para su vida.
Que vaya a la tierra que Él le mostrará.
Una tierra en la cual desplegar una mayor vitalidad, prosperidad en lo material, poder emocional, nuevos vínculos más provechosos y de bendición.
Una tierra en la cual podrá crecer, alcanzar una trascendencia integral.
Como nos enseñan nuestros Sabios, los hechos de los ancestros sirven de señal para los descendientes.
También nosotros debíeramos tomar ejemplo de nuestro primer patriarca. Estamos en condiciones de ver aquello que es un hábito pesado, y aligerarnos de él.
Proponer buenos puertos a los cuales llegar, y hacer lo que está a nuestro alcanza para perfeccionarnos integralmente.
Es posible, somos capaces de hacer esto y mucho más.
¡Te deseo a ti y a los tuyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Qué sepamos construir shalom!
Moré Yehuda Ribco
Su apoyo constante nos permite seguir trabajando
Otros comentarios de la parashá, resumen del texto, juegos y más información haciendo clic aquí.