Sagrado valor del «sí»

Por lo general, cuando decimos «no» nadamos contra la corriente, porque nos estamos oponiendo a alguna cosa. Es una resistencia y, por tanto, genera un movimiento contrario.
Imagina que hay un viento muy fuerte y tú no te dejas llevar por él, te opones, le dices que no.
Entonces tienes que hacer fuerza, dar la pelea, quedarte sin aliento para avanzar, recibir los golpes de los objetos que son arrastrados por la corriente. Finalmente, habrás hecho tu camino, para bien o para mal. Pero será tu camino, con tus aprendizajes, con tus heridas que sanarán o permanecerán abiertas.
Serás tú quien desarrollará sus músculos por el esfuerzo realizado. Tanto los músculos corporales, como los anímicos y morales. Ya que al trabajar a contrapeso, se desarrolla el músculo. Siempre y cuando se haga de la manera acertada, prudente, necesaria y que no provoque lesiones evitables, rupturas que no son beneficiosas.
Es muy importante aprender a valorar el “no”, a usarlo cuando corresponde, a ser íntegro y respetuoso para que la aceptación pasiva (o activa) no nos convierta en cómplices de lo negativo, para no ser provocadores de daños que pudieran ser evitados.
Por ello, con sus riesgos y costos, es sumamente valioso el “no” bien empleado y bien aceptado. Pero, no abundaremos ahora sobre este tema, porque del valor del “no” ya hablamos hace poco, puedes leerlo acá.

Por el contrario, cuando decimos «sí», nadamos con la corriente.
Nos incluimos en el flujo, no plantamos resistencia, no producimos el rechazo, nos dejamos llevar por la corriente sin resistirnos y, por tanto, pareciera que todo se hace bastante más fácil.

Evidentemente que en muchas situaciones es la mejor opción.
Sumergirnos en la corriente, dejarnos llevar, recibir lo que está sucediendo con aceptación, visualizando el sentido de las cosas y buscando estar mejor al evitar conflictos.
Decimos sí a los eventos, bajamos la presión, reducimos la fricción, nos abrimos a experimentar y aprender.
Entonces, pareciera maravilloso ser una persona que afirma constantemente, que no se pone en la vereda de enfrente, que no critica, que no plantea alternativa, sino que simplemente se deja llevar por el flujo de los acontecimientos. Que otros tomen decisiones, que otros sean responsables en apariencia, porque uno se suma con su aceptación.

Como vimos, esto conlleva algunos riesgos, como por ejemplo ser cómplice de lo negativo, sumarse al lado oscuro de las cosas.
Sea por miedo, por torpeza, por ignorancia, por ventajismo, por pereza, por error de cálculo, por ánimo malvado, algunas veces el “sí” es la respuesta incorrecta, la que debe ser evitada.

Por todo esto, es importante aprender a analizar los acontecimientos, manejarnos con prudencia, desarrollar una personalidad que sepa afirmar, así como denegar, elaborar estrategias para ser lo más objetivo que podamos ser.
Para que entonces nuestro “sí”, sea valioso y constructivo, tal como nuestro “no”.

No dejar más al miedo al mando de tu vida, que se la pasa negando oportunidades de crecer y pasarla bien y se la pasa aceptando situaciones horribles que no te aportan beneficio ni felicidad.
No ser ni de no fácil, como tampoco de sí fácil.

Si no ser una persona positiva, que sabe usar el sí y el no cuando es necesario y se hace cargo efectivamente de su vida.

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