«Entonces Moshé [Moisés] y Aarón vinieron al faraón y le dijeron: –el Eterno, el Elohim de los hebreos, ha dicho así: ‘¿Hasta cuándo rehusarás humillarte ante mí? Deja ir a mi pueblo para que me sirva.»
(Shemot/Éxodo 10:3)
Desde que nacemos nos van introduciendo creencias las cuales se van asentando en lo más profundo de nuestra personalidad, formando ahí raíces en la oscuridad del mundo inconsciente.
Una sobre otra se apilan, sin pasar por filtros ni tamices, sino simplemente se acumulan y se acomodan como caen.
No hay un orden, método, organización o racionalidad, sino un amontonamiento, el cual con el paso del tiempo y las experiencias, con el uso y el acostumbramiento se va solidificando en un Sistema de Creencias (S.C.), el cual nos gobierna desde las sombras y tiene un carácter de cuasi inamovible.
Vamos luego por la vida juzgando y reaccionando a través de esa perspectiva irreflexiva y que no es creativa, acomodando los sucesos a interpretaciones que se basan en el S.C., haciendo que las cosas encastren en él a como dé lugar. Y si los acontecimientos se niegan a ser acomodados a las interpretaciones, entonces se rechazan los acontecimientos, se los niega, se los esconde, o se los explica desde el S.C. para hacerles perder todo rigor crítico y que mueva a la pregunta que lleve al conflicto que lleve al despertar de la conciencia que lleve a la molestia por el estado que lleve a la reflexión que lleve al cambio.
¿Se entiende?
Lo que choca con el S.C. es sentido como peligroso, por tanto, se reacciona ante eso como con un enemigo: o se huye, o se ataca, o con mucha más viveza se lo hace pasar por “amigo” sin hacerlo realmente.
La persona que aporta el hecho contrario es sentida también como peligrosa, por tanto se la evita, se la ataca o con astucia se trata de hacerla “amiga” sin que ello sea realmente.
Con este planteo pareciera como que no hay salida de la celdita mental, estaríamos condenados a ser prisioneros hasta el fin.
Y la verdad es que es muy difícil y costoso conseguir abrir la puerta de la celdita mental, aunque está por lo general sin cerrojo; más cuesta atisbar fuera; mucho más atreverse a dar un paso más allá; y mucho más perseverar y continuar sin regresarse a la patética comodidad de esa zona de falso confort.
Porque, la idea removedora es evitada, o silenciada, o humillada, o negada, o enterrada, o atacada, o destruida, o se la acomoda para que encaje en el S.C., aunque natural y racionalmente no tuviera chance de acomodarse allí tal idea.
Y esto se produce en todos los aspectos de la vida, desde los más personales a íntimos, a los más abstractos y filosóficos. Todo pasa por la manipulación del S.C., sin posibilidad de esquivarlo.
Entonces la gente cree que piensa cuando por lo general solamente cree y repite lemas y la mente secuestrada se usa para inventar justificaciones o elaborar excusas que semejan el verdadero pensamiento.
Así están los que creen que Israel es un Estado racista y los que creen que los “palestinos” son víctimas y los que creen que los negros son inferiores y los que creen que los gays son mariquitas y los que creen que los hombres no lloran y los que creen que los ricos son incapaces de bondad y los que creen que el universo está para cumplir sus deseos y los que creen que todo es bueno y los que creen que asesinar “infieles” es un camino sagrado y los que creen que la fe en un falso redentor provee salvación y los que creen que la religión es la senda a la divinidad y los que creen que son el centro del mundo y los que creen que no sirven para nada y los que creen que solamente manipulando y humillando logran avanzar y los que creen que todos los de derecha son fascistas y los que creen que todos los de izquierda son demagogos y los que creen que el filosofar es la clave de la felicidad y los que creen que estar alegre es la finalidad principal y los que creen que disfrutar de este mundo es un pecado y los que creen que el sexo es perverso y los que creen que violar niños es hacerles un favor y los que cree que las mujeres…
Solamente creen, repiten mandatos sociales, están ejecutando programas y no pensando realmente.
Proclaman lemas, pero no piensan.
Quizás tú al repetir luego estos conceptos no hagas otra cosa que ser un autómata dirigido por tu S.C. que encontró como encastrar esto en tu cúmulo de creencias y así puedes seguir viviendo sin conflictos…
¿Cómo hacer para salir de la celdita mental?
A veces pudiera ser que un golpe terrible de la realidad provocar cambios en el S.C., obligando a la persona a cambiar. Pero, es dudoso e improbable que esto ocurra. Además, ¿a qué costo?
La otra forma es más lenta, requiere de paciencia, persistencia, esfuerzo y consiste en no reaccionar sino contemplar sin juzgar, porque el juicio será un seguro prejuicio.
Luego de ese lapso para la contemplación, se requiere la pregunta.
Preguntas de verdad, sin una respuesta prefabricada que induce la pregunta.
Sino solamente preguntar para realmente conocer, hasta donde podamos llegar a conocer.
Preguntar con honestidad y ánimo creativo.
Luego, no buscar encajar respuestas para acomodarlas al S.C., sino encontrar lo que sale, lo que se elabora, sea que nos agrade o no.
Lo que importa es la respuesta, no cómo nos sentimos con ella.
Si nos produce desagrado, entonces tenemos un nuevo hecho para contemplar, para luego preguntarnos y ver qué hacemos con las respuestas.
¿Estamos así libres de mantenernos encapsulados y anestesiados por el EGO?
No, porque el S.C. está tan profundamente inyectado, en espacios inaccesibles a la conciencia y la razón, que seguramente mantendrá su oscura presencia, lo queramos o no.
Pero, se debilitará con cada nuevo pensamiento creativo, perderá terreno, la celdita se hará más y más amplia.
Entonces, en nuestra limitación vamos avanzando rumbo a la apertura, hacia el inalcanzable infinito.
Tengamos en cuenta que en ocasiones hay personas que parecen que han pasado por grandes cambios, porque en verdad ahora repiten otros lemas, viven de acuerdo a otros rituales, que hasta se levantan como enemigos de aquello que antes defendían y sentían con pasión.
Pero, al momento de analizar con honestidad y claridad vemos que se han cambiado algunas máscaras, pero que siguen siendo funcionales a las bases más profundas del S.C.
Es decir, no han cambiado para cambiar, sino que cambiaron para endurecerse en lo que estaban.
Suena como algo que es paradójico, pero creeme que es más frecuente de lo que parece.
Es hora de ponernos en serio a crecer, pedirle al faraón que nos deje salir para poder servir al Eterno y no al EGO.
Porque el Eterno se encuentra en la espiritualidad y el EGO en cualquier religión.