Reprender al sabio

«No reprendas al burlador, porque te aborrecerá; corrige al sabio, y te amará»
(Mishlei/Proverbios 9:8)

El primer sentido del texto del inspirado proverbista es simple: hay gente que está sometida al EGO, vive en sombras, agobiada por sus impotencias (reales o sentidas). Esto los lleva a conducirse como burladores, es decir, los que esconden su debilidad agrediendo… ¿con la excusa de estar haciendo humor?
Si vamos a cumplir con el mandamiento de la Torá (ordenado por Dios a los judíos) de reprender al paisano, caerá en saco roto si es a un burlador.
En lugar de hacerle un favor, será mucho peor.
Porque sentirá que su punto flaco es puesto en evidencia, por tanto se aferrará más a las herramientas agresivas del EGO, y por ello brotará el enojo, el aborrecimiento.
Ciertamente no es un favor tampoco para nosotros, que queriendo hacer lo que las buenas intenciones demandan, pero sin conocimiento, terminamos provocando más daños que beneficios.
Así pues, la crítica saludable no es bien recibida ni asumida por el agobiado por el EGO. Para esta persona no existe crítica que construye, ni amonestación saludable; todo es percibido como una amenaza, como una evidencia de su impotencia que puede quedar expuesta o acrecentarse sin control.

Sin embargo, cuando vamos a criticar constructivamente al sabio, que es aquel que tiene conciencia de ser una NESHAMÁ (chispa Divina) vestida por un Yo Vivido (la personalidad), comprende que estamos cumpliendo el precepto de ayudarle a corregir lo que podría estar mal en él. No lo percibe como una agresión ni reacciona desde el EGO; por el contrario agradece la oportunidad que le estamos dando para crecer y armonizar su existencia.
Como nuestro lenguaje es de AMOR, su respuesta será de AMOR.

Esta es la primera y más básica lectura del pasaje de Mishlei.
Ahora tenemos otra, que es la siguiente.

Si criticamos al otro señalándolo como un tonto, burlador, pecador, malvado, mentiroso, esclavo del EGO o lo que sea que lo encasilla en una de sus máscaras; la reacción será de enojo, de odio. ¿Cómo va a querernos y aceptar nuestras palabras, por más bien intencionadas que sean, si no estamos reconociendo en él su esencia Divina sino tan solo la máscara negativa?

Pero, si nos aproximamos desde el elogio sincero, apreciando con honestidad lo brillante en él, si rescatamos sus potencialidades, si alentamos su parte sagrada; es decir, si lo tratamos como el sabio que podría estar siendo; entonces las palabras de crítica serán recibidas y procesadas para conseguir una respuesta de AMOR.

Entonces, la próxima vez que tengamos que ajustar cuentas con un familiar, con un amigo, un empleado, un colega o quien sea, tengamos en cuenta que lo podemos hacer desde el dedo que acusa y no aporta fortalezas; o desde el que valorando lo positivo quiere que incrementar el bien en la vida del otro.

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